Las lluvias de Bolivia causan estragos: 51 muertos, emergencia nacional declarada oficialmente

Bolivia ha enfrentado una temporada de monzones inusual, lo que ha resultado en la trágica pérdida de 51 vidas y ha afectado a 378,885 familias. Esta semana, el presidente Luis Arce declaró una emergencia nacional debido a las lluvias récord, que han provocado inundaciones, deslizamientos de tierra y escasez de agua potable. Estos eventos han generado incertidumbre sobre el futuro del país.
Se desarrolla una crisis nacional
Bolivia enfrenta una de sus temporadas de lluvias más severas en décadas, lo que ha llevado a las autoridades a coordinar respuestas de emergencia a una escala no vista en más de 40 años. El miércoles, el presidente Luis Arce proclamó formalmente una “emergencia nacional” en respuesta directa a las inundaciones catastróficas, los deslizamientos de tierra y el desplazamiento de cientos de miles de personas en los nueve departamentos del país.
Arce habló con EFE y enfatizó la gravedad de la situación. Afirmó: “Estos desastres naturales exigen una declaración oficial de emergencia nacional”. Su declaración refleja las condiciones críticas. Esta circunstancia cobró 51 vidas en noviembre pasado y afectó a más de 378,000 familias.
Al usar la etiqueta de “emergencia nacional”, el gobierno obtuvo la facultad de eludir ciertos protocolos para agilizar la adquisición de recursos y el envío de ayuda. Arce explicó que el decreto permite obtener fondos externos y acelerar la entrega de asistencia a las zonas más afectadas.
Aunque el impacto es generalizado, los departamentos de Beni, Chuquisaca, La Paz y Santa Cruz están en mayor riesgo. Beni, ubicado en la cuenca del Amazonas, es especialmente vulnerable. Ya en “estado de desastre”, el departamento ha visto comunidades enteras sumergidas y forzadas a evacuar. Arce señaló que 209 municipios—de un total de más de 300 en todo el país—están en crisis.
Comunidades bajo el agua y en vilo
En todo el país, más de 2,500 viviendas han sido dañadas y al menos 818 han sido destruidas. Las escuelas en Beni han sido especialmente afectadas, con algunas quedando inhabitables debido al daño en las aulas por las inundaciones. Maestros y padres temen que la emergencia comprometa la educación de los niños durante semanas o meses en muchas localidades.
Las autoridades bolivianas han desplegado más de 4,000 militares en las zonas más afectadas, entregando más de 230 toneladas de suministros humanitarios. Equipos médicos móviles están brindando ayuda a los residentes, mientras se activan programas de salud para prevenir la propagación de enfermedades transmitidas por el agua.
En testimonios a EFE, residentes de Beni relataron cómo el desastre los obligó a abandonar sus hogares de la noche a la mañana. Muchos ahora viven en campamentos temporales a la orilla de las carreteras o en terrenos elevados, esperando que bajen las aguas. La mayoría ha perdido sus cosechas y el retorno a la normalidad parece lejano. “Todo sucedió tan rápido”, relató un voluntario local de la región de Beni. “Solo se escuchó el sonido del agua creciente y, en pocas horas, las personas buscaban refugio en canoas o sobre los techos. Ha habido inundaciones antes, pero nunca como esta”.
Otras partes de Bolivia, incluidas comunidades indígenas en las tierras altas, también sufren las consecuencias. Alrededor de La Paz, en una región montañosa, las lluvias constantes hicieron que los ríos se desbordaran, provocando deslizamientos de tierra que han afectado las tierras agrícolas. Cultivos vitales como la papa y la quinua han sido dañados, y los camélidos bolivianos, como llamas y alpacas, enfrentan dificultades para alimentarse en campos anegados.
Dificultades en los principales centros económicos
Santa Cruz, el centro económico del país y su área más poblada, sufre inundaciones extensas. El río Cotoca se ha desbordado y ha cubierto comunidades enteras en Puerto Pailas. Cuando los residentes despertaron, encontraron las calles convertidas en canales y sus casas sumergidas.
Un habitante de Puerto Pailas, Alfredo Ramos, declaró a EFE: “El agua llegó sin aviso durante la noche. Mi casa tiene daños por la inundación”. Muchos otros tienen relatos similares, describiendo cómo intentaron rescatar sus pertenencias apresuradamente.
En Santa Cruz, el gobierno local ha habilitado refugios en estructuras escolares y ha asistido a los desplazados. Se continúa evaluando los daños, mientras las autoridades temen nuevas lluvias intensas. Se están reforzando los bordes de los ríos cercanos y se insta a los residentes de zonas vulnerables a trasladarse a lugares más seguros de manera preventiva.
En La Paz, la ciudad occidental, carreteras se han desplomado debido a deslizamientos de tierra, obligando a los conductores a tomar rutas alternativas. Cochabamba, ubicada en el centro de la red vial del país, ha sufrido cierres de carreteras y puentes colapsados, lo que ha interrumpido los viajes y el suministro de bienes esenciales.
Preparándose para una emergencia prolongada
Los expertos pronostican que las lluvias intensas podrían continuar hasta principios de abril, por lo que las regiones se preparan para al menos un mes más de condiciones inestables. Las autoridades siguen emitiendo alertas rojas debido al crecimiento de los niveles de los ríos. En Santa Cruz, Beni y otras áreas propensas a inundaciones, los residentes siguen de cerca los pronósticos meteorológicos, esperando señales de alivio.
Se han iniciado esfuerzos para conseguir fondos para la respuesta y prevención de desastres. La semana pasada, el Senado de Bolivia aprobó un préstamo de 75 millones de dólares del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe. Estos fondos serán clave para reparar infraestructuras dañadas y apoyar a las poblaciones desplazadas.
El presidente Arce convocó a una sesión especial del Consejo Nacional de Autonomías en La Paz, en la que se coordinará la estrategia de respuesta con los gobernadores de los nueve departamentos. Esta reunión es crucial para agilizar la distribución de ayuda, las operaciones de rescate y la reconstrucción de infraestructuras, evitando obstáculos burocráticos. “Nada como esto ha sucedido en 40 años”, reiteró Arce a EFE, destacando la magnitud de la crisis. Los objetivos inmediatos del gobierno son asegurar las zonas en riesgo y restaurar el suministro de agua y electricidad para prevenir enfermedades.
Para muchos bolivianos afectados por las inundaciones, la urgencia es una realidad personal. “Perdimos nuestros campos, perdimos nuestros animales y no sabemos cuándo podremos regresar”, declaró una madre de tres hijos de una aldea cercana al río Beni. “Todo lo que podemos hacer es esperar y tener esperanza”.
Se espera que la recuperación sea larga y difícil. Más allá de la reconstrucción de viviendas e infraestructuras, será necesario restaurar los medios de vida que dependen en gran medida de la agricultura. Gran parte de la región amazónica ha sufrido daños en cultivos de maíz, plátano y yuca, lo que podría tener un impacto económico significativo en los próximos meses.
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Bolivia aguarda el fin de las lluvias, enfocándose en la seguridad inmediata y en las labores de ayuda. Mientras el gobierno y las agencias de socorro expanden sus esfuerzos, muchos bolivianos permanecen en campamentos temporales, expuestos a las inclemencias del tiempo. Comparten suministros y relatan historias de resistencia. Con la emergencia nacional declarada, la esperanza es que todos los recursos internos y externos disponibles lleguen rápida y eficazmente para ayudar a un país llevado al límite por las incesantes lluvias.