ECONOMÍA

La Quinua Real de Bolivia: Un Tesoro Culinario Mundial

La quinua real de Bolivia crece en condiciones difíciles sobre los grandes salares. Las comunidades locales y chefs de todo el mundo valoran esta semilla resistente. Las semillas representan una gran capacidad de recuperación y el enorme potencial de este cultivo ancestral, según informó recientemente EFE.


Cosechando Resiliencia en el Áspero Altiplano

En la altiplanicie andina de Bolivia, a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar, se extiende el resplandeciente Salar de Uyuni. Con más de 10.000 kilómetros cuadrados, este desierto de sal de aspecto extraterrestre dibuja un paisaje que parece inhóspito para la mayoría de las formas de vida. A pesar de los vientos helados y los cambios extremos de temperatura entre el día y la noche, un cultivo no solo sobrevive, sino que prospera: la quinua real.

Las comunidades locales de herencia aymara y quechua han cultivado la quinua real durante generaciones, maravillándose de su capacidad para adaptarse a las llanuras áridas que bordean el salar. El nombre “real” proviene de su mayor tamaño en comparación con otras variedades de quinua y su alto valor nutricional, lo que le ha valido el título de “superalimento”. Rica en proteínas, minerales y con un sabor distintivo menos amargo que otras quinuas, la quinua real es fundamental tanto en las dietas locales como en el mercado mundial de alimentos saludables.

Los agricultores de comunidades cercanas al Salar de Uyuni se sienten orgullosos de la calidad superior del grano, que se debe al ambiente riguroso en que crece, desarrollando así un carácter resistente y un sabor particular. Guadalupe Ramos, agricultora de Jirira, en el departamento de Oruro, ha trabajado su tierra durante cincuenta años. Cerca de los ochenta años, afirma que consumir quinua real a diario contribuye a su energía constante. Desde sopas y pasteles hasta panes y bebidas refrescantes, encuentra formas infinitas de incorporar el grano en su cocina.

Los colores vibrantes de los campos de quinua madura —desde rojo intenso hasta amarillo dorado— ofrecen un contraste dramático contra la corteza blanca de sal y la escasa vegetación. Durante la temporada de lluvias, el agua se acumula sobre el salar, creando una superficie espejada que refleja tanto el cielo como los tallos rojizos de quinua. Los turistas que visitan el Salar de Uyuni suelen quedar cautivados por este panorama surrealista, donde uno de los ambientes más duros del planeta sostiene un grano de notable resistencia.


Guardianes de una Herencia Antigua

La presencia de la quinua en el Altiplano boliviano se remonta a muchos siglos atrás. Algunos historiadores creen que las primeras comunidades ya veneraban este grano mucho antes de la llegada de los exploradores españoles. Su importancia como alimento y como símbolo cultural sigue siendo evidente. En 2014, la Comunidad Andina de Naciones —que incluye a Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador— reconoció formalmente la Quinua Real del Altiplano Sur de Bolivia con una denominación de origen. Este estatus protege la autenticidad del grano y consolida la posición de Bolivia como su principal productor mundial, con alrededor del 55% del suministro global de quinua real.

El compromiso de los agricultores bolivianos respalda este reconocimiento. En Jirira, cultivadores jóvenes como Eddy continúan las prácticas familiares, aprendiendo de personas experimentadas como Guadalupe. Gran parte de la quinua recolectada se destina como semilla para agricultores de otras zonas del altiplano, ampliando así la línea genética del cultivo y asegurando su distribución. Aunque la tecnología moderna ha llegado al proceso agrícola, muchos productores siguen dependiendo de costumbres heredadas: siembras vinculadas al ciclo lunar, fertilizantes naturales y vigilancia cercana del clima de montaña.

Estas comunidades también protegen el valor cultural de la quinua, transmitiendo recetas y métodos tradicionales. La versatilidad de la quinua en la cocina es legendaria: ya sea hervida para sopas nutritivas, molida en harina para panes y pasteles, o incluso elaborada como bebida rica en nutrientes, su potencial parece ilimitado. Su sabor suave y su bajo nivel de saponinas —un recubrimiento natural que le da amargor— hacen que la quinua real resulte especialmente atractiva para quienes encuentran otras variedades demasiado intensas.

Además de alimentar a las familias locales, la quinua real ha adquirido una importancia económica mayor. Las autoridades bolivianas fomentan prácticas de cultivo sostenible y certificaciones orgánicas, con la esperanza de conservar las cualidades únicas del grano mientras crece la demanda internacional. La quinua real tiene nutrientes, y puede usarse de muchas maneras en la cocina. Esto ha despertado el interés de quienes priorizan la salud. Los ingresos de los pequeños agricultores han aumentado, y se demuestra cómo pueden convivir las tradiciones antiguas y los negocios modernos.


De las Mesas Locales a las Cocinas de Clase Mundial

Los esfuerzos recientes por elevar el perfil de la quinua real han atraído a chefs de renombre internacional a comunidades andinas remotas. Un grupo de cocineros del “Proyecto de Cocinas Indígenas y Nativas”, apoyado por fondos de la embajada de Estados Unidos y el reconocido restaurante boliviano Gustu, viajó a Jirira para presenciar el recorrido de la quinua del campo al plato. Entre ellos estaba Sean Sherman, célebre chef de la nación Oglala Lakota Sioux en Estados Unidos y una de las 100 personas más influyentes del mundo en 2023 según la revista Time.

Guiados por Guadalupe Ramos, Sherman y sus colegas aprendieron cómo los lugareños manejan la cosecha intensiva en trabajo y separan los granos de sus cáscaras. Luego unieron fuerzas en la cocina, transformando la quinua recién recolectada en platos que fusionaban tradiciones culinarias bolivianas y nativas americanas. Los chefs usaron métodos actuales y prácticas antiguas, demostrando cómo la quinua se adapta a muchos tipos de platos, desde sopas espesas y comidas horneadas hasta sofisticados platos principales para restaurantes de alta gama.

Estos proyectos reúnen a agricultores como Guadalupe, que han protegido el legado de la quinua por años, con cocineros que buscan dar a conocer los alimentos locales en todo el mundo. Observadores señalan que esta colaboración refuerza el conocimiento del patrimonio boliviano y demuestra cómo un superalimento puede unir comunidades diversas a través del respeto compartido por las prácticas sostenibles.


Mirando al Futuro

El éxito futuro de la quinua real depende de equilibrar la expansión con la autenticidad. La denominación de origen de Bolivia confirma que solo la quinua cultivada en el sur del altiplano puede recibir el sello de “real”. Esto protege a los agricultores de productos falsificados o de menor calidad provenientes de otros países.

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A medida que crece la demanda mundial de quinua, los agricultores y las autoridades deben adaptarse mediante una mayor atención a los efectos ambientales y a prácticas laborales justas. En los alrededores del Salar de Uyuni, los campos producen un grano que es más que alimento. Cada cosecha es testimonio de una tradición cultural, de la fortaleza comunitaria y de la belleza natural. En muchos sentidos, la quinua real representa el ingenio humano: una prueba de que, con conocimientos transmitidos a lo largo de generaciones, incluso el vacío extremo en lo alto del mundo puede albergar los tesoros más nutritivos de la vida.

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