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Día de la madre: la maternidad en el cine de terror

En el día de la madre celebramos la idealización de esta figura, que encapsula una experiencia desafiante y aterradora. El cine de terror ha explorado los miedos y frustraciones que afrontan las mujeres en este proceso.

Fotograma de las películas 'La Llorona', 'Carrie'

Fotos: YT-Cine Canibal, YT-MGM

LatinAmerican Post | Juan Andrés Rodríguez

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Read in english: Mother’s Day: Motherhood in Horror Movies

“No hay nada más poderoso que el amor de una madre” es una frase típica que pretende celebrar la figura materna idealizada en el canon religioso desde la abnegación y el sacrificio, la idea de una mujer que encuentra la plenitud en el rol que es su “destino”. Este ideal puede ser a veces, según la experiencia, una prisión, un deber ser que implica una responsabilidad inmensurable. Estos estándares imposibles de alcanzar y la condena social por el mínimo error pueden hacer de la maternidad una experiencia aterradora que el cine sabe explotar. Te contamos un poco más al respecto hoy, día de la madre.

El cine tomó esta figura como central en el género de horror, configurando un nuevo canon que muestra esas facetas densas, solitarias y perturbadoras de esta realidad. Madres sobreprotectoras, poseídas, abusivas, vengativas, arrepentidas y mujeres que huyen de la maternidad, historias que van dando forma a un nuevo mito de “la mala madre”, que a través de lo sobrenatural permite explorar y, por qué no, resignificar este rol.

El embarazo y el horror corporal

El embarazo es un proceso complejo con una carga física y emocional pesada sobre el cuerpo de la mujer, que puede llegar incluso a poner en riesgo su vida. Por eso, no sorprende que sea una situación recurrente en el subgénero del “horror corporal”, que a partir de imágenes surreales representa los extremos de la gestación y lo traumática que puede ser esa experiencia.

Mientras que la mirada masculina sobre esta situación puede ir a los extremos de lo gráfico, como la escena de la cesárea en “Prometheus” (2012) de Ridley Scott, algunas mujeres han centrado sus películas en profundizar en los efectos y sentimientos que provoca este viaje, especialmente cuando es no deseado. “Prevenge” (2016) de Alice Lowe y “Titane” (2021) de Julia Ducournau son dos grandes ejemplos de esta apropiación feminista. Estas son historias de mujeres que luchan por el control sobre su cuerpo y la voluntad para actuar sobre sus propios intereses, que van en contra de lo que se espera de una madre.

El cine latinoamericano también exploró este escenario. “Huesera” (2022), el debut como directora de Michelle Garza Cervera, incorpora elementos del folclore mexicano en la historia de una mujer que es atacada por una entidad siniestra durante su primer embarazo.

El instinto materno

“Ser una madre es la mayor alegría” es otra frase trillada sobre las expectativas del quehacer de la madre en los primeros meses. Es muy popular la idea de que ser madre es algo instintivo y que si la madre no logra satisfacer las necesidades del bebe, entonces falló en algo “básico y natural”. Ese instinto materno es cuestionado por los cineastas en trabajos como “Él bebe de Rosemary” (1968) de Roman Polansky y “mother!” (2017) de Darren Aronofsky, en las que sus protagonistas se enfrentan a extraños que quieren tomar control sobre la crianza de sus hijos, alienándolas y manipulando su percepción de las capacidades que tienen para asumir ese rol.

La crianza demoniaca

Una escena de verdadero terror en la cotidianidad es ver a una madre tratar de controlar los berrinches de su hijo. Lágrimas, gritos, patadas e insultos, la razón no basta para negociar y la autoridad es desafiada constantemente. Nuevamente, el cine aprovecha esta realidad para crear grandes obras como “El Exorcista” (1973). En el clásico de William Friedkin hay una entretenida y escalofriante alegoría a la lucha de una madre con la voluntad de su hija, representada en la figura demoníaca. Aunque valiosa por su calidad cinematográfica, la película reduce la agencia de la madre sobre esta situación.

Nuevamente, son las directoras quienes transforman las convenciones del género. Este es el caso de Jennifer Kent en “El Babadook” (2014), en la que Amelia, una madre viuda exhausta por las labores de criar sola a su hijo y sin tiempo para procesar su duelo, es acechada por un demonio que habita en su hogar.

También hay películas que invierten los roles, hijas que enfrentan a madres arrepentidas con sus decisiones, como la adaptación de “Carrie” (1976) dirigida por Brian de Palma. Mujeres que no querían asumir esa posición, cuya insatisfacción con la vida hace que tomen comportamientos violentos o de apego hacia sus hijos, que reconocen los lados siniestros de la maternidad forzada, que conlleva a situaciones de abuso.

El dolor que no tiene nombre

Dicen que nada se compara con el dolor de perder a un hijo, un vacío que no tiene nombre. En el cine se encuentran muchas formas de afrontar ese duelo, como la madre buscando venganza en “Viernes 13” (1980) o la que en agonía se rehúsa a admitir esa pérdida como la ingeniosa “Barbarian” (2022).

Nuevamente, el cine latinoamericano demuestra el potencial del género para abordar realidades de la región, como lo hizo Jayro Bustamante con “La llorona” (2019), que se apropia del mito popular para abordar la desaparición forzada y la justicia restaurativa.

El cine de terror es una puerta para explorar las facetas de la maternidad y desmentir esa idealización aterradora sobre un rol social complejo, que gracias a la visión de nuevos autores se convertió en un espacio para desafiar el “deber ser” de la mujer. Es emocionante cómo los cineastas latinos incursionan en este género y lo aprovechan para subvertir las expectativas sobre el cine de la región y construyen una audaz crítica social de nuestra realidad.

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