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El Gastronauta que cuenta historias hechas con luz

Jose es un artista nato que mediante el lente de su cámara relata sus viajes gastronómicos como gastronauta.

Jose Iskandar

José Iskandar nos cuenta su experiencia teniendo viajes como gastronauta. / Foto: Cortesía

LatinamericanPost| Carolina Rodríguez Monclou

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Read in english: The Gastronaut who tells stories made with light

En un cálido hogar en Venezuela nació Jose Iskandar, hijo de inmigrantes libaneses. Para esta familia, la hora de sentarse juntos en la mesa a degustar la gastronomía árabe y venezolana era el momento más preciado y esperado del día. Jose, siempre curioso y amante de la buena comida, aprendió todas las recetas que su familia le enseñó.

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Jose se mudó a Colombia y trabajó como ingeniero en la industria petrolera por 17 años. Gracias a su empresa, viajó en repetidas ocasiones a Perú en donde se enamoró de la gastronomía de toda la costa norte de este país, pues allí degustó exquisitos platos como el tacu tacu, el majado de yuca y una gran variedad de pescados.

El 23 de abril de 2016 salió a la luz su proyecto “foodógrafo”, en el cual se dedica a la fotografía, los gastroviajes, la cocina y el food styling. Actualmente, su cuenta de Instagram cuenta con más de 13 mil seguidores y con miles de fotos de comida y recetas de todo el mundo. LatinAmerican Post se reunió con el foodógrafo para conocer más sobre su arte y pasión por la cocina.

LatinAmerican Post: ¿A qué te refieres cuando te defines como un “gastronauta”?

Jose Iskandar: Soy un gastronauta, es decir, una persona que hace viajes gastronómicos. Me parece hermoso el tema de viajar hasta las estrellas. Ya existían los gastronautas en la web entonces encontré la idea de “foodógrafo” (una mezcla entre la cocina, la escritura y la fotografía), porque me gusta escribir las historias detrás de la comida. Es una palabra que engloba varias de las cosas que me gustan hacer.

LP: ¿Cómo resulta un ingeniero convirtiéndose en fotógrafo y cocinero?

JI: Yo estudié en Venezuela Ingeniería de Materiales en la Universidad Simón Bolívar. Le estoy agradecido a la vida de ingeniero que me permitió viajar hasta lugares tan lejanos, vivir en muchos países y ahora estar en Colombia desde hace 10 años. Sí, soy un ingeniero que te enseña a cocinar, ¿y sabes? para los cocineros soy muy buen fotógrafo y para los fotógrafos, muy buen cocinero porque soy como un híbrido entre esas dos pasiones.

LP: ¿Dónde aprendiste fotografía?

JI: Como me gusta viajar mucho me compré una cámara profesional. Amigos fotógrafos me enseñaron cómo usarla. Sí hice cursos en Venezuela, pero muy cortos realmente. Luego aquí continué, pero a mí toda la vida desde joven me llamó mucho la atención la fotografía y era el que tomaba las fotos en mi casa.

LP: ¿Cómo fue ese primer acercamiento estético con la comida?

JI: Venezuela en sus buenas épocas tuvo la fortuna de recibir muchos extranjeros, entonces como yo era hijo de libaneses y mis amigos eran hijos de españoles, italianos, portugueses, y chinos, la agenda gastronómica era muy amplia. Ya en la universidad empecé a sentir una fascinación por la estética de los alimentos cuando iba a “restaurantear”. Sí sabía que existían lugares en donde los emplatados eran hermosos, la selección de la vajilla especial, y las tecnologías de preparación de los alimentos interesantes, pero para mí ese no era tanto el significado. Yo no quería competir contra un chef ni tener un restaurante, lo que yo quería era saber cómo puedo usar los elementos que tengo en casa para hacer ver más bonitos los platos.

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En su blog, Jose asegura que siempre ha creído en el poder de la cocina: desde su capacidad para seducir a la persona amada con una cena romántica, hasta la alegría y calidez que produce hornear unas ricas galletas para seres queridos.

