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Reseña de “Todo lo que respira”: conectados por el mismo aire

En medio del caos de Nueva Delhi, dos hermanos se dedican a salvar las aves afectadas por la contaminación. Esta es nuestra reseña de "Todo lo que respira", nominada al Óscar para Mejor Documental y disponible en HBO Max.

Fotograma de la película 'Todo lo que respira'

Foto: HBO

LatinAmerican Post | Juan Andrés Rodríguez

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En medio del caos de Nueva Delhi, dos hermanos se dedican a salvar las aves afectadas por la contaminación. Su trabajo invita a reflexionar sobre la conexión de los humanos con el ambiente y sus diferentes formas de vida. Esta es nuestra reseña de "Todo lo que respira", nominada al Óscar para Mejor Documental y disponible en HBO Max.

Las ciudades se han concebido como la antítesis de la naturaleza, espacios donde el hombre cree que puede controlar el flujo de la vida, cuando en realidad está sumergido en un caos de su autoría que lo hace sentir alienado de su entorno y quienes le rodean. En realidad, aún estamos conectados con todos los seres, de formas sutiles e imperceptibles, y estas conexiones son fundamentales para nuestra existencia.

Esta es la esencia de "Todo lo que respira", uno de los documentales nominados al Óscar 2023. En su segunda película, el director Shaunak Sen presenta el trabajo de los hermanos Nadeem y Saud, quienes por más de 20 años se han dedicado al rescate y rehabilitación de aves en Nueva Dehli, particularmente del milano negro. Al crecer, los hermanos veían cómo sus familiares alimentaban a los milanos, siguiendo la creencia musulmana de que las aves se llevarían sus problemas. Ahora son testigos de cómo estas aves caen del cielo contaminado de la ciudad y con coraje redoblan esfuerzos en su misión por salvarlas en medio de un entorno cada vez más hostil.

Con una fotografía asombrosa y una edición hipnotizante, Sen logra configurar un relato que destaca las relaciones del hombre con la naturaleza en los espacios urbanos y en medio de la decadencia encuentra belleza gracias a la labor del equipo de Nadeem y Saud.

El flujo de la vida

La película inicia con un plano secuencia en un basurero de Nueva Delhi. Es noche, lentamente se enfocan las luces callejeras y la cámara se mueve sutilmente hacia el suelo, donde una manada de ratas se alimenta de los desechos. Esta escena, que por sus elementos podría asociarse con lo asqueroso, resulta extrañamente hermosa. Con fluidez logra destacar cada parte de este paisaje y la interconectividad entre todos los seres, construyendo una metáfora de la ciudad como un organismo.

Los animales y sujetos se adaptan a los cambios, articulándose al flujo de la vida. Los milanos se alimentan de las montañas de basura en las afueras de la ciudad, con lo que combaten la acumulación que resulta del consumo humano desmesurado. Los hermanos ingenian formas de atender a las aves en la precariedad del sótano de su hogar, que se inunda con facilidad y pierde la luz en medio de las cirugías. Ambos resisten a la hostilidad de un medio que persiste en su camino hacia la autodestrucción.

El documental tiene una cualidad melódica gracias a una edición pausada. Abundan las tomas largas que invitan a examinar la escena, como una respiración controlada para tomar conciencia del entorno. Destacan las escenas cuyo foco cambia para detallar a cada elemento del plano, desde el cielo hasta un insecto, y que resaltan la relaciones que forman el mundo. Esto crea un ritmo deliberadamente lento, que es cautivante, pero con momentos repetitivos y, por lo tanto, aburridos.

Este problema se soluciona en la segunda mitad, cuando se entrelaza la problemática ambiental con los conflictos personales y sociales. La pasión de los hermanos por su trabajo crea un lazo muy fuerte, lo que aumenta la frustración ante la escasez de recursos. Esto, a su vez, provoca discusiones y las soluciones tienen como precio la distancia. Además, hay una tensión subyacente por la persecución de los nacionalistas hindúes a la minoría musulmana, que confronta la integridad personal y de sus familias con la continuidad de la labor que da sentido a sus vidas.

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La belleza en la decadencia

En medio de un barrio decadente, con una calle maltrecha, se encuentra el hogar de los hermanos, que funciona como centro de operaciones. Sus paredes están mal pintadas, los cuartos atiborrados a tope y el sótano donde atienden a las aves apenas tiene espacio para sus computadores e instrumentos. Esto no les impide cumplir con su misión, que ejecutan con tal delicadeza que iguala la dicha de un artista.

Esto hace que la fotografía de la película sea uno de sus aspectos más memorables del filme. Ya sea una pila de basura en la que los animales buscan refugio o tomas de bandadas de milanos surcando el cielo de Nueva Delhi, que Nadeem describe como si estuvieran nadando en el cielo, cada fotograma captura una belleza que quita el aliento. Es un aspecto técnico que merecía más reconocimiento en la temporada de premios. Esta ausencia o invisibilización da cuenta de las limitaciones de las instituciones que otorgan premios y su preferencia por las convenciones del género y la concepción del documental más como un producto periodístico de denuncia que una muestra del arte cinematográfico.

"Todo lo que respira" rinde un homenaje al incesante trabajo de una familia por combatir la hostilidad con la que como especie tratamos a otras formas de vida. El flujo de sus imágenes nos recuerda que los humanos somos parte de un ecosistema, incluso en las junglas de cemento que construimos para distanciarnos. Cuidar de otros es también cuidar de nosotros, porque hay una hermandad intrínseca con todo lo vivo al compartir el mismo aire.

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