AMÉRICAS

Latinoamérica representa el 20% de comida desperdiciada en el planeta

Un nuevo estudio de la agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, revela que América Latina y el Caribe representan el 20% de la comida que se pierde o se desperdicia en el mundo.

Verduras y hortalizas sobre una mesa.

Verduras y hortalizas sobre una mesa. / Foto: Pixabay – Imagen de referencia

LatinAmerican Post | Alberto Castaño

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Esta zona del planeta alberga el 9% de la población total de la tierra y en ella, comunidades enteras se van a la cama sin alimento, mientras en otras partes los alimentos se pierden o desperdician.

Según el organismo, en el planeta, 815 millones de personas sufren de desnutrición y cada día mueren 25 mil personas de hambre y aseguran que el problema no es la escasez de alimentos, sino la pésima distribución que se hace de ellos. La estadística varía según las regiones o los países alrededor del mundo. Una de las cifras más lamentables proviene de Yemen, en donde cada 10 minutos muere un niño por hambre.

Alrededor de 8.500 son los niños que mueren cada día de desnutrición. Y según cálculos de Unicef, el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud, OMS, se calcula que 6,3 millones de niños menores de 15 años murieron en 2018 por causas, en su mayoría, prevenibles. Esto supone la muerte de un niño cada 5 segundos.

Pero a todas estas cifras se suman las estimaciones que hace la FAO respecto a la cantidad de alimentos que se pierden o se desperdician alrededor del mundo. El organismo de las Naciones Unidas asegura que entre un tercio y una cuarta parte de los alimentos producidos en el planeta se convierte en desperdicio y tal cantidad alcanzaría para alimentar a un número aproximado de 2.000 millones de seres humanos al año.

El concepto de ‘pérdida de alimentos’ se refiere a las fases de producción, post-cosecha, almacenamiento y transporte. Por su parte, el ‘desperdicio de alimentos’ está asociado al comportamiento de los vendedores mayoristas y minoristas, servicios de venta de comida y consumidores.

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La asociación de estos dos conceptos con las afectaciones ambientales y su posible reducción, al disminuir tanto la pérdida como el desperdicio, han logrado centrar la atención del planeta sobre este triste fenómeno que aqueja no sólo con hambre a la población, también con la pérdida sistemática y progresiva de servicios ambientales que sustentan la calidad de vida de todas las comunidades alrededor del mundo, sin distinción alguna en referencia a la cantidad de comida a las que ellas tenga acceso o desperdicien. Es decir, no importa si en los países más desarrollados del mundo no sufren por hambre, ellos también se ven afectados por la pérdida de servicios ambientales y ecosistémicos a nivel global.

Perder o desperdiciar alimentos está íntimamente asociado con la generación de Gases de Efecto Invernadero que, como todos sabemos, son los principales causantes del cambio climático global. La producción de todos estos alimentos, que se convierten rápidamente en desperdicios, supone el aprovechamiento de inmensas cantidades de recursos naturales como agua, suelos, fertilizantes, etc., que podrían evitarse si no fueran utilizados para producir algo que se va a desperdiciar o perder.

Los alimentos que no se consumen se destinan al desperdicio o pérdida, pero de todos modos se usaron recursos en su producción y lo peor es que luego del desperdicio se requieren más recursos para producir más alimentos.

Un estudio de Matti Kummu PhD del departamento de Medio Ambiente de la Universidad de Aalto en Finlandia, concluye que cerca del 25% de las kilo calorías producidas en todo el mundo se desperdician lo que equivaldría al 23% de recursos naturales desperdiciados de igual manera para su producción. La cantidad de tierra destinada a la plantación de todo el mundo para producir tal cantidad de alimento corresponde a casi la totalidad de la tierra cultivable en África.

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El caso de América Latina es supremamente triste, pues se estima que cerca de 50 millones de habitantes de la región, se va a la cama con hambre todos los días y con el alimento que se desperdicia, únicamente en la venta al detalle, es decir, en supermercados y tiendas minoristas, se podría alimentar a cerca del 70% de la población de Latinoamérica con hambre.

“Los alimentos que se pierden a este nivel en Bahamas, Jamaica, Trinidad y Tobago, Belice, Colombia son equivalentes a los que se necesitarían para alimentar a todos quienes sufren hambre en dichos países. Otros doce podrían disponer de alimentos equivalentes a los que necesitan para alcanzar el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, si redujeran sólo ese tipo de pérdidas”, afirma Raúl Benítez, Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe.

Así que si usted es de los que les sobra la comida al punto de tirarla a la caneca, recuerde que si usted no preparara, pidiera u ordenara tanta comida que no va a consumir, esto podría ayudar a garantizar la seguridad alimentaria de muchos seres humanos que sufren por la hambruna en todas partes del mundo.

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