LP: ¿Qué es lo más gratificante de esta labor?

JI: Creo que todo el amor que siento por la comida que hago se refleja en las fotos. Ahora trabajando con clientes me toca investigar mucho más porque cada negocio es distinto. Llega un día uno y me pide fotografiar sándwiches, entonces primero aprendo cómo hacerlo de manera tal que el queso no se vea tan grasoso, por ejemplo.

LP: En muchas familias el momento de la comida es sagrado y ese parece ser tu caso también, ¿es así?

JI: Todo empezó porque en mi casa era muy común que mi abuelo fuera a los mercados de plaza los domingos y llamara a todos sus hijos. Mis abuelos libaneses llegaron a Venezuela, luego mis papás y mis tíos. Era muy común en nuestra casa cocinar juntos y comer juntos porque éramos en Venezuela una familia relativamente pequeña porque éramos inmigrantes.

LP: ¿Qué es lo que más disfrutas de la comida venezolana?

JI: La comida venezolana también es muy especial para mí. Siempre cuento que en mi casa convivían el aguacate y el maíz con el garbanzo, pero también el perejil, el tahini y todos los ingredientes árabes. Mi mamá y mi papá se adaptaron muy bien a Venezuela, tanto, que hacen ayacas en los cumpleaños. Para mí es muy especial y estoy muy conectado. Siempre digo que soy venezolano, aunque la cultura libanesa también está muy arraigada en mí.

LP: ¿Algún secreto gastronómico que te gustaría compartir?

JI: Los platos de la cocina mantuana son una parte de todo lo que es la gastronomía venezolana, que, a mi manera de ver, es uno de los secretos mejor guardados de la cocina latinoamericana porque está llena de sabor y tiene recetas muy interesantes. Su historia está atada a la colonización y a lo que fue el legado de los blancos criollos con toda la mezcla de razas. Toda esta cantidad de platos son casi que desconocidos fuera del país entonces siempre trato de tener una o dos recetas venezolanas al año en mi blog.

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LP: La mayoría de tus seguidores te aprecian por ser una persona alegre y positiva, ¿cómo te sientes al respecto?

JI: Para mí es muy fácil maravillarme de todo. Por ejemplo, llegué a Colombia y empecé a descubrir un montón de cosas acá que me parecían deliciosas, como el ajiaco, pero ya luego incluso los patacones o el arroz con coco.

LP: ¿Tienes alguna receta favorita?

JI: Soy fan número 1 del falafel (croqueta de garbanzos o habas de origen árabe) y creo que es uno de los grandes platos estrellas de la comida que hacen en mi casa. También me gusta el tabulé (ensalada libanesa) y el hummus (crema de garbanzos). Esas son las recetas más especiales.

LP: Debido a la cuarentena, muchas personas se han sentido ansiosas y estresadas ¿cómo puede la comida ayudarlos a ser más felices?

JI: Yo sí creo que la comida es una de esas vías para encontrar la felicidad en días de aislamiento. Si por primera te estás encontrando con el reto de aprender a cocinar no empieces pensando “voy a hacer una torta de 3 pisos”. Mi recomendación siempre es que para conectarte de una manera bonita y empezar a disfrutar la cocina empieza con esos pasitos pequeños y cada vez ve retándote un poquito más. Ahí vas a descubrir la emoción que es comerse algo que uno mismo preparó.

LP: ¿Puede ser la cocina una actividad relajante durante la cuarentena?

JI: ¡Claro que sí!, a mí me encanta el mindful eating, es decir, cómo comer de manera consciente. Al cocinar, ya te estás conectando con lo que vas a comer porque tú mismo compraste los ingredientes, los estás preparando y entiendes el proceso y luego entonces cuando llega el momento de comer, siendo consciente de esto vas preparar y disfrutar mejor la comida. En estos momentos, tenemos una oportunidad de oro para hacer cosas que no habíamos aprendido a hacer antes y para conectarnos mejor con nuestra alimentación.

 

 

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