‘Tormentero’ de Rubén Imaz. Una entrevista con el director
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En un pueblo costero mexicano, un hombre se encuentra con un yacimiento de petroleo, cuyo efecto en la ciudad lo perseguirá toda la vida y lo hará perder la noción del tiempo
Es un ambiente de ensueño que toma cada vez más un aspecto de pesadilla, uno ominoso, en el que sabemos que eventualmente se caerá una tormenta. No encuentro ahora una mejor descripción para Tormentero (2017), la última película del director mexicano Rubén Imaz, conocido por obras como La familia tortuga (2006) o Cefalópodo (2010). La película, a un nivel narrativo, muestra la vida de Romero Kantún, pescador que hace muchos años encontró un yacimiento petrolero que provocó unos cambios en el pueblo y le granjó el desprecio de sus habitantes. Con este peso, Kantún vive borracho y delirando sobre episodios de su pasado, que confunde con el presente, e interactuando con los espectros que se le presentan. Así, somos testigo de un tiempo no lineal, en el que ni el personaje ni el espectador sabe en qué época está, ni qué tan real es la casa y otros personajes que encuentra.
En LatinAmerican Post, hablamos con Rubén Imáz para que nos contará más sobre su película. Esta se estreno en la nueva cinemateca de Bogotá en el marco del ciclo La Resistencia de la productora DOCCO, quienes le están apostando a la distribución de cine latinoamericano. A continuación, les dejamos lo que él nos contó.
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LatinAmerican Post: ¿Cómo nació la idea de la película?
Rubén Imáz: La película la filmamos en una ciudad que se llama Ciudad del Carmén en estado de Campeche en el sudeste de México, en la península de Yucatán, y ahí vivió mi abuelo por 25 años. Él no es de esa zona, es del centro de México, pero se fue a trabajar ahí hace tiempo, entonces es un lugar que estuve visitando continuamente, de paso, durante esos 25 años. Es una ciudad que de buenas a primeras no es muy atractiva, no es un lugar que te invite a quedarte o a disfrutarlo, pero a la hora que vas conociendo los lugares, que vas pasando más tiempo ahí, vas adquiriendo, descubriendo algunos secretitos, agarrando alguna especie de cariño por más que sea una ciudad industrial, petrolera, muy mal hecha.
Siempre prometieron que la bonanza petrolera la iba a hacer una ciudad hermosa y en realidad sigue teniendo calles de terracería, desagües abiertos, es muy grotesco. Pero al mismo tiempo está situado en una región paradisiaca, biológicamente, es una zona muy hermosa, una zona lacustre y de manglar muy importante para el golfo de México. Entonces cuando estás pasando el tiempo ahí, vas agarrando cariño por la gente, por el lugar, por más que sea esta ciudad industrial petrolera, mucha gente que vive sola porque solo trabaja en las plataformas, no hay mucho ambiente de comodidad, de sociedad, de familiares, es una tierra de nadie.
Pasando tiempo ahí, forzado, para visitar a mi abuelo, empecé a descubrir estos pequeños detalles escondidos detrás de una esquina o en alguna memoria ahí recóndita de algún personaje mayor, y fui descubriendo lugares, sucesos y di finalmente con la historia de la persona que había descubierto el gran yacimiento petrolero que transformó para siempre ese lugar. Siempre había sido una ciudad muy pequeña, por siglos, donde no pasaba realmente nada, y en un momento que llegó la industria petrolera transformó todo en menos de 10 años, creció una ciudad y sigue siendo un pequeño desastre, no se creó con orden urbano, ni con visión de futuro, sino que sencillamente llegó el petróleo y empezó a hacer las cosas y a explotar. A mí eso me pareció fascinante, esa rara fusión que se daba en cada esquina entre naturaleza e industria, porque es un lugar muy húmedo, es tropical, la naturaleza crece inmediatamente.
#Tormentero | 26 de junio en cines
La película nació cuando Imaz encontró la tumba de Rudesindo Cantarell. Allí supo que esa era la historia que quería contar. Don Rome también está inspirado en Próspero de La Tempestad de Shakespeare.
Tráiler: https://t.co/GjYEXs8MHY pic.twitter.com/tKfzAB1p5H— DOC:CO (@doccolombia_) 24 de junio de 2019
L.P.: ¿Qué relación hay con el fantasma en la literatura, como esa ausencia que persigue a los personajes? ¿Tiene algo que ver con Pedro Páramo?
