Sudán: un golpe de Estado con futuro incierto
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Se derrocó una dictadura con un golpe militar. Ahora, la población civil exige que la oposición también esté incluída en el gobierno de transición
Después de periodos de grandes movilizaciones civiles y golpes de Estado, la historia ha demostrado que el proceso de transición hacia otro tipo de gobierno puede ser aún más problemático. Hay varios ejemplos: la revolución francesa que abrió paso al periodo del Terror de Robespierre y eventualmente a la dictadura de Napoleón; la primavera árabe que derrocó gobiernos inveterados, pero que después dejó que los militares se instaurarán en el poder, como en Egipto. En últimas, en estos puntos de inestabilidad política, la línea entre la democracia y otra forma de dictadura es muy fina.
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Actualmente, somos testigos de este proceso que sigue a un golpe de Estado cuando miramos a África sub-sahariana oriental y encontramos a Sudán. En este país, en medio de la zona de influencia de los gobiernos árabes más ortodoxos (Emiratos Árabes y Arabia Saudí), se derrocó al gobierno Omar Al Bashir el pasado 11 de abril. Después de 30 años en el poder de un país con el 70% de inflación anual; después de que, como afirma France 24, desde 1989 había “reprimido a los disidentes, reemplazado regularmente a los altos responsables y dividido al aparato de seguridad en unididades que competían entre sí”; Al Bashir cayó ante los militares que finalmente decidieron ponerse a favor de las manifestaciones que se habían llevado a cabo en el país desde finales del 2018.
Específicamente, todo comenzó cuando, según France Info, el Gobierno decidió triplicar el precio del pan el 19 de diciembre. Esto causó la indignación de la gente que salió a la calle con este cambio económico en mente, pero cuyas exigencias no demoraron en convertirse en la renuncia de Al Bashir. La presión siguió aumentando, tanto así que en febrero el presidente declaró estado de emergencia, destituyó a buena parte de su gobierno y hasta aceptó liberar algunos prisioneros políticos, recordó El País. Hay que recordar también, con France 24, que Al Bashir estaba protegido por su estatus presidencial de los cargos de la Corte Internacional Penal Internacional quien había ordenado su arresto por crímenes contra la humanidad en 2009 y genocidio en 2010.
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Finalmente, abril llegó y con él, la toma del Cuartel General que se encuentra anexado a la residencia presidencial en Jartum, la capital del país. Este lugar se volvió un símbolo de la resistencia que, en últimas, fortaleció a los manifestantes, a lo que se añade el ánimo que obtuvieron con la caída de Buteflika en Argelia. Pocos días después, militares de bajo rango se unieron a las protestas hasta que finalmente los altos mandos se tomaron el Palacio Presidencial.
#SOUDAN : le peuple occupe depuis trois jours une place près du palais présidentiel pour réclamer le départ d’Al bechir. Une partie de l’armée soudanaise soutienne cette incursion dénommée en arabe « taskhoute bess » qui signifie chute. pic.twitter.com/gF3HyG8s7C
— MAHAMAT SALEH DAOUD (@SALEHDAOUDMHT) April 8, 2019
Derrocamiento y primeras semanas de negociaciones
El 11 de abril, el vicepresidente Awad Ibn Awf fue el encargado de dar las noticias: Al Bashir había sido detenido y las fuerzas armadas tomarán el mando durante dos años y también suspenderán la constitución, informó El País. El mismo día, la Agencia Nacional de Inteligencia y Seguridad (NISS) aseguró que se daría “la liberación de 'todos los presos políticos' del país, decenas de los cuales comenzaron a abandonar las cárceles esta mañana”, lo que se recibió como una buena noticia y aumentó la celebración del pueblo.
Como presidente del Consejo Militar que se estableció, quedó el general Abdelfattá Al-Burhan, quien prestó juramente menos de 24 horas después y "se comprometió a instaurar un gobierno completamente civil y el papel del consejo militar será el de mantener la soberanía del país”, por lo que promocionaría "una transición pacífica del poder".
Sin embargo, la oposición civil sospechaba de las intenciones de los militares y, encabezados por la Asociación de Profesionales Sudaneses (SPA), llamó a la gente para que siguieran en las calles hasta que se aclarara la situación con el lema “Protege tu revolución”. Como afirmó para France Info la estudiante parte del movimiento de sublevación, Alaa Salah, “la gente no quiere un consejo de militar de transición (…) sino un consejo civil”.
Empezaron las conversaciones entre la oposición y los militares, y, a finales de abril, llegaron a un trato de constituir un consejo con miembros militares y civiles para mitades de mayo que mandarían durante un periodo de tres años. No obstante, las tensiones comenzaron al momento de definir cómo iban a repartir el poder y qué grupo contaría con mayor participación.
Estas diferencias cada se volvían más evidentes, lo que llevó a que las discusiones se bloquearan el 20 de mayo y y que el 28 y 29 la oposición organizará huelga general para presionar a los militares. Asimismo, hay que tener en cuenta el 'lobbying' que, tanto Al-Burhan como el segundo militar a la sombra del poder, Muhammad Hamdán Dagolo, conocido Hermetti y quien dirigió la milicia Yanyauid en el genocidio de Darfur durante los 2000, estaba realizando con paises influyentes de la región como Arabia Saudí, famoso por el apoyo a gobiernos autoritarios para garantizar la estabilidad de la zona.
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Junio y el resurgimiento de la violencia
El 3 de junio explotó la tensión que se había acumulado cuando los militares del CMT atacaron a los manifestantes del Cuartel General, lugar en el que antes los habían apoyado para derrocar a Al Bashir. Como afirmó France 24, los militares tenían la misión de desalojar la ocupación, para lo que usaron balas reales, gas lacrimógeno y hasta incendiaron las carpas que habían instalado. Al menos 124 personas fueron asesinadas y más de 700 heridas, según los últimos registros después recogidos por The Guardian.
Como era de esperarse, los militares negaron que haya sido un ataque y solo afirmó que su objetivo era una zona peligrosa cerca a la plaza del cuartel, la que describieron como ‘hogar de corrupción y de actividades ilegales’, según France Info.
Consecuencia: el día siguiente, Al-Burhan anunció en la televisión nacional que las negociones para el consejo civil se cancelaba y que la convocatoria de comicios quedaba aplazada hasta dentro de nueve meses bajo supervisión regional e internacional y que, entretanto, iban a formar un gobierno de emergencia. Incluso culpó al grupo civil Alianza por la Libertad y el Cambio (ALC) por falta de voluntad para llegar a un acuerdo. En otras palabras, “democracia bajo control militar, esa es la propuesta del CMT a las demandas de una transición civil de la Alianza por la Libertad y el Cambio, que aglutina a las fuerzas democráticas”, resume el El País.
A pesar de este desencuentro, en los últimos días parece haber surgido una mayor mediación principalmente gracias Abiy Ahmed, primer ministro de Etiopia, quien se reunió con miembros militares y de la oposición. Él les propuso la creación de una autoridad de transición “integrada por 15 miembros, de los que ocho serían civiles y siete militares, con una presidencia rotatoria”, aseguró El País. Aparentemente esto ha funcionado, ya que la junta militar aceptó retomar las negociaciones.
LatinAmerican Post | Juan Gabriel Bocanegra
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