ECONOMÍA

América Latina sopesa la ley estadounidense sobre stablecoins para su futuro cripto regional

La nueva ley sobre stablecoins en Washington acaba de reescribir las reglas del juego cripto—y en toda América Latina, funcionarios financieros, emprendedores y legisladores se apresuran a decidir si seguir el modelo o defender la soberanía digital en sus propios términos.

Un salvavidas para monedas inestables

Cuando Donald Trump firmó la primera ley de stablecoins de Estados Unidos la semana pasada, la mayoría de las capitales latinoamericanas tomaron nota—pero algunas lo escucharon como si fuera el disparo de salida. En países donde la inflación ha erosionado los ahorros y la confianza en los bancos centrales, la promesa de activos digitales vinculados al dólar de repente se volvió más tangible.

“Este tipo de legislación puede tranquilizar a los inversionistas internacionales”, dijo Erik Rincón Cárdenas, experto colombiano en legal-tech, en una entrevista con EFE. “Le dice al mundo que hay una estructura federal clara en torno a las stablecoins—y eso abre la puerta a que proyectos latinoamericanos se conecten con esa confianza.”

Para familias en Argentina, Venezuela o partes de Perú, esa confianza ya está arraigada. Millones usan stablecoins no como especulación, sino como un medio de supervivencia—formas de resguardar valor cuando sus monedas nacionales no logran seguir el ritmo de las fluctuaciones semanales de precios.

Silvina Moschini, cofundadora de Unicorns y estratega de la estadounidense Unicoin, dijo a EFE que la ley valida lo que muchos han practicado desde hace tiempo. “Ahora la gente en Caracas o Córdoba puede señalar a una nación del G7 y decir: ‘¿Ves? Esto es real. Esto es seguro.’” Y eso, afirmó, es el punto de inflexión psicológico que los innovadores cripto de América Latina estaban esperando.

¿Imitación o rendición?

Pero por cada celebración, hay una bandera de precaución. El marco estadounidense podría traer claridad—¿pero de quién? ¿Y a qué costo?

Rincón no se anda con rodeos. “Si solo copiamos y pegamos lo que hace Washington, corremos el riesgo de perder independencia regulatoria”, dijo a EFE. La letra pequeña de la ley estadounidense, por ejemplo, canaliza todos los activos respaldados en dólares a través de custodios con sede en Estados Unidos. Eso significa que las comisiones fluyen a los bancos de Nueva York. Mientras tanto, los datos de los usuarios podrían terminar en servidores muy lejos del control latinoamericano.

No se trata solo de orgullo—se trata de poder de negociación. Las economías más grandes, como Brasil y México, podrían adaptar sus versiones, preservando espacio para la innovación. Las naciones más pequeñas—como Honduras, Paraguay y partes de Centroamérica—podrían quedarse con un marco desajustado, a medio cocinar, que confunda más de lo que ayude.

Aun así, reglas compartidas podrían aportar un orden largamente esperado a un espacio propenso a las estafas y al humo. Las exchanges cripto en América Latina han enfrentado una variedad de desafíos, incluyendo filtraciones de datos y esquemas Ponzi. Una base de estándares internacionales podría dificultar que los malos actores salten de una jurisdicción a otra.

Incluso la tributación básica, señaló Rincón, es un desastre. “Los usuarios no saben si las ganancias cripto se tratan como plusvalía, renta o IVA. Un marco armonizado significaría menos litigios y más ingresos”, dijo.

La prueba de fuego del Bitcoin

En ningún lugar este debate es tan intenso como en El Salvador, donde el presidente Nayib Bukele convirtió al Bitcoin en moneda de curso legal en 2021, transformando a su país en un laboratorio cripto. Hoy, la billetera digital del gobierno tiene más de 6,200 Bitcoin—actualmente valorados en más de 750 millones de dólares en papel—gracias principalmente al repunte del mercado a principios de este año.

Pero los escépticos no creen que esas ganancias sean reales para la gente común. El expresidente del Banco Central de Reserva, Carlos Acevedo, dijo a la prensa local que el aumento de precios “no dinamizará la economía real.” Bukele insiste en lo contrario, citando saltos en turismo y remesas.

Ahora, con la ley estadounidense destacando stablecoins respaldadas por tesorerías gubernamentales—y no tokens volátiles como Bitcoin—El Salvador enfrenta una posible encrucijada. Si los ministerios comienzan a usar stablecoins para pagar proveedores o ejecutar contratos, el estatus legal privilegiado del Bitcoin podría erosionarse silenciosamente. Se avecina una pugna política soterrada.

En Colombia, el debate es menos dramático pero igualmente urgente. Senadores revisan un nuevo proyecto de ley cripto tras un aumento del 17% en el uso el año pasado, ubicando al país entre los cinco primeros en adopción global, según datos del Senado. Moschini cree que la movida de Washington inclinará la balanza. “Marca un antes y un después”, dijo a EFE. “Ahora Bogotá no puede seguir retrasando las protecciones al consumidor y las reglas de incorporación que los bancos han estado pidiendo.”

Brasil, por su parte, ya prueba una moneda digital del banco central y redacta su propio estatuto de stablecoins. Chile y México avanzan más lentamente y de manera consultiva—pero no menos abiertos al cambio.

Dólares digitales, política global

Para las democracias abiertas, la cuestión no es solo económica—es existencial. ¿Cuánta infraestructura digital están dispuestas a externalizar a Estados Unidos?

Rincón cree que es un tema candente. “La soberanía está en juego”, dijo. “Veremos parlamentos preguntando si una legislación extranjera debe moldear nuestro código financiero.”

En lugares como Cuba o Venezuela, el camino probablemente será distinto. Excluidos de las finanzas estadounidenses, podrían inclinarse hacia alternativas como el sistema MIR de Rusia o el e-CNY de China, construyendo sistemas cripto diseñados para eludir el escrutinio estadounidense.

Para otros, la ley estadounidense despierta esperanzas diferentes. Oculta en la letra pequeña hay una cláusula que exime a atletas y artistas de ciertas restricciones de viaje vinculadas a grandes eventos internacionales—un reconocimiento de que el cripto ahora se cruza con la diplomacia y las visas.

Los emprendedores latinoamericanos esperan que le sigan visas tecnológicas. “Déjennos presentar nuestros startups a inversionistas estadounidenses sin ahogarnos en trámites burocráticos”, dijo un fundador de blockchain en São Paulo que prefirió no ser identificado. “La ley abre una puerta—solo queremos la oportunidad de atravesarla.”

EFE@Rodrigo Sura

Monedas, cables y la batalla por la inclusión

Moschini y Rincón coinciden: las reglas por sí solas no cambiarán vidas. “El poder del cripto está en manos de los excluidos”, dijo a EFE. “Pero ese poder se desperdicia sin educación, banda ancha e infraestructura confiable.”

Ella imagina un futuro cercano donde caficultores colombianos vendan futuros tokenizados a compradores en la diáspora, o favelas brasileñas emitan tokens barriales canjeables por víveres. Pero nada de eso ocurrirá, advierte, si las plataformas temen litigios internacionales o si las operaciones de mining cierran por costos eléctricos—como ocurrió en Argentina tras el recorte de subsidios.

“El cripto se trata de acceso”, dijo. “Y el acceso necesita más que un marco legal. Necesita una base.”

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Ya sea que América Latina importe el modelo cripto de Washington o construya el suyo, el reloj avanza. Lo que está claro es que la región tendrá que encontrar su propio ritmo—sincronizando donde sea necesario, improvisando donde se pueda y negándose a dejar que un compás extranjero ahogue sus prioridades.

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