Paraguay soporta turbulencias arancelarias en medio de un repunte en las perspectivas de la soja

A lo largo de los vastos campos de soja de Paraguay, los agricultores sopesan el peligro de las disputas comerciales globales frente a un rayo de esperanza por un posible aumento de la demanda china. Azotados por la volatilidad de los precios y regulaciones inciertas, se preparan para los desafíos, aunque se mantienen confiados en el crecimiento de la producción nacional de soja.
Entre aranceles y volatilidad comercial
Para los productores y exportadores de soja en Paraguay, la lucha global por los aranceles representa una dificultad constante. Los cambios en las políticas comerciales de EE.UU. y los aranceles recíprocos, especialmente entre China y EE.UU., han dificultado que el sector agrícola nacional pueda prever precios firmes. Aunque el país no tiene salida al mar, su soja recorre grandes distancias—cruzando fronteras hacia Brasil o Argentina antes de llegar a consumidores en todo el mundo. Es un esquema delicado que depende de un transporte económico y mercados previsibles.
Reuters habló con Héctor Cristaldo, presidente de la Unión de Gremios de la Producción de Paraguay, quien comparó la reciente montaña rusa de precios de los granos con un “paseo en tobogán”. Explicó que declaraciones de líderes gubernamentales pueden alterar rápidamente las proyecciones de precios de los commodities durante varias semanas, dificultando la planificación de los productores. “No sabemos cuándo el mercado se va a recuperar o encontrar estabilidad”, dijo. Esta incertidumbre define el éxito o fracaso de una temporada para quienes tienen presupuestos ajustados y poco espacio de almacenamiento.
Las nuevas normas de grandes mercados importadores, como la Unión Europea, generan problemas adicionales. Los productores enfrentan presiones por costos y climas variables. Estas normas exigen que la soja no esté vinculada a la deforestación. Los principales exportadores presionaron por una prórroga, por lo que los agricultores tienen hasta diciembre de 2025 para cumplir con los estándares. Cada día que pasa los obliga a decidir si invertir más en cumplir estas reglas o arriesgarse a perder clientes clave.
La realidad geográfica de Paraguay complica aún más las cosas. Sin relaciones comerciales directas con China—principalmente por sus vínculos diplomáticos con Taiwán—los productores no pueden simplemente vender sus granos directamente al mayor consumidor mundial de soja. En su lugar, canalizan la producción a través de países vecinos. Algunos ven una oportunidad si se intensifica la guerra arancelaria entre EE.UU. y China, lo que podría empujar a los chinos a comprar más en Sudamérica. Sin embargo, otros advierten que los beneficios a corto plazo pueden verse opacados por disrupciones más amplias en el mercado global.
Esperando lluvias y mejores rendimientos
Además de los conflictos comerciales, el clima es una preocupación constante. Los agricultores paraguayos han lidiado con una sequía persistente, lo que ha reducido la cosecha total estimada a entre 8,5 y 9 millones de toneladas métricas en la temporada actual—muy por debajo de su potencial. “Estamos terminando de cosechar la soja tardía, pero los rendimientos no son lo que esperábamos”, comentó un productor local. No obstante, los pronósticos mejorados aumentan la posibilidad de lluvias a tiempo, lo que podría elevar la producción por encima de los 10 millones de toneladas en el ciclo 2025/26.
“Estamos pasando de una condición ‘neutral fría’ a una ‘neutral cálida’, lo que podría traer un buen nivel de precipitaciones”, explicó Hugo Pastore, director ejecutivo de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (CAPECO), en una entrevista con Reuters. Si se cumplen estas condiciones favorables, hay esperanzas de que también se recuperen las vías fluviales clave para el transporte de soja—en particular los ríos Paraná y Paraguay. Los bajos niveles de agua han dificultado la navegación en el pasado, obligando a algunos productores a recurrir a rutas terrestres más costosas hacia Argentina o Brasil.
