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Periodismo y poder: los estragos de una alianza

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El gobierno de AMLO publica una lista de 36 periodistas que recibieron dinero durante el Gobierno de Peña Nieto. Pero, ¿cuál es el efecto de estos 'negocios'?

Periodismo y poder: los estragos de una alianza

Hay una película mexicana llamada La dictadura perfecta (2014), dirigida por Luis Estrada, que describe esta situación: un presidente, tratando de quedar bien con un representante americano, le dice que los mexicanos son mejor mano de obra que los 'negros' de allá, comentario que es grabado y se vuelve viral. Para que la atención sea desviada, el presidente les pide a sus amigotes de Televisión Mexicana (TV MX) que desvíen la atención con otra noticia impactante. Acto seguido, el noticiero transmite unos videos sospechosos del gobernador Carmelo Vargas, quien después de verlos se acerca a negociar con el canal de televisión. Después de esto, la película se vuelve una serie de montajes -incluso de un secuestro- y de estrategias de desviación de la atención para mejorar la imagen de Vargas y montarlo en la presidencia.

En su momento, con su tono satírico y burlón, esta película era una crítica a los escándalos de colaboración entre el expresidente Peña Nieto (2012 – 2018) y la cadena de televisión Televisa, que había recibido dineros para 'favorecerlo' durante la campaña en detrimento de la imagen de sus adversarios, como publicó The Guardian en ese entonces. Hoy, después de la publicación en el diario Reforma de una lista con 36 periodistas que recibieron plata durante el anterior sexenio, la puesta en escena de la película adquiere mayor realidad.

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El País recuerda que esta lista salió al aire después de que el 8 de mayo, el Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI) le pidiera al Gobierno la revelación de los periodistas y medios que fueron contratados por efectos de publicidad por Peña Nieto. AMLO, ni corto ni perezoso, afirmó que los documentos habían sido entregados el 22 de mayo. Sin embargo, tanto el INAI como AMLO niegan haber filtrado los documentos.

Al respecto, este último declaró durante una conferencia matutina el siguiente viernes que "bajo palabra de decir verdad, nosotros no dimos a conocer los nombres de quienes reciben o recibían estos apoyos para trabajos informativos", a lo que siguió la negación de responsabilidad de la filtración por parte del INAI en un comunicado del mismo día. 

En la lista se nombra a cada periodista particular que recibió algún tipo de financiación, cuyo total dio USD $1.081 millones. Aun así, como han señalado varios periodistas y críticos de la lista, ese dinero solo es una fracción de los USD $3 millones que el Gobierno de Peña Nieto inyectó en los medios de comunicación. Esto, además de demostrar falta de transparencia, se ha vuelto el arma de defensa de los acusados, quienes exigen que también se den a conocer los beneficiados de la parte faltante, aparentemente las cadenas de televisión más grande.

Más allá de cómo una situación de película se volvió realidad en los últimos días en México y de cómo ni el Gobierno ni los periodistas implicados parecen dar respuestas satisfactorias, este escándalo hizo que la población se cuestionara la relación entre medios de comunicación y poder. Cuando las alianzas entre los medios y quienes tienen poder se perpetúan a los segundos, se terminan por quebrar las premisas de un periodismo informado, cuya preocupación principal es transmitir la información a la ciudadanía. 

Poder y censura

En ocasiones estas relaciones desmedidas pueden llevar incluso a la censura. Por ejemplo, tras la publicación que hizo The New York Times sobre el retorno de una política militar muy parecida a la que dio origen a los 'falsos positivos' en Colombia, se dio a conocer que la Revista Semana tenía los mismos documentos de investigación desde febrero y no había publicado nada, como informó la Silla Vacía.

Dentro de los comentarios hechos sobre esto, resalta el de Daniel Coronell, quien en su última columna en la misma revista, afirma, en relación con la demora en el proceso de la investigación por parte de la revista, que "Semana emprendió un camino más largo y, a mi juicio, más relacionado con la conveniencia política que con el deber periodístico de dar a conocer un hecho de innegable interés público".

Esto puso sobre la mesa un posible ocultamiento de información para convenir al Gobierno de Iván Duque. Por lo anterior, Coronell pregunta, "¿Por qué Semana no publicó las directrices del comandante del Ejército de Colombia que ordena a sus subalternos duplicar las bajas y capturas, si esas evidencias eran conocidas por la revista desde febrero?"

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Dos días después, Coronell fue informado que su columna sería cancelada. Las críticas no se demoraron en surgir, pues resultaba extrañamente coincidencial que justo después de lo sucedido, los dueños de la Revista Semana optaran por cancelar la columna que llevaba 14 años escribiendo el reconocido periodista investigativo. Aún más desconcertante resultó el hecho de que días atrás, el editor de la revista Alejandro Santos, diera el aval a la publicación, afirmando que aunque un periodista hablara mal de su casa editorial, en Semana no lo iban a censurar.

 

LatinAmerican Post | Juan Gabriel Bocanegra

Copy edited by Juliana Suárez

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