Enfrentando la desigualdad en América Latina y el Caribe
La marcada división entre el 10% más rico y el más pobre en América Latina y el Caribe demuestra la profunda desigualdad de la región. Académicos y sociólogos expresan preocupación por el lento ritmo del cambio y piden medidas decisivas para abordar este desafío duradero.
Revelando la larga sombra de la desigualdad
En el vibrante mosaico de América Latina y el Caribe, se cierne una sombra de desigualdad que ensombrece durante mucho tiempo el rico paisaje cultural e histórico de la región. Dado que el 10% más rico de la población gana 12 veces más que el 10% más pobre, esta región es la más desigual del mundo. Esta alarmante disparidad fue el punto central de las discusiones durante la sesión “Enfrentando la desigualdad en América Latina y el Caribe” en la 64ª Reunión Anual de la Asamblea de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Punta Cana, República Dominicana.
La sombría realidad de que uno de cada cinco residentes de la región está clasificado como pobre subraya la urgencia de la situación. Stanley Bailey, investigador de la Universidad de California en Irvine, enfatiza la distinción entre pobreza y desigualdad. Sostiene que la cuestión va más allá de los recursos a nuestra disposición, sino también de la voluntad colectiva de abordar el desequilibrio. Bailey señala que la eficacia de las políticas tiene menos que ver con la riqueza de un país y más con su voluntad de implementar cambios. Destaca el compromiso de Brasil con los programas de educación terciaria para reducir la desigualdad entre razas y géneros, un marcado contraste con el enfoque de Estados Unidos, a pesar de su condición de país más rico de la región.
“Limitar oportunidades mediante inversiones desiguales”
Eduardo Levy-Yeyati de la Universidad Torcuato Di Tella de Argentina apoya esta opinión y señala que las escuelas en las zonas más pobres reciben menos inversión, lo que limita las oportunidades para los jóvenes en esas comunidades. Aunque se lograron avances entre 1990 y 2014, los esfuerzos para revertir la desigualdad se han estancado desde entonces, según Francisco Ferreira de la London School of Economics. Ferreira aboga por una mayor inversión en los niños de zonas desfavorecidas para cerrar la brecha.
En países como Colombia, Chile y Uruguay, la disparidad de riqueza es marcada: aproximadamente el 1% de la población controla entre el 37% y el 40% de la riqueza total. Al mismo tiempo, la mitad más pobre posee sólo una décima parte. Ferreira enfatiza que las desigualdades en América Latina son multifacéticas y están interconectadas, con disparidades significativas basadas en el color de la piel: los blancos a menudo ocupan niveles más altos de oportunidades e inversión. Al mismo tiempo, los negros y los indígenas son relegados a posiciones inferiores.
El análisis, un esfuerzo de colaboración que involucra al BID, la Escuela de Economía de Londres, la Universidad de Yale, el Instituto de Estudios Fiscales y académicos de más de una docena de universidades, también reveló que la desigualdad puede “heredarse”. Factores como nacer en un vecindario de bajos ingresos, pertenecer a una minoría étnica o tener padres con educación limitada o trabajos mal remunerados contribuyen a perpetuar la desigualdad.
En respuesta, los oradores instaron a los gobiernos a abandonar supuestos obsoletos y adoptar un cambio de mentalidad, particularmente en la educación. Económicamente, abordar la desigualdad requiere políticas innovadoras que atiendan a los trabajadores con contratos informales, ofreciendo sistemas fiscales y de pensiones personalizados que promuevan el crecimiento económico productivo.
Este llamado a la acción resuena en toda América Latina y el Caribe, donde el contexto histórico de colonialismo, esclavitud y desplazamiento indígena ha moldeado durante mucho tiempo el panorama socioeconómico de la región. El legado de estas injusticias sigue influyendo en las disparidades actuales, haciendo que la lucha contra la desigualdad no sea sólo una cuestión económica sino un imperativo moral.
Un enfoque multifacético para desafíos complejos
A medida que la región se enfrenta a este complejo desafío, queda claro que es necesario un enfoque multifacético. Mejorar las oportunidades educativas, reformar las políticas fiscales y garantizar el acceso equitativo a los recursos son pasos cruciales. Además, fomentar un entorno que fomente el espíritu empresarial y la innovación puede estimular el crecimiento económico y ofrecer nuevas vías para salir de la pobreza.
El discurso sobre la desigualdad en América Latina y el Caribe también llama a reconocer el poder de los movimientos comunitarios y de base. A lo largo de la historia, estos grupos han abogado por el cambio social y la justicia. Su participación y empoderamiento continuos son esenciales para elaborar políticas que reflejen las necesidades y aspiraciones de todos los ciudadanos.
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Abordar la desigualdad en América Latina y el Caribe requiere un esfuerzo concertado que abarque al gobierno, la sociedad civil y el sector privado. Exige un alejamiento de los paradigmas tradicionales hacia estrategias inclusivas, sostenibles y reflexivas de la diversa población de la región. Aprovechando la voluntad colectiva y adoptando soluciones innovadoras, hay esperanza de construir sociedades donde la igualdad y las oportunidades no sean sólo ideales sino realidades para todos. Sin duda, el viaje es largo y lleno de desafíos. Aun así, el potencial de transformación ofrece esperanzas de un futuro más equitativo en esta región ricamente diversa y dinámica.