Algunos de los más pudientes no están interesados en pagarle menos al estado 

Hace poco menos de una semana la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó la reforma fiscal de Donald Trump, la cual busca recortar los impuestos de las empresas y los trabajadores a partir de 2018. Aunque esta victoria se convierte en una primera prueba superada para el proyecto de ley, aún debe contar con la aprobación del Senado para que pueda aplicarse con rigurosidad desde el año por comenzar.

Reducir los impuestos y ayudar a la clase media de EE.UU., fue una de las promesas de campaña que le permitió a Trump, conseguir los suficientes votos en su camino hacia la presidencia. Instalado en la Casa Blanca y cumpliendo con su cometido, el mandatario pretende reactivar la economía del país mediante la aplicación de su reforma fiscal. Entre las enmiendas a modificar, una de las más polémicas ha sido la reducción de impuestos para los más ricos de la nación, argumentando que esto se hace con el objetivo de mejorar las condiciones de los grandes empresarios, para que ellos puedan a su vez, brindar mayores beneficios a sus trabajadores, evitar recortes de personal y crear nuevas empresas.  

Este panorama que para muchos puede sonar idílico o injusto, paradójicamente ha sido rechazado por 400 multimillonarios estadounidenses. Mediante una carta, empresarios, banqueros y filántropos, le solicitaron al Congreso la NO reducción de sus impuestos, argumentando que tal acto, generaría serios problemas para la nación americana a largo plazo, además de considerables desmejoras en servicios de educación, medicina y proyectos sociales.

Los opositores argumentan que recortar los impuestos generaría serios problemas para la nación americana a largo plazo, además de considerables desmejoras en servicios de educación, medicina y proyectos sociales.

“Somos ricos a los que nos preocupa profundamente nuestra nación y su gente y escribimos con una sola petición: no nos corten los impuestos. Creemos firmemente que la forma de crear más trabajos de calidad y fortalecer la economía no es mediante reducciones de impuestos para los que más tenemos, sino invirtiendo en el pueblo americano”, expresa la carta firmada por figuras como Steven Rockefeller, la diseñadora Eileen Fisher y el antiguo presidente de American Airlines, Bob Crandall.

Para los multimillonarios, la solución para inyectar economía al país no se encuentra en brindar mayores beneficios a los más favorecidos, sino por el contrario, en aumentar los impuestos a esta población para que dichos recursos puedan ser utilizados en la mejora de los servicios básicos del resto de los ciudadanos. El proyecto de reforma pretende reducir el impuesto a las ganancias corporativas de un 35% a 20%, además de una reducción del impuesto a la renta personal, en el cual parejas que ganen más de un millón de dólares al año, o individuos que devenguen más de 500.000 dólares al año, pasarán de pagar 39,6% de impuestos a 38,5%.

Según la Casa Blanca y los republicanos del Congreso, esta reforma está diseñada para atraer mayor inversión hacia EE.UU. y permitir que el dinero ahorrado al no tener que pagar tantos impuestos al gobierno, sea utilizado en la creación de nuevas compañías y por ende, nuevos empleos, mejores condiciones para los empleados y aumento de salarios para la clase obrera surgirán.

¿Será esto una buena estrategia? De acuerdo a muchos expertos el recorte de impuestos es solo una manera de continuar robusteciendo las cuentas bancarias y los imperios de los multimillonarios de EE.UU. Por ello, los opositores de la reforma indican que en su lugar, se deberían buscar normativas que aseguren que todo el dinero recaudado mediante estos gravámenes, se va directo a fondos que garanticen la educación, salud y bienestar de la población realmente afectada en el país.

Latin American Post | Krishna Jaramillo

Copy edited by Laura Rocha Rueda