ECONOMÍA

Cómo Guyana se Convirtió Silenciosamente en la Única Nación Autosuficiente en Alimentos del Mundo

Un nuevo estudio global sobre seguridad alimentaria revela a un campeón sorprendente: Guyana. Con menos de un millón de habitantes, este país sudamericano es la única nación en el mundo capaz de alimentarse completamente de su tierra y ríos. Así lo logró.


El Único Todo-Terreno en un Mundo Hambriento

En una era marcada por la inseguridad alimentaria, las interrupciones en el transporte y los extremos climáticos, un pequeño país en el norte de Sudamérica está logrando algo que ninguna otra nación ha conseguido: alimentarse completamente de sus propios recursos. Según un reciente estudio revisado por pares y publicado en Nature Food, Guyana —una nación de menos de 800,000 personas— lidera el mundo en autosuficiencia alimentaria en todos los grupos esenciales de alimentos.

Investigadores dirigidos por Jonas Stehl de la Universidad de Göttingen analizaron 186 países, comparando la producción alimentaria nacional con los parámetros nutricionales conocidos como el “Livewell Plate”, diseñado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) para cumplir con las necesidades de salud y los límites ambientales. ¿Su conclusión? La mayoría de los países sobreproducen carne y lácteos, pero no alcanzan los niveles necesarios en legumbres, cereales integrales o pescado. Solo Guyana satisface la demanda interna en los siete pilares alimentarios: frutas, verduras, lácteos, pescado, carne, almidones básicos y proteínas vegetales.

El éxito silencioso del país no es un accidente. Desde la década de 1960, Guyana ha transformado sus humedales costeros en campos de arroz y plantaciones de caña de azúcar, utilizando diques y canales al estilo holandés. En el interior, los pequeños agricultores practican cultivos intercalados resilientes, como la siembra de yuca junto a frijoles rojos, lo que nutre tanto el suelo como las mesas de sus hogares. A lo largo de la costa, las pesquerías ricas en nutrientes de la Corriente de Guyana proporcionan una fuente local de proteína. En conjunto, este sistema en capas aporta diversidad, nutrición y redundancia a través de paisajes tan variados como sabanas, pantanos y selvas tropicales.


Del Granero al Auge Petrolero: Un Delta de Riesgos

El milagro alimentario de Guyana ocurre justo cuando su economía está siendo redefinida por el petróleo. Desde 2015, los descubrimientos liderados por ExxonMobil frente a su costa han convertido a Guyana en la economía de más rápido crecimiento del mundo. Se proyecta que su PIB per cápita supere al de Japón a principios de la década de 2030. Sin embargo, ese auge plantea serias preguntas sobre sostenibilidad.

Economistas del desarrollo de la Universidad de Sussex advierten sobre una inminente “enfermedad holandesa”, donde los petrodólares distorsionan los mercados laborales, atraen trabajadores lejos de la agricultura y hacen que las importaciones de alimentos sean aparentemente más baratas que los cultivos locales. El temor es real: el colapso agrícola de Venezuela tras su auge petrolero es una advertencia clara.

El cambio climático añade más urgencia. El aumento del nivel del mar amenaza los diques que protegen las tierras agrícolas recuperadas de Guyana. Las lluvias erráticas —impulsadas por los ciclos de El Niño— ya han llevado al gobierno a distribuir variedades de arroz resistentes a la sequía desarrolladas con el Instituto Internacional de Investigación del Arroz. Sin adaptación, las mismas fortalezas que hicieron autosuficiente a Guyana podrían convertirse en vulnerabilidades.

El contraste con Europa es revelador. En países mediterráneos como Grecia y España, las tierras agrícolas que antes eran productivas ahora se ven arrasadas por incendios récord. Estos países importan grandes cantidades de alimento para animales desde los mercados globales, alimentos que se han vuelto menos confiables y más caros por crisis como la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Incluso Francia, famosa por su agricultura, no alcanza los niveles adecuados en vegetales y legumbres, según el estudio de Nature Food.