Pequeños cambios en las precipitaciones pueden marcar enormes diferencias entre ganancias o pérdidas. Los agricultores recuerdan épocas en que la sequía afectó severamente su producción. Eso los hizo preocuparse por pagar deudas por maquinaria e insumos. Buenas cosechas les permiten recuperar lo perdido e invertir en mejores semillas o herramientas. Ese ciclo—donde el destino depende del clima—revela la fragilidad de la agricultura en un país sin salida al mar.
Incluso las fluctuaciones de la moneda reflejan estos vaivenes. Las exportaciones más débiles en el primer trimestre—de 2,5 millones de toneladas el año pasado a 2,2 millones este año—redujeron el ingreso de dólares, presionando al guaraní. Con una nueva cosecha en el horizonte, las autoridades confían en que los envíos dinámicos refuercen las reservas de divisas. Esto, a su vez, podría estabilizar los ingresos rurales y calmar las tensiones en torno a la guerra comercial y las nuevas normativas.
Navegando la complejidad con vista a un futuro mejor
A pesar de la larga lista de obstáculos, muchos en el sector sojero de Paraguay mantienen un notable optimismo. “Por un lado, preocupa bastante”, dijo el agricultor Valdecir De Souza, de 58 años, cuyos campos se ubican cerca de la frontera con Brasil. “Pero por otro lado, esto podría abrir nuevas puertas para nuestra soja”. De Souza señaló los posibles beneficios si China aumenta sus compras en Sudamérica en medio de fricciones comerciales con Estados Unidos. Aunque las exportaciones paraguayas a menudo se hacen de forma indirecta, podrían terminar abasteciendo ese vasto mercado.
De hecho, esas oportunidades resuenan en toda la región. Las exportaciones de soja desde Sudamérica crecieron durante desacuerdos anteriores sobre aranceles, cuando China dejó de comprar a Estados Unidos. Aunque Paraguay no es tan grande como Brasil o Argentina, es el tercer mayor exportador de soja. Esta posición le da ciertas ventajas. “Podemos vender la materia prima a otros, que luego la exportan a destinos globales”, explicó De Souza, refiriéndose a la ruta indirecta hacia el mercado chino.
Aun así, la clave estará en equilibrar las ganancias inmediatas de los cambios comerciales con un compromiso a largo plazo con el crecimiento sostenible. Las preocupaciones climáticas aumentan, y las regulaciones sobre deforestación se vuelven más estrictas. Los agricultores deben cambiar cómo manejan sus tierras. Esa tarea es difícil, sobre todo en zonas alejadas con poca infraestructura. Las autoridades están presionadas a asegurar que todos cumplan las reglas, mientras ayudan a los productores a mantenerse rentables. No hacerlo pone en peligro la base económica rural del país, que ya es muy vulnerable a los cambios de precios en el mercado internacional.
Es un mundo complejo, dicen los productores, pero que también forja resiliencia. El “tobogán”, como lo llama Cristaldo, tiene altos picos y caídas pronunciadas. Por ahora, la próxima cosecha—y la próxima decisión en política comercial—se asoma como un nuevo horizonte. Si las lluvias bendicen los campos y la demanda se mantiene firme, los agricultores podrían salir fortalecidos, con un renovado acceso al potencial del mercado global. Si no, muchos ya se preparan para la imprevisibilidad que se ha vuelto norma, encontrando formas de adaptarse ante precios erráticos, aranceles cambiantes y tensiones geopolíticas.
Lea Tambien: La Quinua Real de Bolivia: Un Tesoro Culinario Mundial
Así es la realidad diaria de los productores de soja en Paraguay. El futuro cercano promete negociaciones intensas, cumbres gubernamentales y noches de incertidumbre consultando los informes meteorológicos. Pero hay determinación. De Souza reflexionó: “Tuvimos sequía, tuvimos caída de precios, pero seguimos. Si las condiciones nos favorecen, si cambian los mercados, estamos listos.”