¿En qué consiste la amenaza de la masificación turística?
Varias ciudades comienzan a sufrir de manera notable la llegada descontrolada de visitantes
En los últimos dos años, el término ´turismofobia’ se ha utilizado y escuchado cada vez más, pues las protestas vecinales en ciudades como Barcelona, Roma o Venecia se han vuelto habituales. El 14 y 15 de diciembre en Madrid, el Consejo Mundial de Viajes y Turismo, un lobby internacional que integra a las grandes compañías del sector, discutió este fenómeno para conocer sus consecuencias, todo ello basado en un informe que desvela las diez grandes ciudades que corren el mayor riesgo de sufrir los problemas que conlleva la masificación turística.
El turismo siempre es bien recibido, pues supone un importante impulso para la economía de cualquier país. Sin embargo, los habitantes de algunas ciudades se sienten invadidos por miles de personas y sienten que hay un descontrol que afecta al ritmo normal de la ciudad y termina con los negocios tradicionales. Alex Ditcher, de la consultora McKinsey, quien colaboró en la elaboración del informe, advirtió que, como en todo, es mejor “prevenir que curar”, pues “cuando la masificación va demasiado lejos las consecuencias son muy difíciles de revertir”.
Muchos habitantes de las ciudades afectadas declaran que ellos no están en contra de los turistas pero sí reclaman un turismo sostenible y controlado que no se enfoque únicamente en la generación de dinero a cualquier precio. Una de las consecuencias más graves de la llegada masiva de turistas es la gentrificación, que básicamente es un proceso en el cual se expulsa a los propios habitantes de la ciudad, principalmente los que viven de alquiler, en favor de los visitantes, al convertir los propietarios sus apartamentos en alojamientos turísticos para rentarlos a precios muchos más altos que sus nuevos inquilinos temporales sí están dispuestos a pagar. Esto hace que se forme una burbuja inmobiliaria que infla los precios y hace prácticamente imposible para la población local residir en esas zonas, afectando también al pequeño comercio.
Una de las ciudades más golpeadas por este problema, Amsterdam, ya ha tomado medidas, como limitar a 60 días los alquileres turísticos que ofrecen webs como Airbnb, prohibir la apertura de nuevos negocios destinados a turistas en la zona centro y trasladar la llegada de cruceros fuera de la ciudad en los próximos cinco años. Barcelona también ha tomado cartas en el asunto. Hace unos meses ya impuso la mayor sanción a Airbnb hasta la fecha (600.000 euros) y ha aprobado aplicar una tasa a aquellos visitantes que permanezcan menos de un día en la ciudad.
Desde el Consejo Mundial de Viajes y Turismo se aclara que no están buscando culpables sino soluciones, pues hay que tener en cuenta que las plataformas digitales sancionadas o las compañías de cruceros, señaladas de facilitar la masificación, también forman parte de este lobby. Su presidenta, Gloria Guevara, advierte que a estos destinos seguirán llegando más y más turistas por lo que lo es fundamental “saber gestionar el éxito”. Medio ambiente, transporte, comercio, seguridad y vivienda son los factores que más ven afectados las principales ciudades turísticas, que no tienen más remedio que buscar soluciones y encontrar un equilibrio entre el jugoso negocio del turismo y las cada vez más exigentes demandas de sus habitantes.
Latin American Post | José María González
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