Medio ambiente

¿Qué es una Ciudad Inteligente y cuáles son las más reconocidas en América Latina?

En LatinAmerican Post hacemos una breve explicación de los cambios que hacen de una ciudad “tradicional” a una “inteligente” y cómo está la región frente a este tema en el mundo.

Vista aérea de Estocolmo

Foto: Pexels

LatinAmerican Post | Christopher Ramírez

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Read in english: What is a Smart City and Which are the Most Recognized in Latin America?

En medio de los grandes cambios sociales, culturales y tecnológicos de los últimos 200 años, las ciudades han visto una transformación significativa en todo el mundo. Actualmente, más allá de las actividades económicas que se pueden encontrar, es importante que las ciudades cuenten con un verdadero sistema de desarrollo que permita hacer de dichas acciones un diferencial de cambio con las personas como centro.

En ese aspecto, durante los últimos años, se ha venido acuñando un término que poco a poco termina de ser novedoso, para convertirse en una realidad: ciudades inteligentes o en inglés ‘Smart Cities’.

De acuerdo con un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), “una ciudad inteligente es aquella que coloca a las personas en el centro del desarrollo, incorpora tecnologías de la información y la comunicación en la gestión urbana y usa estos elementos como herramientas para estimular la información de un gobierno eficiente, que incluya los procesos de planificación colaborativa y participación ciudadana”.

Según esta definición, las ciudades inteligentes hacen empleo de las nuevas tecnologías, como el internet y la robótica, para fortalecer los procesos democráticos dentro de un Estado y que de esta forma se puedan crear verdaderos estímulos humanísticos de equidad y dignidad entre las personas.

“Al promover un desarrollo integrado y sostenible, las ciudades inteligentes se tornan más innovadoras y competitivas, atractivas y resilientes, mejorando así las vidas de sus ciudadanos y empresarios”, añade el BID.

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Características de una Ciudad Inteligente

En cuanto a los detalles que, según el BID, hacen que una ciudad pase de ser “tradicional” a “inteligente”, se encuentra la sostenibilidad de esta; su inclusión y transparencia; la facilidad para generar riqueza; y la posición del ciudadano dentro de su desarrollo.

En primer lugar, toda ciudad inteligente debe ser sostenible, es decir, que las políticas que se desarrollen deben procurar la coexistencia de la administración estatal y privada, sin que esta relación afecte de forma directa y extensa los recursos naturales finitos de la Tierra. Para esto, se hace necesaria la utilización de tecnologías digitales y el Internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés), que permita “reducir costos y optimizar el consumo” dentro de la sociedad.

En cuanto a la inclusión y transparencia, el BID asegura que toda Smart City debe tener la capacidad de democratizar sus procesos sociales, políticos y económicos, haciendo de la tecnología su mejor aliado para facilitar la comunicación directa entre los gobernantes y los ciudadanos. De esta forma, las personas pueden conocer abiertamente y de primera mano lo que hacen los primeros, haciendo un seguimiento controlado y exhaustivo de las políticas y las finanzas públicas de la ciudad.

En tercer lugar, está la generación de riqueza como un pilar que se basa en la construcción de “infraestructura adecuada para la generación de empleos de alta calidad, innovación, competitividad y crecimiento de los negocios”.

Por último, pero no menos importante, todas las anteriores características deben tener como objetivo pensar en las personas como centro de las ciudades. Contrario a lo que se creía en el pasado, las actividades económicas, y el dinero como tal, no pueden ser el objetivo de una Ciudad Inteligente. Los recientes cambios humanísticos de la sociedad han hecho que los nuevos gobiernos vean en el ciudadano el pilar de todo gran proyecto urbanístico en el mundo.

De esta forma, se procura que la dignidad sea un derecho fundamental que se geste con el uso de las nuevas tecnologías como herramienta para “satisfacer las necesidades de los habitantes de forma inteligente e integral”.

Ciudades inteligentes en América Latina

Cada año, el Instituto de Estudios Superiores de la Empresa, más conocido como IESE Business School, desarrolla un ranking conocido como IESE Cities in Motion (Ciudades en movimiento), que explica precisamente cómo está el mundo en cuestión de ciudades inteligentes.

Bajo el índice conocido como ICIM, esta institución toma en cuenta nueve dimensiones que, según ellos, permiten distinguir la sostenibilidad de las ciudades y la calidad de vida de sus habitantes: gobernanza, planificación urbana, tecnología, medioambiente, proyección internacional, cohesión social, capital humano, movilidad y transporte, y economía.

Con base en estos aspectos, las cinco ciudades latinoamericanas que mejor posición presentan en este ranking son:

1. Santiago (Chile): puesto 68 en el ranking con un ICIM de 59,45 puntos.

2. Buenos Aires (Argentina): puesto 90 con un ICIM de 54,71 puntos.

3. Montevideo (Uruguay): puesto 110 con un ICIM de 50,38 puntos.

4. Ciudad de Panamá (Panamá): puesto 113 con un ICIM de 47,93.

5. San José (Costa Rica): puesto 114 con un ICIM de 47,56.

Como dato curioso, la ciudad con mejor ICIM en este índice fue Londres, capital de Reino Unido, con un total de 100 unidades, mientras que la peor del ranking fue una latinoamericana: Caracas, capital de Venezuela, con solo 4,15 puntos. 

En total, de las 174 ciudades que se tuvieron en cuenta para este índice, el 15 % hacen parte de América Latina.

“La mayor parte de las urbes latinoamericanas no se sitúan en las primeras 100 posiciones del ranking general, a excepción de Santiago y Buenos Aires. América Latina es una de las regiones con mayor concentración urbana del planeta, por lo que los retos a los que se enfrentan estas ciudades son cada vez más globales y existen problemáticas comunes a todas ellas”, fue la conclusión a la que llegó el IESE Cities in Motion.

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