EFE@Rayner Peña R


Cuando las Importaciones Tienen Sentido—Y Cuando Son un Riesgo

Los economistas suelen defender el comercio global de alimentos como una forma de optimizar el uso de recursos. Argumentan que no tiene sentido que un país desértico cultive trigo. Pero el comercio también introduce fragilidad. En 2007–08, un aumento en los precios de las materias primas llevó a grandes exportadores de arroz, como Vietnam, a imponer prohibiciones, provocando pánico en África Occidental. En 2023, las restricciones de India a la exportación de arroz no basmati causaron efectos similares.

Según la Dra. Jessica Fanzo de la Universidad de Columbia, los países que dependen en gran medida de las importaciones —y solo producen dos o tres grupos alimenticios principales— son especialmente vulnerables a las interrupciones. Su investigación indica que en algunas partes del Sahel, los niños consumieron un 20% menos de alimentos ricos en nutrientes tras la escasez global de fertilizantes en 2022. En contraste, las exportaciones alimentarias de Guyana no ponen en peligro las necesidades internas. Exporta azúcar y arroz, pero guarda lo suficiente para su población. Ese tipo de resiliencia es raro.

Solo hay que mirar al Caribe. Trinidad y Tobago importa más del 80% de sus calorías. Cuando colapsaron las rutas marítimas durante la pandemia, tuvo que organizar entregas de emergencia de granos. Los hoteles de Jamaica sirven lechuga traída en avión desde California. En respuesta, el Instituto Caribeño de Alimentación y Nutrición ahora insta a los gobiernos a replicar el modelo de Guyana: invertir en cultivos básicos de pequeños agricultores, no solo en productos de exportación de lujo.


Lecciones para el Norte Global—Y el Futuro

¿Qué pueden aprender las naciones más grandes y ricas?

Mucho. Según un estudio de modelado de la Universidad de Leeds, para que el Reino Unido cumpla con los objetivos nutricionales del Livewell Plate mediante su agricultura nacional, tendría que cuadruplicar la superficie dedicada a legumbres y reducir en un tercio su ganado lechero. Políticamente, eso es complicado. Pero desde el punto de vista ambiental y nutricional, reduciría las emisiones de metano y la dependencia de fertilizantes importados.

En Alemania —país de origen de Stehl— el estudio reveló que solo el 35% de los vegetales recomendados por las guías alimentarias nacionales se cultivan localmente. La vulnerabilidad se hizo evidente cuando los camiones ucranianos dejaron de circular y los estantes de los supermercados se vaciaron de productos frescos.

Mientras tanto, el gobierno de Guyana no se queda de brazos cruzados. El ministro de Agricultura, Zulfikar Mustapha, presentó recientemente un plan de Agricultura Climáticamente Inteligente, centrado en el almacenamiento en frío alimentado por energía solar, la producción de harina de yuca y la expansión de la acuicultura en el interior. “Los ingresos del petróleo no deben ahogar la alimentación”, dijo a Nature. Pero mantener a los jóvenes agrónomos dentro del país y no en empleos offshore mejor pagados sigue siendo un reto. En respuesta, la Universidad de Guyana ahora ofrece becas de servicio rural a estudiantes que se comprometan con carreras agrícolas.

Hasta ahora, el plan está funcionando. En la costa, los mercados siguen vibrando con los sonidos del callaloo, los frijoles bora y la tilapia fresca. En el interior, las comunidades amerindias siguen asando pan de yuca sobre fuegos abiertos. Y en la capital, los chefs sirven con orgullo platos cultivados enteramente dentro de las fronteras del país, algo que pocos países del mundo pueden afirmar.


Un Modelo en un Mundo Frágil

A medida que las cadenas de suministro globales se ven tensadas por guerras, crisis climáticas e inestabilidad política, la silenciosa soberanía alimentaria de Guyana parece más un superpoder que una curiosidad.

La combinación única de ingeniería holandesa, conocimientos alimentarios indígenas, biodiversidad y saber local ha creado algo escaso: autosuficiencia alimentaria total.

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Si ese legado sobrevive a la avalancha de riqueza petrolera —y a los cambios que trae consigo— pondrá a prueba no solo los sistemas agrícolas de Guyana, sino también la conversación global sobre alimentos, resiliencia e independencia.

En un mundo hambriento, Guyana no solo se alimenta a sí misma; también alimenta a otros. Está ofreciendo un modelo para prosperar.

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