AMÉRICAS

Un conflicto armado entre EE.UU e Irán sería una condena para Medio Oriente

Escucha este artículo

Las tensiones entre Trump y el régimen iraní en el último mes pueden estallar un conflicto armado entre países. ¿Cuáles serían las consecuencias?

Tanques de guerra

El pasado 20 de junio, Trump se arrepintió de lanzar misiles en contra de Irán, después de que un dron de vigilancia americano fue destruido por la milicia iraní. Ya estaban listos los misiles y los aviones justo antes de que cancelara la operación, afirmó The New York Times. Estuvo muy cerca de ser una realidad. Probablemente no fue por decisión de la administración del Presidente –Bolton, el consejero de seguridad nacional, Pompeo, el secretario de Estado, y Gina Haspel, directora de la CIA, estaban a favor del ataque– sino por otros oficiales del pentágono. Asimismo, los demócratas en el Congreso afirmaron que la tensión debe disminuir, así como insistir que primero hay que solicitar una autorización del congreso para actuar militarmente.

Read in english: An armed conflict between the US and Iran would be a condemnation for the Middle East

La respuesta de Irán fue clara: el dron no estaba en aguas internacionales, sino en territorio iraní, a pesar de que se le hicieron bastantes advertencias antes de ser destruido, según una carta del embajador iraní en la ONU, Majid Takht-Ravanchi. Igualmente afirmó que, aunque su país “no busque una guerra, sí están determinados de defender vigorosamente su tierra, mar y aire”.

Por su parte, Hossein Salami, comandante en jefe de los Cuerpos de la Guardia Revolucionario Islámica, dijo durante una ceremonia militar en Sanandaj que “no vamos a ir a una guerra con ningún país, pero estamos preparados para la guerra”.

A esto se le añaden las sanciones económicas que EE.UU ha establecido a Irán desde que se salió del Acuerdo Nuclear entre este país y otras fuerzas mundiales como China o Rusia. A partir del ataque al dron, Trump prometió incrementar las sanciones, a lo que Irán ha respondido con amenazas de romper algunos de los acuerdos como el límite de uranio enriquecido permitido.

Si la tensión entre ambos países sigue incrementando, un ataque directo podría convertirse en una realidad y estallar un conflicto armado. ¿Cuáles serían las consecuencias políticas?

Puede interesarle: Sudán: un golpe de Estado con futuro incierto

Un retroceso histórico

La historia de enemistad entre el gobierno americano y el iraní data desde 1953 cuando quedó electo democráticamente Mohammad Mosaddeq, quien empezó a nacionalizar las compañías de petróleo de las cuales los británicos se habían lucrado por 50 años. Consecuencia: el Reino Unido y EE.UU pusieron en marcha la Operación Ajax para poner de nuevo en el poder a Rezi Shah, exmonarca del país. 

El Shah gobernó hasta finales 1979, año en que sucedió la revolución iraní y el Ayatollah Homeini declaró la creación de la República Islámica de Irán, centro de los musulmanes chiitas del mundo, en oposición a las políticas progresistas promovidas por la influencia occidental en el Gobierno. Pocos meses después, un grupo de estudiantes se tomó la embajada americana en Teherán y mantuvo secuestrado a 42 americanos durante 444 días, lo que devino en el corte de relaciones entre ambos países.

De ahí en adelante, EE.UU. ha tratado mantener control en la región apoyando a los países árabes que se oponen al régimen iraní como Irak y Arabia Saudita. También impuso sanciones económicas que minaron la economía iraní por muchísimos años.

Todo esto había mejorado después de la firma del Acuerdo Nuclear en el 2015, ya que Irán se había comprometido a disminuir su producción nuclear y había aceptado la inspección rigurosa de ella. Todo esto sucedió a cambio de la anulación de las sanciones económicas que habían aislado a Irán de las líneas comerciales petroleras, un efecto catastrófico para el país, ya que su economía depende de este producto.

Con la salida del Acuerdo Nuclear, Trump ya había dado un paso para que Irán volviera a sus políticas anti-conciliadoras, pero con un ataque armado la misma permanencia del Acuerdo está en cuestión. Por el momento, Irán ha seguido los puntos establecidos, ya que otras grandes naciones siguen activas en el trato. Esto podría cambiar en caso de un ataque directo, ya que el gobierno iraní se sentiría amenazado y traicionado por la comunidad internacional, lo que provocaría su salida del Acuerdo.

La principal consecuencia de esto es el aumento de la tensión nuclear en la región, pues Irán aumentaría su producción de uranio enriquecido sin ningún control, el gran temor de los estadounidenses. Asimismo, la misma dureza de las sanciones económicas antes del tratado pueden volver, por lo que la el pueblo iraní sufriría de nuevo ser cortados del mundo.

Esto, en últimas, significaría un retroceso a las relaciones comerciales y políticas que ambos países habían manejado hasta desde 1979. Es decir, muchos de los pasos dados en las relaciones diplomáticas entre Irán y el mundo volverían a empeorar.

Puede interesarle: Masacre de Tiananmen: una noche que el gobierno chino quiere borrar de la historia

Empeoramiento de la guerra fría entre Arabia Saudita e Irán

La salida del Acuerdo también desestabilizaría aun más la dinámica de guerra fría que los saudíes y los iraníes mantienen desde la revolución iraní. Con el fin de mantener el control sobre la región, estos dos países se han encargado apoyar políticamente y financiar las guerras civiles que han estallado en la región como en Libia, Siria e Irán. Esto se conoce como guerras subsidiadas, las cuales consisten en una guerra no declarada entre dos Estados a través de su apoyo en los conflictos civiles de la región, tal y como sucedía entre EE.UU. y la Unión Soviética.

En este contexto, Arabia Saudita ha representado la permanencia del statu quo. Como afirmó Kenneth Pollack, ex analista militar del Golfo Persa para la CIA, en un reportaje de Vox, manifestaciones de oposición como la de la primavera árabe son “aterradoras para los saudíes quienes son el máximo poder del statu quo, quieren una región estable y no quieren que nadie se manifieste ni derroque un gobierno esclerótico y autocrático, por el miedo de que pueda inspirar a su propio pueblo a hacer lo mismo. En el costado contrario, Irán es “el máximo poder anti-status quo, han tratado de alterar el orden regional por décadas”.

Si estalla el conflicto armado con EE.UU., Irán radicalizaría más sus acciones para ejercer control sobre la región, ya que de nuevo tendría buscar otros caminos para mantener su economía. Como probablemente las otras potencias respalden a los americanos, Irán intentará conseguir aliados en la región con los cuales establecer acuerdos comerciales. La única manera de hacerlo sería desestabilizando los gobiernos que actualmente mantiene alianzas con Arabia Saudita. En otras palabras, incrementarían los ataques por parte grupos militares al margen de la ley como Hezbollah o ISIS, lo que aumentaría la violencia en la región.

Por último, lo seguro es que, aún si no se llega a declarar una guerra, será muy difícil volver a la estabilidad en las relaciones diplomáticas que hicieron posible la firma del Acuerdo Nuclear en primer lugar. Otro golpe a la estabilidad de la región, y además a la posibilidad de entablar diálogo en todos los conflictos internacionales.

 

LatinAmerican Post | Juan Gabriel Bocanegra

Copy edited by Juliana Suárez

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Botón volver arriba