La contaminación ambiental puede afectar el cerebro
Una investigación encontró que durante los primeros años de vida, el cerebro puede sufrir cambios estructurales si está expuesto a contaminantes atmosféricos.
Foto: Unsplash
LatinAmerican Post | Julieta Gutiérrez
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Existen varios tipos de contaminantes ambientales. Pueden ser compuestos de material particulado o compuestos gaseosos. Dentro de los contaminantes gaseosos se encuentra el Dióxido de azufre (SO2), el cual es un gas reactivo en la atmósfera. Se emite en un 93% a causa de la quema de combustibles fósiles, en industrias de transporte y de energía eléctrica. Y de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), existe una relación directa entre la concentración de SO2 en el aire y las secuelas negativas sobre el cuerpo humano.
Esto evidencia que a pesar de que la globalización y el crecimiento económico le han dado grandes beneficios a la humanidad; también han causado grandes riesgos y perjuicios en la salud de las personas. El respirar químicos como partículas finas o dióxido de nitrógeno afecta zonas relacionadas con el aprendizaje y el funcionamiento cerebral.
Según un estudio realizado por la revista académica Environmental Pollution, el respirar grandes dosis de contaminantes atmosféricas altera los niveles de actividad en ciertas partes del cerebro, causando trastornos mentales y atrofio en el desarrollo de la materia blanca. Esta tiene como funcionalidad proteger las fibras nerviosas de cualquier tipo de lesión, mejorar la velocidad y conectividad de las señales eléctricas de los nervios. Dicho de otro modo, afecta el proceso de aprendizaje.
De acuerdo al estudio publicado por la revista académica, estas alteraciones en la funcionalidad del cerebro son causadas principalmente por las partículas finas en suspensión de menos de 2,5 micras (PM2,5); las cuales son fragmentos muy pequeños que están en el aire y pueden derivarse del polvo, las cenizas, el cemento, el polen entre otras sustancias. Además, estas diminutas partículas tienen un diámetro de 2,5 el cual es menos que el grosor de un cabello humano.
También, la investigación mencionó otro causante químico como el dióxido de nitrógeno, que es provocado principalmente por las emisiones de los automóviles. Para la elaboración del estudio, se recogieron datos de 3.515 niños provenientes de la población de Rotterdam, Países Bajos desde el año 2002 al 2006. Además, dicha investigación manifestó que en esa zona se presentan niveles diarios de dióxido de nitrógeno (NO2) y material particulado en los hogares de los niños y las madres gestantes.
Por otro lado, el estudio publicado por la revista académica tuvo como principal objetivo identificar la existencia de ciertos períodos en los que se presenta mayor vulnerabilidad a la contaminación del aire durante la concepción y los primeros años de vida. Para ello, utilizaron un método no invasivo que puede ser usado para examinar la integridad de la sustancia blanca cerebral conocida como imagen por tensor de difusión. Esta técnica les permitió observar tiempos exactos de sensibilidad a todos los contaminantes ambientales; los cuales se presentaron específicamente desde el período de gestación hasta los 5 años de edad.
Finalmente, el estudio aludió que el embarazo, la concepción y la niñez temprana son épocas muy sensibles a la exposición de la contaminación atmosférica que puede afectar con mayor susceptibilidad el avance de la microestructura de la materia blanca. Manifestando que se necesitan más estudios con mediciones periódicas de resultados cerebrales, para lograr comprender los efectos que a largo plazo puede causar la exposición a la contaminación ambiental.
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Más estudios lo confirman
Este reciente estudio se une a otros tantos que se han desarrollado en diversos países que han encontrado que efectivamente la contaminación ambiental tiene un impacto negativo para el cerebro. Por ejemplo, una investigación publicada en la Revista Neurology, encontró que la exposición a contaminación del aire puede acelerar el envejecimiento. "El cambio en la cognición fue el equivalente a 1 año de envejecimiento. Aunque pequeño, el impacto global puede ser enorme. Si la contaminación del aire provoca un deterioro cognitivo más rápido, las personas que están expuestas a la contaminación a largo plazo pueden correr un mayor riesgo", señala el informe.
Por otra parte, la OMS ha señalado que la contaminación del aire puede estar asociada con un mayor riesgo de padecer arteriosclerosis, problemas en el desarrollo neuronal, enfermedades respiratorias o diabetes. De hecho, Naciones Unidas ha declarado que la contaminación del aire constituye el mayor riesgo ambiental actual para la salud humana y causa 7 millones de muertes prematuras al año.