Colombia: ¿Es posible que las energías alternativas reemplacen algún día a las tradicionales?
Todavía queda un camino muy largo que recorrer para que las energías alternativas puedan suplir un porcentaje considerable de la demanda del país
En Colombia, actualmente se encuentra en construcción la planta de energía solar más grande del país, ubicada en El Paso en el departamento del Cesar. La planta, según un comunicado de prensa de la empresa Enel Green Power, tendrá una capacidad de 86.2 Mw (megavatios) y podrá generar alrededor de 176 GWh/año (gigavatios-hora por año). Pese a esto, la oferta de energía de este proyecto aún es muy baja al compararla con la demanda en Colombia. En mayo de 2018, de acuerdo con el indicador de demanda diaria de energía SIN atendida publicado por la empresa XM, la demanda fue de 5,723.86 GWh/mes, por lo que al año sería de entre 60,000 a 70,000 GWh.
Únicamente este parque, de ser conectado a la red de energía del país, no podría suplir ni siquiera una vigésima parte de la demanda energética de este, mucho menos impactar la cadena de generación de energía. De hecho, la oferta anual de esta planta solar equivale más o menos a la demanda diaria de energía en Colombia.
Según el Informe de registro de proyectos de generación de energía de electricidad de la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME), en lo que va del año hay 168 proyectos vigentes de los cuales 124 son de energía solar, 2 de biomasa y 14 de eólica. En total, si estos proyectos de energía solar tuvieran una capacidad de oferta similar a la de la planta que se está construyendo en la costa colombiana, se supliría menos de la mitad de la demanda del país sudamericano.
Por supuesto, en el informe hay más proyectos vigentes contemplados de 2007 a 2018, 546 para ser exactos, de los que 373 son de energía solar, y solo nueve de estos tendrían una capacidad mayor a 100 Mw, lo que podría o no cambiar esa cifra. La pregunta ahora es cuántas de estas plantas se conectarían a la red de energía del país y cuántas estarían destinadas para autoconsumo de una empresa.
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Lo cierto es que todavía queda un camino muy largo que recorrer para que las energías alternativas puedan suplir un porcentaje considerable de la demanda del país, y así reemplazar las energías tradicionales. En un país como este, que por su geografía y recursos naturales puede generar energía hidráulica y termoeléctrica, esto sería un gran paso para un desarrollo mucho más sostenible, que no dependa completamente de esas energías tradicionales. Energías que, aunque baratas, tienen un gran impacto medioambiental y no son del todo seguras.
“El país no puede estar atrapado en un solo recurso porque cuando tiene sequía, termina generando con diésel, elevando los precios y la contaminación como nos pasó en el año 2015”, dijo el ministro de Minas y Energía, Germán Arce Zapata, en entrevista con Yamid Amad sobre fuentes de energías renovables, especial para El Tiempo.
No obstante, como ya ha sido mencionado, todavía queda un camino muy largo para que en este país las energías renovables no convencionales reemplacen a las tradicionales. Para que esto suceda, Colombia necesita continuar trabajando para que estas energías se adopten a gran escala de manera que sean competitivas, suplan la demanda y se presenten como una alternativa real a las convencionales.
En los últimos años, en el país se han promulgado normativas que promueven el desarrollo de este tipo de energías no convencionales, tales como la Ley 1715 de 2014 y el Decreto 0570 de 2018 del Ministerio de Minas y Energía. Sin embargo, todavía no hay una ley que obligue a hacer uso de estas a gran escala. Con estas normatividades lo que se busca es una integración de estas energías alternativas al sistema energético colombiano, más que reemplazarlas.
Colombia apenas está iniciando a invertir en energías diferentes a las convencionales a comparación con otros países latinoamericanos como Brasil, México, Argentina y Chile, por lo que todavía presenta barreras. Si bien las condiciones medioambientales de este país son favorables para desarrollar proyectos tanto en energía solar, como en energía eólica y mareomotriz que puedan suplir un porcentaje considerable de la demanda energética, a gran escala probablemente no es económicamente sostenible en este momento.
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De acuerdo con Germán Arce Zapata, la inversión para generar energía eólica o solar valdría 2.000 millones de dólares. "Pero le aclaro que esto no es inversión pública, es privada. El Estado no es el que contrata. El Estado dicta normas y regulación", aseguró él.
Por lo pronto, en Colombia se está avanzando poco a poco en la inversión de energías alternativas cuyo uso pueda satisfacer la demanda energética del país. La nación cafetera y sus dirigentes se han dado cuenta que el país no puede depender de energías tradicionales. Por el contrario, debe apostar por alternativas que potencialmente logren disminuir el impacto de la huella ecológica en el medio ambiente. Por supuesto, esto último sólo puede ser posible a través de una racionalización efectiva de energía; del uso de tecnologías que hagan lo mismo, pero consuman menos; y del aporte humano, mediante la fomentación de consciencia medioambiental.
Latin American Post | Diana Rojas
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