Masacre de Tiananmen: una noche que el gobierno chino quiere borrar de la historia
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El 3 de junio se cumplieron 30 años de la masacre de la plaza de Tiananmen en Pekín. Aún hoy en día, el gobierno chino no reconoce la matanza
En Latinoamérica sabemos de los excesos de violencia. Nuestro continente ha pasado por dictaduras que desaparecen a activistas, por gobiernos que asesinan a los civiles y después los hacen pasar por guerrilleros, por imperios que han exterminado culturas completas. Todavía hoy hay muertos en manifestaciones, como en las de Nicaragua en los últimos meses, o en las de Haití en febrero cuando se reclamaba que el presidente renunciara.
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También hay poblaciones específicas que suelen ser víctimas de estos ataques, principalmente aquellos que se manifiestan su descontento frente al status quo. Dentro de estos se encuentran los estudiantes, aquellos jóvenes que todavía piensan que el cambio es posible y todavía no han sido invadidos por el miedo o lo comodidad de las personas mayores.
Uno de los ejemplos más insignes es la masacre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco en Ciudad de México. Ésta sucedió la noche del 2 de octubre de 1968 cuando francotiradores y oficiales armados comenzaron a disparar a los manifestantes. Las cifras no están claras, pero hay un aproximado entre 150 y 350 víctimas, como informa El País.
Como latinoamericanos, entonces, nos podemos identificar y solidarizar con la Masacre de Tiananmen en China, cuya conmemoración fue hace unos días. Acá hacemos un breve recorrido sobre qué pasó esa noche del 3 de junio de 1989 en Pekín.
Estudiantes vs. tanques del gobierno
Todo comenzó unas semanas antes, a mitades de abril . Tanto estudiantes, como obreros e intelectuales, miles de ellos, salieron a la calle y se tomaron lugares simbólicos como la entrada de la Ciudad Prohibida. Los manifestantes, recuerda El País, exigían "mayor transparencia al Gobierno y reformas políticas, y se quejaban de la gran corrupción reinante y la situación económica", lo que en últimas se traduce a la instauración de un gobierno democrático que reemplazara la lógica del gobierno maoista que habían tenido por más de 30 años. Por esta razón, se conoce en la historia como el Movimiento Prodemocrático de 1989.
Todo parecía que iba bien, la gente salía a la calle con esperanzas de cambio, pero todo empezó a cambiar el 20 de mayo. Ese día, el gobierno decretó Estado de excepción y empezó a movilizar tropas, tanto tanques como soldados, al interior de Pekín. El tono de las amenazas iban creciendo poco a poco, como el 22 de mayo , cuando lanzaron folletos desde helicopteros avisando que debían desalojar la Plaza de Tiananmen. Sin embargo, los estudiantes siguieron y decidieron ocupar esa misma plaza. Con campamentos y hasta con las construcción de una estatua de 'la diosa de la democracia', este lugar se volvió el principal sitio de protesta.
"Era la protesta más pácifica en la historia (…) era tan pacífica que incluso los ladrones dejaron de robar, no es un chiste", dice Zhou Fengshou, lider estudiantil durante las manifestaciones que tuvo que exiliarse en Estados Unidos después de estar en la lista negra del gobierno chino, en entrevista en YouTube con China Uncensored. Sin embargo, llegó la noche del 3 de junio y los soldados del Ejército Popular de Liberación entraron con tanques con la única de orden de desalojar la plaza.
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El resultado: alrededor de 1000 muertos por disparos y aplastados por los vehículos acorazados. Fengshou lo describe así: “Era como un muralla. Por un lado, estos son los estudiantes pacíficos sin ningun arma. Por el otro, hay tropas completamente armadas, y en su mayoría tropas de élite del gobierno comunista, con tanques y ametralladoras". Este hecho duró toda la noche, y en la mañana del 4 de junio, la esperanza de cambio había muerto y en la plaza ya no quedaba nadie.
Censura y olvido de la masacre
Hasta el día de hoy, el Gobierno chino no ha aceptado que haya sucedido una matanza y sigue afirmando que se trató de un represión necesaria de estudiantes violentos. Tal como se justificó el Ministro de defensa de China, Wei Fenghei, en declaraciones dadas en un foro regional en Singapur recogidas por la BBC, "el incidente fue una turbulencia política y el gobierno central tomó medidas para detener la turbulencia".
Esta actitud negacionista se hace evidente en el cruce de palabras que tuvieron Mike Pompeo y la embajada china en EE.UU, cuyos extractos se reflejaron en The New York Times, después de que el Secretario de Estado publicara un comunicado en el que apoyaba la conmemoración de la masacre y criticaba al Gobierno chino por no dar claridad sobre él. En él, Pompeo declara: "saludamos a los heroes del pueblo chino que se levantaron valientemente hace treinta años en Plaza de Tiananmen para exigir sus derechos. Su coraje ejemplar ha servido de inspiración a las futuras generaciones que piden libertad y democracia alrededor del mundo".
A esto, el portavoz de la embajada china respondío: "el pueblo chino tiene toda la voz en China (…) Cualquiera que intente infantilizar y matonear al pueblo chino con cualquier nombre o dar un sermón de 'lucha de civilizaciones' para resistir la moda actual no triunfará. Solamente terminarán en la basura de la historia".
Por último, hay que recordar la masiva censura de los medios que hay en China, incluyendo Internet. En esta 'Gran muralla digital', como recuerda RFI, las autoridades limpían sistematicamente los principales sitios web como Baidu, el equivalente a Google, o Weibo, la versión china de Twitter. Así, es "díficil encontrar la evocación de las semanas de manifestaciones estudiantiles en la primavera del 89; mucho menos de la 'limpieza' de la plaza en la mañana del 4 de junio ni la famosa foto del joven chino bloqueando los tanques, tomada al día siguiente".
Con tal control de la información, las jovenes generaciones hoy en día no conocen mucho sobre este evento violento, a tal punto que en ninguna ciudad del país, a excepción de Hong Kong, se hizo marchas de conmemoración. Como afirmó Fengshou, "es una pelea, una continua pelea contra la amnesia forzada".
LatinAmerican Post | Juan Gabriel Bocanegra
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