Latinoamérica no tiene techo para todos
La región afronta un déficit de vivienda, donde el problema no sólo está en la demanda sino en el costo y la informalidad
Latinoamérica ya no tiene techo para tanta gente. La región, a pesar de estar conformada por ciudades de gran tamaño poblacional, no cubren con las necesidades básicas de vivienda digna. Según la Organización de Naciones Unidas, en su último estudio sobre vivienda elaborado por el PNUD, “las 50 ciudades más pobladas de la región, con población superior a 1.300.000 habitantes, están 15 en Brasil, siete en México, cinco en Colombia, cinco en Venezuela y las restantes de a una o dos en los demás países.”
Read in english: Latin America does not have housing for everyone
Las principales ciudades, por importancia comercial, económica y por centros sociales, son Ciudad de México y Sao Paulo. Ambos lugares superan los 20 millones de habitantes cada una; sigue Buenos Aires con cerca de 16 millones; Rio de Janeiro cuenta con algo más de 12 millones; Lima y Bogotá con 10 millones cada una. Finalmente, el siguiente grupo de ciudades alardea de cinco millones y está repartido de manera más esparcida en el continente.
¿Dónde duerme tanta gente?
El problema de urbes tan grandes no es su cantidad de habitantes, sino la demanda de vivienda que, en todas las ciudades mencionadas, es muy superior a la oferta. No obstante, la oferta no es específicamente en cuanto a vivienda formal, lo que genera entonces que para dar solución al problema de escases se recurra a la informalidad. Es decir, la informalidad se refiere a las viviendas que ocupan un lugar no destinado para construir, pero que con el tiempo las administraciones locales les otorgan servicios públicos con el fin de tener acceso a los servicios básicos que protege la ley. Estas viviendas informales, según el reporte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), titulado Busco Casa en Arriendo, cerca del 53% de las viviendas en las urbes latinoamericanas son de carácter informal.
Ese mismo estudio asegura que el 37% de las viviendas que la gente compra tienen un déficit, principalmente cualitativo. Esto significa que muchas de estas viviendas “no tienen título de propiedad, carecen de servicios básicos de agua, luz, transporte, infraestructura inadecuada, y se ubican en asentamientos o en zonas de alto riesgo”.
Debido a esta circunstancia en Latinoamérica, la gente ahora prefiere arrendar o alquilar antes que comprar, lo que conlleva a que las propiedades en venta se conviertan en un rubro que no genera utilidades. Por el contrario, se crea un stock de viviendas vacías que obliga a inversionistas a tener cuidado para invertir en nuevos proyectos.
¿Qué se puede hacer?
Según datos del PNUD, los habitantes rurales están yéndose a las ciudades, por lo que la creciente demanda de vivienda convierte la tierra disponible en un artículo codiciado y limitado. Las administraciones locales, apoyándose en diseñadores urbanos, el sector privado y la sociedad demandante, deben empezar a trabajar en planes urbanísticos a largo plazo. Las nuevas administraciones deben continuar con el incentivo de construcción y formalización de vivienda. Estos planes son programas de 15 o 20 años, cuya única consecuencia es generar ciudades sostenibles con mejores índices de calidad de vida de los pobladores.
Junto a esto debe implementarse planes de acceso a vivienda propia. Muchas de las familias de la región, según el BID, no pueden acceder a los planes hipotecarios, lo que los obliga a diseñar y construir paulatinamente sus viviendas.
Más de la mitad de las familias de Caracas, La Paz, Buenos Aires, Sao Paulo, Río de Janeiro, Ciudad de México, Quito y Managua padecen de esta situación, lo que además implica demoras en la construcción y cumplimiento de las necesidades básicas de vivienda.
Mientras se llega a este deseo utópico de desarrollo social, las administraciones locales pueden impulsar planes de alquiler de viviendas, que brinden a las personas las necesidades básicas y que no se encuentre marginadas. Es decir, que el sector privado tiene acá la oportunidad de involucrase e incluso formalizar un negocio para aumentar la oferta de vivienda y proteger a los inversionistas de la burbuja inmobiliaria.
Latin American Post | Carlos Eduardo Gómez Avella
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