Viajar es de lo mejor que podemos hacer para nuestro cerebro
Las mayoría de las personas con bajo desempeño laboral nunca han salido de su ciudad natal
Pareciera que las personas que han tenido la oportunidad de vivir en otras culturas diferentes a la propia son más creativas, eficientes y hasta ‘más inteligentes’ que aquellos que no lo han hecho. Este postulado ha sido confirmado por diferentes investigaciones científicas, las cuales al analizar los cambios que ocurren en el cuerpo al viajar, descubrieron que el cerebro es el más beneficiado y su estructura se modifica en pocos días de inmersión cultural.
Este modificación neuronal se conoce como plasticidad cerebral y hace referencia a la capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y funcionamiento a lo largo de su vida, como reacción a la diversidad del entorno. En palabras simples, es una característica del cerebro que se estimula cuando el individuo se enfrenta a nuevos lugares, sabores, sonidos, personas o rutas.
La plasticidad cerebral en la mayoría de las personas deja de potenciarse en la infancia, justo después de establecer los gustos, percepciones, ideas y conceptos que definen la personalidad del individuo. Sin embargo, viajar aumenta dicha plasticidad, permitiendo así la transformación o el enriquecimiento de su conocimiento y habilidades.
Bajo estos conceptos, realizar un viaje de inmersión cultural no es solo un estímulo para los sentidos, sino también para las conexiones neuronales responsables de la memoria, el lenguaje, la autoconfianza, la creatividad y la capacidad de generar estrategias para la resolución de problemas. Esto fue ratificado por la Universidad de Tel Aviv, quien tras un estudio encontró que las personas con bajo desempeño laboral o académico son en su mayoría quienes nunca han salido de su ciudad de nacimiento.
21 días serán suficientes
Algunos psicólogos afirman que viajar es una auténtica fuente de conocimiento. Esta actividad es quizá el sueño que la humanidad entera tiene en común, pero solo algunos pocos parecen hacerlo posible.
Contrario a lo que podríamos creer, no se necesitan años sabáticos o extensas sumas de dinero para impulsar la plasticidad cerebral mediante un viaje. Según expertos, 21 días de inmersión cultural son suficientes para cambiar la estructura mental. Tampoco es necesario tomar un avión hacia el otro lado del planeta, puesto que ir a un lugar en tu país donde hay una comunidad diferente puede tener los mismos beneficios.
Algunos neurólogos sugieren tres pasos para realizar un viaje en el escenario ideal: primero se debe elegir un destino desconocido sin tener ideas preconcebidas sobre el mismo; segundo, se sugiere permanecer allí por al menos 21 días; y por último, lo mejor es hacer el viaje sin compañía.
Otras alternativas si no es posible viajar
Si bien viajar es el estimulo cerebral más potente, existen otras maneras de potenciar las conexiones neuronales que no requieren la compra de tiquetes de avión. Tomar rutas diferentes para llegar al trabajo, inscribirse en actividades nuevas y difejtes, aprender un nuevo idioma o habilidad, ir al gimnasio a una hora diferente para conocer nuevas personas o arriesgarse a tomar un café solo sin teléfonos celulares en la mano para experimentar y observar el entorno son también ejercicios que potencian el cambio de los esquemas mentales.
Las experiencias culturales tienen el potencial de sacar a la gente de burbujas concebidas a temprana edad o heredadas por el ámbito de formación. Las investigaciones han demostrado que las personas que vivieron o trabajaron por un periodo en el extranjero están más capacitadas para dar soluciones o propuestas creativas a nivel profesional, que aquellos que jamás salieron de sus ciudades natales.
Latin American Post | Krishna Jaramillo Jaramillo
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