El Salvador: Las megacárceles ¿una verdadera solución contra la delincuencia?
A propósito de la apertura de la nueva megacárcel en El Salvador, revisamos el porqué de estos centros y su impacto real en la seguridad.
Foto: presidencia.gob.sv
LatinAmerican Post | Luis Angel Hernández Liborio
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Nayib Bukele, presidente de El Salvador, es conocido por su irreverencia y controversiales decisiones. El joven mandatario se ha caracterizado por ser polémico, un experto en el uso de redes sociales y la tecnología. Como cualquier otro milenial, el mundo "moderno" no le es ajeno, ha tomado riesgos como tomar el Bitcoin como moneda de curso legal o emprender una ambiciosa guerra contra las pandillas. Es en este último tema en donde ha dado su más reciente golpe: la construcción de una megacárcel con la que busca frenar a las pandillas, ¿es esa la solución a la delincuencia organizada?.
Una mega cárcel, la solución de Bukele a las pandillas
El Salvador ha sido uno de los países latinoamericanos con mayor inseguridad, producto del control que tienen las pandillas y que se liga a otros delitos como el secuestro, el tráfico de personas y el narcotráfico. Tanto la población salvadoreña como la economía del país son víctimas de la violencia que ejercen estos grupos delictivos. En este contexto, Bukele emprendió una guerra contras las maras, si estos grupos son violentos el gobierno lo está siendo aún más, el Ejército y la policía han mostrado su fuerza en las detenciones de más de 60 mil personas en menos de dos años. El problema es ¿dónde recluir a tantas personas?.
El problema de la sobrepoblación carcelaria es un reto que tienen en común los países de la región, así que recluirlos en las mismas cárceles inseguras, hacinadas e incluso controladas por las pandillas era más un problema que una solución. Así que para dar un golpe definitivo al poder de estas pandillas, Bukele construyó una mega cárcel con capacidad de hasta 40 mil personas. Sus primeros 2 mil “huéspedes” ya han llegado al sitio localizado en Tecoluca, apenas a una hora de la capital del país. La dureza con la que el gobierno ha enfrentado a la delincuencia ha generado protestas de organizaciones defensoras de los derechos humanos, pero Bukele sigue adelante mientras los números le favorecen.
La reducción de asesinatos cometidos desde 2019 hasta 2022 ha sido notable, pasando de más de 2 mil casos a apenas cientos, incluso con días en los que oficialmente no se reportan asesinatos. Estos resultados han elevado la popularidad de Bukele, quien en su discurso ha sacado partido, pese a las denuncias de detenciones ilegales y violaciones a los derechos humanos, así como a la denuncia en Estados Unidos de haber negociado y pactado con las dos principales pandillas del país.
Megacárceles en el mundo
Al parecer, las grandes cárceles son características de países con graves problemas de seguridad. La cárcel construida por Bukele es, por mucho, la más grande en el continente y en el mundo. Duplica la capacidad de la prisión Silivri en Turquía (22.000) y la prisión del condado de Los Ángeles, Estados Unidos, además supera por 10 mil espacios a la de New Bilibid en Filipinas (28.500).
Un centro penitenciario de dichas dimensiones representa numerosos retos para su administración, especialmente en temas de seguridad y control. Debido al tamaño de la población de Estados Unidos, la prisión del condado de Los Ángeles representa apenas un pequeño porcentaje de la población carcelaria. Se estima en 1.6 millones de personas, por lo que su impacto real no es el mismo que la nueva cárcel salvadoreña, donde la población en situación de prisión es de 86 mil, según datos de Human Rights Watch. Así, una prisión con capacidad de 40 mil personas representa un cambio radical en la política penitenciaria del país.
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La prisión Silivri de Turquía es un caso distinto, se ha destinado principalmente para recluir a opositores al régimen del presidente Recep Tayyip Erdoğan, incluidos decenas de periodistas. Así que no es un centro penitenciario diseñado para disminuir los niveles de inseguridad, sino un lugar para mantener lejos del radar a personas indeseadas para el gobierno turco. Aun así, Turquía es uno de los países con una gran población carcelaria que supera los 300 mil reclusos, principalmente disidentes, migrantes, sospechosos de terrorismo y minorías. En el caso de Filipinas, la prisión de New Bilibid es una de las más peligrosas, al igual que en El Salvador está destinada principalmente a pandilleros y miembros de toda clase de crimen organizado, el control en ella es difícil de sostener, son frecuentes los asesinatos entre internos. El país asiático ocupa el puesto 11 entre los países con mayor población carcelaria, además de ser uno de los que tiene mayor hacinamiento.
En Latinoamérica, los países con las mayores poblaciones carcelarias son Brasil y México, con 830 mil y 230 mil personas, respectivamente. Pese a esto, entre sus soluciones o su modelo penitenciario no se encuentran las megacárceles, aunque el experimento que lleva a cabo El Salvador podría transformar esa visión en el futuro. El hacinamiento es notable en ambos países, no obstante siguen apostando por el mismo modelo de cárceles "pequeñas" y distribuidas a lo largo del territorio, divididas por el tipo de delitos y peligrosidad.
En el caso mexicano el problema es más de fondo, el sistema judicial poco o nada puede hacer para retener a los capos de la droga, quienes deben ser extraditados para ser juzgados. El modelo salvadoreño solo parece funcionar, hasta ahora, dentro de las condiciones en que se encuentra el país, con un presidente que impone su voluntad y que mantiene un estado de excepción, algo que no puede replicarse fácilmente en otros países en la misma región, cuya tendencia es la de desconcentrar los sistemas penitenciarios y no de crear grandes prisiones.