“Guardianes de la Galaxia vol. 3”: Una despedida agridulce
La familia de forajidos convertidos en héroes de Marvel regresa para una nueva y (posiblemente) última aventura. Te contamos qué puedes esperar de esta agridulce despedida en nuestra reseña de "Guardianes de la Galaxia vol. 3".
Foto: Marvel Entertainment
LatinAmerican Post | Juan Andrés Rodríguez
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Se debe reconocer que desde "Avengers: Endgame" (2019), la épica conclusión de la primera saga del universo cinematográfico de Marvel, la franquicia ha luchado por encontrar la razón que permita justificar por qué continuar con esta historia más allá de llenar las bóvedas de Disney con billones de dólares. Aunque algunas películas funcionan de forma individual como las grandes piezas de acción y entretenimiento que promete la marca, predomina la sensación de que se tratan de los momentos finales de una fiesta en la que ya pasaron los mejores momentos, pero el organizador persiste en emocionar a un público exhausto.
En ese contexto se debe reconocer el esfuerzo de James Gunn por dar un cierre adecuado a la trilogía de los Guardianes de la Galaxia con una odisea espacial para celebrar la unión de sus extraños y disfuncionales protagonistas. Tras años de proteger planetas y sociedades a través de todo el universo, los Guardianes deben salvar a uno de los suyos cuando Rocket se vuelve el objetivo de Alto Evolucionario (Chukwudi Iwuji), un científico sádico obsesionado con crear la sociedad perfecta.
Las épicas y coloridas secuencias de acción son elevadas por la química del elenco, quienes tienen gran dominio de cada personaje y permite que el humor fluya con naturalidad. Esto genera una combinación que compensa parcialmente por las técnicas manipuladoras empleadas para elevar el factor emocional y que buscan conmover hasta las lágrimas con formas tan obvias que son indignantes y ofensivas con el intelecto de la audiencia.
Un último viaje con estilo
En medio de las críticas habituales sobre cómo las películas de Marvel parecen producto de una inteligencia artificial (chiste que no está lejos de convertirse en realidad), es refrescante cuando permiten a un director trabajar desde su autoría para imprimir su estilo. Esto ha marcado la diferencia con las películas de Guardianes bajo el mando de James Gunn, quien se despide de la franquicia con todo un espectáculo.
Devolver la dirección a Gunn, después de un ridículo despido temporal, fue una decisión acertada, ya que permite dar un cierre cohesivo, tanto en estilo como el arco narrativo de sus protagonistas. Los efectos especiales, otra de las debilidades comunes de Marvel, destacan porque están muy bien logrados, llenos de texturas y colores que dan vida a una odisea en una galaxia excéntrica. Esto junto a los infaltables clásicos ochenteros y noventeros hacen que las secuencias y montajes de acción sean inolvidables.
Además, la lealtad de Gunn a ciertos actores paga muy bien en esta ocasión con la inclusión de Chukwudi Iwuji como el villano de turno. El Alto Evolucionario es un narcisista cuya obsesión con ser un dios lo sumerge en un sadismo aterrador. Otras adiciones como Will Poulter para el papel Adam Warlock, uno de los personajes más poderosos de los cómics, demuestran una buena elección de casting que lastimosamente se queda corta en desarrollo por la cantidad de personajes.
Pero lo más importante es que hay un cierre que respeta la evolución de los protagonistas que conocimos hace nueve años. La dinámica disfuncional de estos exconvictos se fortalece con cada entrega y en su última aventura se siente genuinamente la dinámica disfuncional de una familia. Cada miembro tiene el foco para destacar el viaje de su personaje y que al final, a pesar de exagerar el melodrama, se merece el sentimiento nostálgico de una despedida.
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Guía para manipular emocionalmente a una audiencia
Usualmente, el último capítulo de una saga tiene el clímax emocional del viaje, se siente el riesgo y se anticipa la pérdida, lo que provoca ansiedad y dolor. En "Guardianes Vol.3" se quiere lograr esto por medio de la historia de Rocket (Bradley Cooper), presentando finalmente su pasado trágico. Esta línea narrativa se vuelve excusa para aumentar el valor sentimental, disfrazado de un discurso sobre los derechos de los animales.
Poner animales tiernos y antropomorfos que crean vínculos emocionales en medio de un contexto de tortura parece propio de otras películas de Disney. Se hace tan obvia la intención de que la audiencia llore en ciertos momentos por medio de la lástima que es llevada al ridículo, que es ofensivo, como si la audiencia fuera tan insensible como para necesitar de la miseria total para sentir empatía.
En "Guardianes de la Galaxia vol. 3" James Gunn quiere que se sienta el peso del último capítulo de una aventura, que está determinado por el clímax de la acción y la emoción. Si bien logra cumplir a cabalidad el primer apartado con la entrega más grande de la trilogía, es en el segundo cuando falla abismalmente al elaborar en un vínculo que considera da un peso emocional, pero es innecesario cuando ya existe en la relación de los protagonistas, que por momentos pasa a segundo plano.
Gunn pasará a DC para dar rumbo a toda esa franquicia (que también está agotando sus recursos) y actores como Zoe Saldaña ya mencionaron que esta es su última participación en Marvel, lo que indica que realmente puede ser el fin de los Guardianes. Si es el caso, aunque no se van de la mejor forma, lo hacen en sus términos y con una historia digna.