El arte y la música curan las heridas abiertas de la masacre de Bojayá, Colombia
En Bojayá, Colombia, una comunidad conmemora los 22 años de una masacre devastadora con una ceremonia de esperanza, utilizando arte y música para fomentar la paz y recordar las más de cien vidas trágicamente perdidas.
En la remota ciudad de Bojayá, ubicada en el departamento del Chocó de Colombia, se desarrolló una conmovedora ceremonia para conmemorar el 22º aniversario de una masacre que se cobró más de cien vidas. La comunidad, compuesta principalmente por pueblos afrodescendientes e indígenas, se reunió para recordar a las víctimas y pasar una página hacia la curación a través de la expresión cultural.
Un trágico punto de inflexión
El 2 de mayo de 2002, durante intensos enfrentamientos entre guerrilleros de las FARC y paramilitares, una iglesia donde muchos habían buscado refugio fue alcanzada por una bomba casera con un cilindro de gas. El ataque dejó profundas cicatrices en la comunidad, física y emocionalmente, pero también forjó una poderosa resolución entre los supervivientes.
En una sorprendente muestra de resiliencia, la comunidad de Bojayá, junto con representantes gubernamentales de los Ministerios de Cultura y Educación, dedicaron el día a la “reparación, la reconciliación y la no repetición”. El punto central de la conmemoración fue una peregrinación con el Cristo mutilado, un venerado icono religioso de la iglesia que sobrevivió al bombardeo. Este símbolo de resistencia y aguante encabezó una procesión por la ciudad, resumiendo el viaje continuo de la comunidad desde el dolor hasta la curación.
El evento fue sobre el recuerdo y la mirada hacia el futuro, como lo expresó un grupo de mujeres Cantadoras de Pogue que cantaron por la paz, con las manos agarrando palomas de papel blanco. Sus canciones hicieron eco del sentimiento de que, a pesar de su dolor, el espíritu de la comunidad permanece intacto, y la música sirve como un bálsamo y fortalecedor de los lazos comunitarios.
Antonio Suárez, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Música Sinfónica, destacó el poder transformador de la música en la reconstrucción del tejido social. “La música juega un papel crucial en la reconstrucción del tejido social de Colombia”, afirmó Suárez, reflejando un reconocimiento más amplio de las artes como herramientas vitales en la recuperación comunitaria posconflicto.
Empoderar a los jóvenes a través de la música
Sobre la base de este tema, el evento conmemorativo también vio el lanzamiento de ‘Sonidos para la construcción de paz’, una nueva iniciativa para fomentar la creatividad y las habilidades orientadas a la paz entre los jóvenes. Gabriel Arjona, director nacional del programa, destacó que la iniciativa va más allá de meras lecciones de música para fomentar la creatividad conducente a una paz sostenida.
Este año, el programa llegará a 1.590 establecimientos educativos en 687 municipios de Colombia, con el objetivo de impactar a más de 300.000 niños, adolescentes y jóvenes. Específicamente, en Bojayá, los esfuerzos se concentrarán en tres instituciones educativas, integrando música y actividades culturales para ofrecer un enfoque integral de sanación y aprendizaje.
A pesar del enfoque en los avances culturales y educativos, las demandas locales persisten, incluidos mejores servicios de electricidad y una mejor conectividad con el resto del país. Estas solicitudes subrayan los desafíos actuales que enfrenta una comunidad ansiosa por progresar pero obstaculizada por déficits de infraestructura.
El escenario de las conmemoraciones, el Viejo Bojayá, es un claro recordatorio del impacto duradero de la masacre. En su mayor parte abandonado, con menos de 15 residentes, sus edificios en ruinas y un campo de fútbol inundado recibían a los visitantes que llegaban en barco. Este conmovedor telón de fondo añadió una capa de solemnidad a los acontecimientos del día.
José de la Cruz Valencia, líder comunitario y nativo de Bojayá, expresó su deseo de transformar el pueblo en un sitio de memoria y aprendizaje para Colombia. “Queremos convertir el municipio, donde tanto de nuestro pueblo derramó injustamente su sangre, en un ejemplo de construcción de paz en el país”, explicó de la Cruz. Él ve las ruinas no sólo como restos de un pasado doloroso, sino como poderosos mensajeros que hablan de las brutalidades del conflicto colombiano.
Un modelo de resiliencia
Los acontecimientos en Bojayá ilustran una narrativa más amplia en toda América Latina, donde las comunidades aprovechan el patrimonio cultural y la expresión artística para navegar los legados de la violencia. En lugares como Bojayá, el arte y la música han surgido como componentes vitales de la resiliencia comunitaria y la consolidación de la paz, ofreciendo un modelo para las regiones afectadas por conflictos en todo el mundo.
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Mientras Colombia lidia con los ecos de su pasado violento, la historia de Bojayá es un testimonio del poder de la memoria comunitaria y las artes como catalizadores de la curación y la esperanza. A través de iniciativas como ‘Sonidos para la construcción de Paz’, Bojayá recuerda a sus seres queridos perdidos y traza un rumbo hacia un futuro más armonioso.