ECONOMÍA

Las mujeres latinas lideran la lucha contra el cambio climático utilizando la agricultura indígena

En toda América Latina, las mujeres indígenas están usando métodos agrícolas ancestrales para combatir el cambio climático. En lugares como Perú y Guatemala, trabajan arduamente para garantizar el acceso a alimentos, proteger la biodiversidad y restaurar tierras degradadas. Al mismo tiempo, enfrentan desigualdades dentro de sus comunidades y en otros ámbitos.

Reviviendo la sabiduría indígena en Perú

En el distrito de Laramate, en Perú, el impacto del cambio climático en las cosechas llevó a las mujeres indígenas a recuperar prácticas agrícolas ancestrales. Al eliminar químicos agrícolas, rotar cultivos y utilizar métodos de riego inteligentes, han enriquecido el suelo y aumentado las cosechas, creando nuevas oportunidades económicas para sus familias.

El Centro de Culturas Indígenas del Perú (CHIRAPAQ), con apoyo del Fondo para la Igualdad de Género de ONU Mujeres, fue clave en este cambio. En una entrevista con la Harvard International Review, Lucía Rupire, participante de los programas de formación, explicó su transición hacia métodos tradicionales:

“Como hacían mis ancestros, empecé a fertilizar con estiércol de vaca, oveja y alpaca. Ahora el suelo es más fértil y nuestras cosechas son más saludables”, dijo. Su esposo, sorprendido por las mejoras, también adoptó estas técnicas.

En otras regiones, mujeres Kichwa promueven huertos comunitarios con cultivos nativos como el dale (un tubérculo) y el malambo (una calabaza amarilla). Estos huertos combaten la inseguridad alimentaria y preservan tradiciones culturales. Luz Sinarahua, líder de la comunidad Chirikyacu, destacó su impacto:

“Los precios de los alimentos están subiendo. A veces no tenemos dinero para comprar pan, pero con frijoles, yuca y plátanos del huerto, tenemos suficiente para alimentar a nuestras familias”, afirmó en la entrevista.

Estos esfuerzos demuestran cómo los métodos tradicionales pueden enfrentar los desafíos ambientales mientras mejoran el bienestar económico y social.

El sistema milpa en México

En México, el sistema milpa ‒un método ancestral en el que se cultivan juntos maíz, frijoles y calabazas‒ es un símbolo de resistencia frente al cambio climático. Este sistema enriquece el suelo, conserva agua y mantiene la biodiversidad, proporcionando nutrientes esenciales.

Estudios citados por la Harvard International Review muestran que las milpas superan a los monocultivos en productividad y resiliencia. Las mujeres, guardianas de este sistema, usan los cultivos para crear alimentos tradicionales como tostadas, destinados tanto al consumo local como a la venta.

En Chiapas, las mujeres indígenas han liderado la recuperación del sistema milpa en respuesta a los efectos adversos del cambio climático. Su labor no solo fortalece a sus comunidades, sino que también preserva las tradiciones culturales. “Las milpas significan más que comida”, explicó una persona. “Representan un estilo de vida que equilibra las necesidades de las personas y el medio ambiente”.

Además, al compartir los beneficios de las milpas, estas mujeres enseñan a las nuevas generaciones sobre prácticas agrícolas sostenibles, asegurando un futuro resistente a los cambios ambientales.

La lucha por la seguridad alimentaria en Guatemala

En Guatemala, las mujeres indígenas también lideran iniciativas contra el cambio climático utilizando métodos agrícolas tradicionales. Las mujeres Maya-Mam de Tuixcajchis han establecido viveros para proteger plántulas nativas y promover la biodiversidad.

Estos viveros surgieron como respuesta a la degradación de la tierra causada por la minería industrial y los desastres climáticos. Una mujer mayor explicó la motivación detrás de su trabajo a la Harvard International Review:

“Nuestros arroyos se están secando y nuestra tierra se ha convertido en un desierto. No queremos que nuestros hijos y nietos hereden esta realidad”, afirmó.

El sistema milpa también ha sido revitalizado junto con el sistema K’uxu’rum, que integra maíz, frijoles y árboles de cacao. Este método mejora la retención de humedad y el ciclo de nutrientes en el suelo, siendo especialmente efectivo en el corredor seco propenso a la sequía. Estas prácticas convierten pequeñas granjas en aliadas fuertes y sostenibles contra el cambio climático, brindando seguridad alimentaria y estabilidad económica.

Enfrentando la desigualdad y mirando hacia adelante

A pesar de su papel esencial en la agricultura y en la lucha contra el cambio climático, las mujeres indígenas en América Latina enfrentan numerosas injusticias. A menudo no poseen tierras, sufren más desnutrición y enfrentan con mayor intensidad los efectos del cambio climático.

Como señaló la Harvard International Review, su contribución suele pasar desapercibida, aunque son clave para preservar la biodiversidad y fomentar prácticas agrícolas sostenibles. Organismos internacionales, como las Naciones Unidas, están abogando cada vez más para que estas mujeres tengan voz en decisiones importantes.

Estos grupos buscan empoderar a las mujeres indígenas brindándoles acceso a educación y apoyo financiero. Su liderazgo no solo beneficia a sus comunidades, sino que también ofrece lecciones valiosas al mundo sobre cómo abordar los desafíos climáticos.

Conclusión

Las mujeres indígenas en América Latina lideran la lucha contra el cambio climático. Utilizan conocimientos ancestrales para restaurar la naturaleza, garantizar alimentos y fortalecer a sus comunidades. Desde los huertos compartidos en Perú hasta las milpas en México y los viveros en Guatemala, su trabajo demuestra cómo las tradiciones antiguas pueden resolver problemas modernos.

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A medida que estas mujeres continúan sus esfuerzos, el mundo debe reconocer y apoyar su labor esencial. Su fuerza y dedicación son fundamentales para sus comunidades y el futuro del planeta.

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