NEGOCIOS Y FINANZAS

Cómo el dominio .ai de Anguila se convirtió en la exportación más candente del Caribe

Nacido en la era del internet por dial-up, el dominio .ai de Anguila ahora genera más ingresos que algunos de los resorts tropicales de la isla. Impulsado por la ola de la inteligencia artificial, este código de dos letras está remodelando el futuro de una pequeña isla: financia hospitales, carreteras y resiliencia digital con cada registro.

Cuando un dominio de país se convierte en oro

En la década de 1980, cuando internet aún estaba en pañales, a cada país se le asignó un sufijo de dominio de dos letras —como .uk para el Reino Unido o .us para Estados Unidos. A Anguila le tocó .ai. En aquel momento no significaba mucho. Solo otro punto, otra línea de código, apuntando a un territorio británico que pocos podían ubicar en un mapa.

Cuarenta años después, esas dos letras son una mina de oro.

A medida que la inteligencia artificial domina titulares, capital de riesgo y presentaciones de startups, el dominio .ai se ha convertido en un codiciado, valioso y cada vez más caro pedazo de bienes raíces digitales. Emprendedores tecnológicos y grandes firmas compiten por conseguir una dirección web que grita “futuro”.

Y cada vez que lo hacen, una parte de esa transacción fluye de regreso a esta tranquila isla de 16,000 habitantes.

Este año, reportedly you.ai se vendió por 700,000 dólares. Cloud.ai alcanzó 600,000. Law.ai se fue por 350,000. Sitios de rastreo de dominios señalan que hoy existen más de 850,000 dominios .ai registrados —frente a menos de 50,000 hace apenas cuatro años. Ese estallido de demanda no solo ha puesto a Anguila en el mapa digital: ha transformado el presupuesto de la isla.

En 2024, las ventas de dominios generaron 105.5 millones de dólares del Caribe Oriental, equivalentes a aproximadamente 39 millones de dólares estadounidenses —casi una cuarta parte de los ingresos totales del gobierno de Anguila, según la BBC. ¿El único contribuyente mayor? El turismo.

La fragilidad del turismo y un salvavidas digital

Anguila no es ajena a los viajeros de lujo. Sus aguas turquesa, arenas blancas y resorts de cinco estrellas atraen celebridades y lunamieleros de todo el mundo. El año pasado, un récord de 111,639 visitantes llegaron a sus playas. Pero esas mismas playas se encuentran en la ruta de huracanes del Atlántico Norte —un paraíso siempre a un solo ciclón de la catástrofe.

En 2017, la isla fue golpeada por Katia, Irma y José, uno tras otro. Los daños de esos huracanes aún resuenan en los presupuestos de reconstrucción y en las fotos satelitales. El turismo puede ser hermoso, pero es frágil.

Por eso el auge del .ai importa.

Los ingresos digitales no cancelan vuelos cuando el cielo se oscurece. No dependen de días soleados ni mares tranquilos. Siguen fluyendo —incluso cuando se corta la electricidad. Para una economía vulnerable, es más que un seguro. Es un salvavidas.

El borrador presupuestario de 2025 de Anguila prevé que .ai aportará 132 millones de dólares del Caribe Oriental este año, y 138 millones en 2026. Esos fondos podrían transformar proyectos estancados desde hace tiempo, como un nuevo aeropuerto, clínicas resistentes a huracanes y carreteras más sólidas. Reino Unido también lo ha notado. La Oficina de Asuntos Exteriores británica dijo a la BBC que apoya las “formas innovadoras” de Anguila para impulsar la autosuficiencia. Y eso importa: tras Irma, el Reino Unido envió 60 millones de libras en ayuda. El sueño ahora es necesitar menos la próxima vez.

Clic a clic, el dinero entra

Claro, convertir la moda en estabilidad requiere más que buen timing: requiere infraestructura inteligente. El año pasado, Anguila firmó un acuerdo de cinco años con Identity Digital, un operador de registros con sede en EE. UU. La empresa ahora gestiona el backend del dominio y comparte ingresos con el gobierno. Los servidores se trasladaron fuera de la isla para reducir el riesgo de caídas durante tormentas. Cada dominio registrado o renovado envía dinero de regreso a casa.

Las tarifas exactas de registro no son públicas, pero los principales vendedores de dominios listan nombres .ai desde 150 a 200 dólares, con renovaciones cada dos años. Incluso un nombre que se vende por 500,000 debe pagar la tarifa básica. Según la BBC, Anguila se queda con los ingresos brutos. Al mismo tiempo, Identity Digital recibe alrededor del 10% —aunque ninguna de las partes lo confirma oficialmente.

Es un modelo hecho para escalar. Y evita los tropiezos de pasados jackpots digitales.

Basta ver Tuvalu, la isla del Pacífico que licenció su dominio .tv —perfecto para startups de streaming— por una tarifa fija. Cuando esos dominios explotaron en valor, Tuvalu se quedó con migajas. Eventualmente renegoció, pero Anguila ha jugado a largo plazo desde el inicio. Optó por un acuerdo de reparto de ingresos, no por un cheque único. Esa elección deja más potencial… y más responsabilidad.

Un boom tecnológico—y una prueba de gestión

Para Dharmesh Shah, cofundador de HubSpot y entusiasta comprador de .ai, la fiebre por el dominio es parte inspiración, parte especulación. Dijo a la BBC que imagina productos que ayuden a las personas a crear versiones digitales de sí mismas—pero admite que quizá venda sus dominios .ai antes de construir nada.

Él mismo advierte: .com aún tiene mayor valor a largo plazo.

Precisamente por eso Anguila maneja el momento con cautela. Es tentador tratar los 39 millones anuales como dinero caído del cielo. Sin embargo, la jugada más inteligente es hacer que produzca más dinero al invertirlo en proyectos visibles y duraderos que sobrevivan al ciclo de moda de la IA.

Eso significa clínicas con energía de respaldo. Carreteras que soporten más de una temporada de lluvias. Un aeropuerto que atienda a los visitantes de mayor gasto. Y, quizá lo más importante, formar a los jóvenes anguileños para carreras más allá de la hotelería y la construcción. Si la riqueza de la isla se está volviendo digital, su fuerza laboral también debería hacerlo.

Las cifras son mareantes para un lugar tan pequeño. De 50,000 dominios a 850,000 en cuatro años. De unos pocos miles en ingresos a casi una cuarta parte del presupuesto nacional. Pero, como bien señala la BBC, la verdadera prueba no es qué tan alto lleguen los números, sino qué hace Anguila con ellos cuando el mundo pase a la próxima novedad brillante.

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Porque en un lugar donde un solo huracán puede borrar los ingresos de toda una temporada, dos pequeñas letras —.ai— se han convertido en algo más que un dominio.

Son la oportunidad de construir algo más sólido que la suerte.

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