Medio ambiente

Aceitunas, queroseno solar y eucalipto: los nuevos combustibles de la industria de la aviación

La industria de la aviación está desarrollando combustibles alternativos, a partir de elementos poco comunes, para disminuir su huella de carbono. Te contamos sobre algunas opciones innovadoras que permitirían transformar esta industria.

Aceitunas

Foto: Pixabay

LatinAmerican Post | Julián Andrés Pastrana Cuéllar

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Por extraño que suene, elementos tan curiosos como el aceite de cocina, el queroseno solar, el eucalipto y hasta los huesos de aceituna podrían ser los insumos que allanen el camino al desarrollo de combustibles para la industria aeronáutica que sean mucho más amigables con el medio ambiente. Algo clave, si consideramos que el sector de la aviación es uno de los más contaminantes

Es bien sabido que la industria aeronáutica se caracteriza por una gran dependencia a los combustibles fósiles, hecho que la convierte en una de las más contaminantes. Al respecto, se calcula que este sector genera más de 900 millones de toneladas de CO2, lo que representa el 2,5 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Para contrarrestar ese fenómeno, se han desarrollado en los últimos tiempos opciones de combustibles para aeronaves que resulten menos nocivos para el medio ambiente.

Aviones que se mueven con huesos de aceituna

Aunque suene descabellado, ya se está contemplando la posibilidad de utilizar un biocombustible que funciona a partir de huesos de aceituna para mover los aviones del aeropuerto de Sevilla, España. Según el portal Antena3, se trata de un proyecto piloto que se planea ejecutar en los próximos 30 años y que aprovecha el hecho de que el aeropuerto en cuestión se encuentre en una región conocida por la producción masiva de aceituna y aceite de oliva.

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Se estima que este nuevo combustible verde podría ser empleado en cualquier avión sin necesidad de hacer ajustes a sus motores y sistemas de suministro, lo que lo convierte en una alternativa muy accesible. Además, este producto resultaría suficiente para que un Airbus mediano recorra hasta 400.000 kilómetros, algo así como realizar más de 150 vuelos desde Sevilla hasta Londres.

La utilización de este biocombustible permitiría reducir las emisiones de CO₂ un 90 %, es decir, una cifra cercana a las 200 toneladas de este gas contaminante.

Queroseno solar, otra opción amigable con el ambiente

En la Escuela Politécnica de Zúrich -ETHZ- se está gestando un revolucionario proyecto: utilizar la luz solar y el aire ambiental como insumos para fabricar combustibles. Para conseguir ese resultado, se surte el siguiente proceso: se extraen directamente el agua y el CO₂ del aire ambiente y se exponen a la energía solar para, por un lado, separar sus partes y, por el otro, fabricar gas de síntesis que es una mezcla de hidrógeno y monóxido de carbono. Estas sustancias posteriormente se convertirán en queroseno, metanol u otros hidrocarburos.

Una ventaja de este tipo de combustible es que, a diferencia de los biocombustibles, no demanda de tierras agrícolas, sino que, por el contrario, puede producirse en áreas desérticas donde el recurso solar es abundante. De esta forma, se podría abastecer la demanda de combustibles para aviones, ocupando tan solo el 1 % de tierras áridas. Asimismo, según señalan los investigadores que han llevado a cabo el proyecto, en un artículo publicado en la Revista Nature, "se puede esperar que el despliegue de combustibles solares a escala resulte en reducciones de costos notables":

Surcando los cielos gracias al eucalipto y aceite de cocina usado

El uso de biocombustibles en la industria aeronáutica se enfrentó en el pasado a un gran obstáculo: los biocombustibles de primera generación -aquellos obtenidos de la fermentación de plantas para generar etanol- no eran compatibles con los motores de las actuales aeronaves, de acuerdo al portal Hispaviación. No obstante, hoy en día existen biocombustibles conocidos como SAF (Sustainable Aviation Fuel) especialmente diseñados para aeronaves y que persiguen el objetivo de reducir entre 50 y 60 % las emisiones de gases de efecto invernadero.

Los SAF se elaboran a partir materias primas renovables como el aceite de cocina usado y prometen dar pie a toda una revolución hacia una industria aeronáutica sostenible y descarbonizada. De hecho, la compañía Airbus se encuentra investigando la posibilidad de producir biocombustibles a partir de un tipo de eucalipto llamado mallee. La idea es que, a través de un proceso de pirólisis, se logre transformar esta planta en un combustible que se adecúe a las necesidades de la aviación moderna.

Esta nueva clase de combustibles no solo reduce la emisión de CO₂, sino que además ese dióxido de carbono que expulsa es absorbido por las distintas especies vegetales, a diferencia del CO₂ producido por combustibles fósiles que queda atrapado en la atmósfera, desencadenando fenómenos como el calentamiento global. 

Todas estas son alternativas que a mediano plazo podrían mitigar el enorme impacto ambiental que tiene la industria de los aviones, el cual, por supuesto, nos afecta en nuestra vida diaria. En este campo, América Latina tiene grandes oportunidades, pues en varios países ya se desarrollan biocombustibles. Uno de los avances más recientes lo dio Panamá, el gobierno anunció que en una alianza de varias empresas, Panama Oil Terminals (POTSA) y el propio gobierno, darían inicio a un proyecto que pretende fabricar combustibles SAF a escala industrial para 2024. De hecho, esperan contar así con la refinería más grande del mundo de este tipo de combustibles para la industria de la aviación. 

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