Muchos a favor de esta idea aseguran que la letra no representa a los colombianos como nación.
Hoy estamos evaluando a figuras, personas, símbolos y eventos que pasaron en el pasado con los valores y políticas del presente. Foto: LatinAmerican Post
LatiAmerican Post | Santiago Gómez Hernández
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La postmodernidad nos ha llegado con una nueva tendencia revisionista. Hoy estamos evaluando a figuras, personas, símbolos y eventos que pasaron en el pasado con los valores y políticas del presente. Por ejemplo, en una sociedad mucho más consciente de la responsabilidad de Europa y occidente en la esclavitud y el genocidio de nativos americanos, hoy se tumban estatuas de esclavistas, conquistadores y exploradores alrededor del mundo. Figuras de Cristóbal Colón están siendo destruidas en toda América, como forma de reconocer el daño que la colonización causó en los pueblos indígenas.
Dentro de este revisionismo, otra “víctima” han sido los himnos nacionales. Particularmente, en Estados Unidos y en el Reino Unido, han sido duramente criticados por una gran sección de la población. Ya es usual ver cómo varios deportistas en medio de los actos protocolarios se arrodillan o guardan silencio o hacen algún gesto de protesta (siempre respetuosa).
Pues bueno, a lo mejor y le llegó el turno a Colombia. En principio, el nombre mismo de Colombia es un guiño al “descubridor” de América. Aquel italiano que tanto debate ha causado. Cambiar el nombre, evidentemente es un tema complejo y que aun todavía no se ha popularizado tanto, entonces dejemos ese tema a un lado mientras llega su momento. Sin embargo, otra discusión que sí he escuchado es el rechazo al himno nacional.
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Varios colombianos que he conocido viviendo en Europa, me han contado lo poco identificados que se sienten con el himno. Principalmente por la letra. Muchos la ven como una oda a la violencia, un símbolo del machismo patriarcal (que ha día de hoy causa feminicidios en Colombia), una canción en donde se destaca el carácter sangriento de la independencia de España, pero que no busca algún tipo de inclusión con las diversas comunidades colombianas. Es una canción hecha por criollos y para criollos, no para toda Colombia. Y si somos sinceros, hay que aceptar que los últimos 100 años de la historia de Colombia, pueden haber sido más importantes que durante la independencia. Un país que continúa luchando una guerra civil, con cientos de miles de muertos, con discriminación, con racismo, inequidad, etc. ¿No deberíamos tener unos símbolos patrios que representen mejor a este pueblo colombiano?
Otro punto, es su gran carga cristiana. Bien dice la letra que siempre suena en los estadios de fútbol: “comprende las palabras del que murió en la cruz”. Hoy en día, Colombia sigue siendo mayoritariamente católica y cristiana, pero la proporción de musulmanes, judíos, e incluso ateos, es importante. Una evidencia más de lo poco representativo que puede ser el himno para muchos colombianos.
Evidentemente, al ser un hombre, blanco, hetero y con privilegios socieconómicos, nunca me quice replantear lo dañino que es el himno. Siempre me había parecido una canción un poco mala, con letra bastante anacrónica y poco entendible. La verdad, no tengo ninguna queja personal, pero eso no me puede hacer el de los oídos sordos ante las críticas de otros.
Entonces viene la pregunta. ¿Qué tal si cambiamos el himno? No seríamos el primer país en hacerlo, recientemente Canadá cambió unas pequeñas palabras en su letra, para volverlo más inclusivo. O como Sudáfrica, luego de superar uno de los períodos más dolorosos de su historia (el apartheid), el país modificó su himno en 1997 por iniciativa de Nelson Mandela. Algo similar podríamos hacer también nosotros.
Ya en el 2016 hubo un debate con la posibilidad de incluir una estrofa relacionada a la paz en el himno colombiano. La iniciativa fracasó y nos perdimos de tener una parte de la letra en la que también nos podríamos sentir identificados. Evidentemente debería ser un himno en la que nos podamos sentir todos (o una gran mayoría satisfecha), ya sea agregando algunas estrofas y que cada quién cante las que mejor lo representen; o cambiando toda la letra.