¿Ómicron será el fin de la pandemia en Inglaterra?

La variante Ómicron parece estar abriendo una nueva etapa de la pandemia, pues se prevé que, por su gran velocidad de contagio, hará que una gran parte de la población se infecte en los próximos meses. De hecho, se estima que para marzo, el 60% de la población europea ya se habrá contagiado del coronavirus.

En este sentido, Hans Kluge, director regional de la OMS en Europa, señaló que hay una esperanza plausible de estabilización. No obstante, también aseguró que “la pandemia está lejos de finalizar, pero tengo la esperanza de que podamos terminar la fase de emergencia en 2022”.

Continuando con el caso de Europa, esta variante ya representa el 38% de los casos de COVID-19. El Reino Unido es uno de los países que más casos ha reportado. A la fecha, se han confirmado cerca de 430 casos de la variante BA.2, un subtipo de Ómicron. Pese a esto, en las últimas semanas, Boris Johnson, el primer ministro británico, ha señalado que a partir del 27 de enero se dará fin a varias de las restricciones para controlar la pandemia en Inglaterra.

De hecho, ya no será obligatorio el uso de la mascarilla, ni siquiera en las aulas de clase, ni la presentación del pase sanitario en lugares o eventos. Además, el gobierno ya no recomienda el teletrabajo como una opción para frenar los contagios. Asimismo, ya no se exigirá una prueba PCR para entrar a las islas británicas, si se cuenta con el esquema completo de vacunación. No obstante, el secretario de sanidad, Sajid Javid, señaló que no se trata del fin de la Covid-19 sino de aprender a vivir con esta enfermedad como se ha hecho con los resfriados, por ejemplo. Dinamarca también ha anunciado que el 31 de enero terminará con sus restricciones.

La estrategia parece ser permitir que las personas se contagien, ya que se tiene un alto porcentaje de inmunización por vacunación, para lograr la tan nombrada inmunidad de rebaño y así tener un periodo de relativa calma, sin picos altos, que permita enfocar los esfuerzos de forma diferente hacia el coronavirus, para tratarlo como una enfermedad estacionaria.

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No obstante, este enfoque, que al principio de la pandemia ya había intentado aplicar el gobierno de Boris Jhonson, ha sido criticado. El Royal College of Nursing se manifestó en un comunicado afirmando que se trata de medidas por conveniencia política, pero no tienen en cuenta a los servicios de salud. “No podemos depender solo de la vacuna cuando la situación sigue estando tan precariamente equilibrada”. La experiencia ha mostrado que se trata de un virus imprevisible, sin embargo, cada vez los países con más recursos están más preparados para enfrentar los desafíos. La comunidad científica ha señalado que las vacunas pueden ser adaptadas a las nuevas variantes que se presenten, en especial las de ARN.

Con la mayoría de la población vacunada o recuperada, y con variantes menos agresivas como Ómicron, los países están pensando en establecer sistemas de vigilancia de la enfermedad y aproximarse a ella como se ha hecho con otras infecciones respiratorias. Sin embargo, el gran problema es que se requieren más esfuerzos mundiales para lograr que todo el mundo tenga las mismas condiciones y pueda ser inmunizado. Al respecto, la OMS señaló en un comunicado que: “aunque Ómicron ofrece una esperanza plausible de estabilización y normalización, nuestro trabajo no ha terminado. Siguen existiendo enormes disparidades en el acceso a las vacunas”.

El objetivo de la comunidad internacional continúa siendo que no se saturen los sistemas de salud. Sin embargo, ahora queda el gran desafío de volver a atender con grandes esfuerzos otras enfermedades que han sido descuidadas por la pandemia.