R.I.: En otra película que hice en el norte de México, en el desierto de Sonora, me encontré con una tribu que vive muy ajena a la civilización occidental, la tribu Seri. Ellos todavía están instaurados en un sistema religioso animista; dicen los antropólogos que casi todas las civilizaciones pasaron por ahí, las religiones iniciaron sus procesos en situaciones animistas antes de darle nombres, apellidos, dioses, leyes y tal. De las principales características del animismo es este entendimiento que todo pertenece a la misma ánima, los seres vivos y los seres en movimiento con los seres inertes, incluso los desperdicios también.
Esa tribu fue sedentarizada, fueron nómadas hasta 1850, y desde que los sedentarizaron se les volvió un basurero, porque ellos no están acostumbrados a tirar la basura, porque para ellos la basura no es un concepto, todo es parte de lo mismo. Eso me dio pie inmediatamente a esta libertad espacio-temporal, pensando en que si todo podía ser parte del todo entonces se podía integrar el pasado, el presente, los vivos, los muertos, etc. Eso que mencionas de Pedro Páramo es inerte en cualquier persona mexicana que busque manifestaciones artísticas o sentimientos poéticos fuera de las grandes ciudades de México, en cuanto llegas a estos pequeños pueblos y vas buscando estas historias y estas leyendas, siempre es muy inmediato recurrir a la inercia de Pedro Páramo. No fue como tan específica de mi parte, pero siempre está respirando en uno esa visión, y yo creo que debe ser parecido a veces en Colombia, en ciertos pueblos, en lugares más abandonados, esta sensación de que el tiempo no ha pasado. Creo que eso es inmediato y eso sucede mucho en Ciudad del Carmen, esa sensación de que están vivos y la muerte se da per se. Haber leído a Pedro Páramo definitivamente influye en ese tipo de visión de lo mexicano para un tipo de persona, que es medio bucólica, sobre las provincias.
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L.P.: En cuanto a referencias ya no solamente mexicanas sino latinoamericanas, específicamente frente al cine, al momento de escribir el guion y a rodar la película, ¿estabas pensando en alguna referencia específica?
R.I.: A mí me gusta mucho estar leyendo a los directores de cine, qué hicieron y cómo hicieron para lograr o no lograr, o para perderse en el camino, o para sorprenderse de ellos mismos. En esta película me enamoré del proceso de edición que había tenido Tarkovsky con el espejo, que siempre mencionaba que era la película que más trabajo le costó montar, por las mil y un posibilidades de edición, al ser un sueño también la película. Él decía que llevaba cortes y cortes y no encontraba la edición de la película, que estaba a punto de desistir, era un tipo muy azotado, y que lo encontró en el ultimo corte. Es un poco fantasioso también, porque uno también es muy pragmático cuando edita, si está la película o no está, pero me gustaba mucho eso de probar para esta ocasión, voy a conseguir una pelíucla de un sueño pesadillesco, una sensación fantástica, onírica, quisiera poder entrar en un proceso de montaje, donde las cosas no tuvieran que ser inmediatamente lineales, donde no tuviera que respetar absolutamente un guión, que nos pudieramos perder. El guionista con el que trabajé no vio muchos de los cortos de la película, sino que vio o último, ya acabando la proyección le dije "¿Qué onda? ¿Cómo ves aquí? ¿Sí quieres el crédito o no lo quieres?", y el me dijo "por supuesto, si tu ves la película a contraguión y revisas de pi a pa, pues no mancha. Sin embargo, es exactamente la misma película que escribimos". Me gustó mucho cuando dijo eso, y yo también creo que es parte de la apuesta.
L.P.: Además también es parte de pasar de lo escrito a la imagen, y no puede quedar inmune en el proceso, tiene que haber cambios…
R.I.: Yo soy participe de eso, soy estudiante de cine muy intenso y radical, y siempre he peleado con esa posibilidad. A mi me encanta la palabra en español de guion, que es una guía. Me molesta mucho la palabra en inglés de screenplay, ¿entonces hago teatro o lo filmo o a que estamos jugando? La palabra guión me parece mas sugerente para esa posibilidad, porque es una guía para que se continúen reescribiendo. Me encanta esta idea de que el proceso de escritura llega hasta el último día del montaje, o incluso en la edición sonora estás poniendo detalles y transformando experiencias cinematográficas.
LatinAmerican Post | Juan Gabriel Bocanegra
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