AMÉRICAS

Un año de gobierno talibán: Afganistán aún en promesas incumplidas

Ha pasado casi un año desde que Estados Unidos se marchó definitivamente de Afganistán, dejó con esto a casi 40 millones de personas en manos de los talibanes

mujeres con burka

Foto: Pixabay

LatinAmerican Post | David García Pedraza

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La esperanza de tener una estabilidad democrática, social y cultural en Afganistán llegó a su fin con la llegada del régimen talibán por la partida de las tropas de Estados Unidos de este país de Asia Central. Viendo la actuación del gobierno norteamericano desde un espectro político, económico y militar, fue una pérdida de tiempo, y una derrota. 

Un espacio geopolíticamente importante para el tránsito terrestre y aéreo entre Oriente Próximo y el Lejano Oriente ha sufrido del extremismo religioso, conflictos con aliados internacionales, en donde Afganistán es el patio de combate, e incertidumbre por parte de los pobladores de cómo será su vida de ahora en adelante, sin olvidar el tormentoso pasado de la Guerra Fría y del latente peligro de las ideas y acciones de los talibanes.

Con la llegada de Estados Unidos al territorio, los afganos comenzaron a procrear con más seguridad, ilusionándose con una estabilidad a largo plazo, por lo que hoy día, este país tiene una de las tasas de hijos por mujer más altas del planeta con 6.64, de acuerdo con información de la CIA y portales digitales de Asia y Europa.

La desconfianza hacia los talibanes

A su llegada a Kabul, la capital afgana, el régimen talibán prometió mantener una estabilidad cultural y social, ya que el principal temor de Occidente era la tendencia discriminatoria y misógina hacia las mujeres y la implementación radical de la Ley Sharia, o ley islámica.

No pasó mucho tiempo para que los primeros reportes de restricción a la movilidad de las mujeres y los hostigamientos a los afganos que se rebelaban contra los talibanes, aparecieran en redes sociales y medios alternativos. Por mostrar un ejemplo, una cadena televisiva tuvo que cederles un espacio en vivo a miembros talibanes, que irrumpieron en un noticiero, con el fin de mostrarle a los televidentes que el régimen radical islámico se hacía con el poder Ejecutivo. 

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Desde septiembre de 2021, la Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (UNAMA) ha denunciado cada acto de discriminación, acoso y violencia de los talibanes hacia los afganos, hombres y mujeres que han sido violentados por este régimen. La UNAMA ha sido enfática en presionar a los talibanes para que cumplan la promesa de garantizar y proteger los derechos humanos de toda la población afgana, incluidas niñas y mujeres, además de no perturbar sus actividades escolares, laborales e individuales, promesa que no ha sido cumplida por parte de ellos.

La clave de un nuevo país encerrada en una extrema ley

Con la llegada del régimen talibán en agosto de 2021, la República Islámica de Afganistán, que mal que bien tenía aseguradas las libertades para niñas, adolescentes y mujeres de movilidad, educación y planificación, pasó a llamarse Emirato Islámico de Afganistán. Desde la semántica, los talibanes tomaron las leyes civiles y pasaron a convertirse en leyes religiosas bajo su interpretación extremista de la Ley Sharia. Desde entonces, las mujeres no pueden saludar a otro hombre que no sea su pareja o hijo, deben vestir una burka completa, no tienen acceso a la educación científica, no pueden aparecer en medios de comunicación, entre otras regulaciones radicales. Cabe aclarar que según Human Rights Watch, estas acciones se han presentado desde antes de la llegada de los talibanes al poder, por lo que este comportamiento ha sido normalizado en la sociedad afgana, recordando que este país es el segundo más peligroso para las mujeres, después de la India, según el portal especializado TrustLaw.

Para plasmar la realidad de las mujeres en Afganistán, a mediados de agosto de 2022, un grupo de ellas se reunieron en Kabul para manifestarse en contra de la represión que han sufrido desde hace un año, y que los talibanes en su momento dijeron que no iban a realizar. La respuesta del régimen islamista fue disparar contra el grupo de manifestantes para dispersar la marcha. De nuevo, los talibanes incumplen sus promesas de hace un año. Sin embargo, existen colegios ilegales en donde se imparten clases de ciencias, matemáticas e inglés, aunque no están exentos a ser objetivos de represión.

El inicio y el fin de la guerra: Sin cambios

Desde el anuncio de Estados Unidos de la retirada de Afganistán dejaron este país a su suerte, los talibanes no dejaron territorio sin conquistar a lo largo y ancho de la nación asiática. Kabul, la capital, no fue tan fácil de poseer como se había pensado. El cerco diplomático estadounidense se despedía desde los aviones mientras la sociedad afgana se quedaba en tierra esperando un milagro para que no los dejaran solos, no sucedió.

Otro problema aqueja a toda la población afgana, la hambruna, en donde más de 23 millones de personas en ese país sufren de este flagelo, por lo que ha sido considerada como la crisis de hambre actual más grande a nivel mundial, superando a Yemen y Siria, países en constante guerra civil.

Afganistán es una nación que grita auxilio desde sus comunidades al mundo entero, su población pasa precariedades, desde no tener pan en sus mesas hasta no tener libertad de movimiento en su propio país.  Esto a raíz de una guerra en la que los menos interesados en resolver el conflicto interno llegaron un octubre de 2001 y encontraron un país sumido en la miseria y el extremismo. Lo devolvieron en 2021 de la misma manera como lo encontraron 20 años en el pasado. 

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