Papa Francisco: Oxígeno para el vaticano
El Papa ha traído una agenda renovada que ha aumentado su influencia geopolítica
Todos quieren ver al Papa. Desde jefes de Estado y veteranas reinas, hasta otros más controvertidos o estrellas de Hollywood. Aunque el Vaticano es el Estado más pequeño del mundo, tiene gran influencia bajo una cabeza muy notable como es el Papa Francisco. El Vaticano mantiene relaciones diplomáticas con 170 Estados e instituciones, una red que muchos otros países soñarían tener. Pero incluso Francisco tiene detractores, a los que no les gusta nada. Son una minoría, pero dispuesta a hacer su voz.
Los enemigos del Papa son, en general católicos tradicionalistas y ultraconservadores a los que les espanta el estilo informal adoptado por este Pontífice y su empeño declarado de hacer “una Iglesia pobre y para los pobres”. También le son hostiles bastantes neoliberales (sobre todo estadounidenses) que consideran un grave pecado las críticas sin paliativos que Bergoglio lanza contra el capitalismo.
Lo que dice el Papa Francisco tiene eco en el mundo entero; ha llegado a ocupar por cinco años consecutivos una de las posiciones más importantes en la lista de los hombres más influyentes según la revista Time. Sin importar la religión principal que predomine en los países, la lista de invitaciones que recibe el vaticano para una visita papal es extensa, el motivo -según la asociación de investigación de mercados y sondeos WIN/Gallup Internacional- es que el Papa es visto como un emisario de paz y sin pretensiones “colonialistas”. Así mismo el sondeo, que ha recogido las opiniones de 63.272 personas de 64 países de los cinco continentes, reveló que más de cinco de cada diez habitantes del mundo (54%), independientemente de su religión, tienen una visión positiva del Papa Francisco, frente a un 12% que le valora de forma desfavorable y un 34% que prefiere no dar su opinión.
Atendiendo a las diferentes religiones, las valoraciones positivas sobre el Pontífice crecen entre los católicos hasta un 85%. Asimismo, un 65% de los judíos dice tener una opinión favorable, frente a un 33% de los budistas y un 28% de los musulmanes. Esto no quiere decir que la mayoría de los creyentes de estas dos confesiones realicen una valoración desfavorable de Francisco, sino que en su mayor parte (un 57% y un 55%, respectivamente) no le conocen, según el estudio. La atmósfera que ayuda la imagen de Francisco está basada en que no hay pronunciación de palabras hostiles hacia el islam o la iglesia ortodoxa; más bien al contrario, una búsqueda constante de acercamiento.
El Papa Francisco también se ha convertido en el ídolo del marketing; el comunicador por excelencia. Estas cualidades se celebran en Forbes y se eleva a líder porque sabe agitar a las masas, toma posiciones claras y responsabilidades bien calculadas.
La influencia del Papa se ha extendido más allá de la esfera religiosa; intervino en las negociaciones secretas entre Estados Unidos y Cuba para restaurar relaciones diplomáticas después de más de 50 años de hostilidad, enviando misivas para fomentar el acuerdo y después arreglando una reunión de las dos partes en el Vaticano. En Colombia, Francisco ha sido una figura clave para impulsarlos acuerdos de paz y así mismo ser garante del fin de cincuenta años de conflicto. Su visita a República Centroafricana, un país en guerra, ha sido el viaje más arriesgado que ha realizado como Papa hasta la fecha. Su paso por un campo de refugiados fue uno de los momentos culminantes y un poderoso mensaje diplomático para todo el mundo.
El Sumo Pontífice aún no ha puesto todas sus cartas sobre la mesa, pero su misión espiritual de convertir a los pobres en la preocupación central de la iglesia ya le ha permitido intervenir en los principales debates a nivel global, como el cambio climático, la inmigración y la reflexiones sobre la economía capitalista. Al Papa no parecen molestarle las contradicciones a su actuar, e incluso es posible que ni siquiera las considere de tal forma, pues ha promovido el diálogo abierto.
Latin American Post | Carlos Eduardo Gómez Avella
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