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Festival de Cannes 2023: Denuncias de abuso y disparidad de género en la industria del cine

La actriz Adèle Haenel anunció su retiro del cine como protesta al respaldo del Festival de Cannes y de la industria en general a depredadores sexuales. Hacemos un análisis de este tema a propósito de las denuncias de la actriz.

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Foto: TW-Festival_Cannes

LatinAmerican Post | Juan Andrés Rodríguez

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La edición 76 del festival de cine más importante del mundo está envuelta en una polémica por los comentarios de la actriz Adèle Haenel, quien anunció su retiro como protesta al respaldo de depredadores sexuales y señaló, entre otras cosas, que el Festival de Cannes es un lugar seguro para quienes han cometido abusos. El hecho promueve un análisis del estado de la industria cinematográfica en respuesta al movimiento “#MeToo” y las brechas de género.

“Les molesta que las víctimas hagan mucho ruido, ellos prefieren que desaparezcamos y muramos en silencio” escribe Adèle Haenel en una carta publicada por el medio Telerama, anunciando su retiro de la industria del cine por “la complacencia general con los depredadores sexuales”. Haenel es una figura prominente de la cinematografía francesa del siglo XXI, dos veces ganadora del premio César y reconocida internacionalmente por “Retrato de una mujer en llamas” de Céline Sciamma. Ha sido una de las representantes del movimiento #MeToo en Francia. En 2019 hizo público su caso de abuso sexual con el director Christophe Ruggia, que ocurrió durante el rodaje y promoción de su debut actoral cuando era menor de edad y la llevó a pausar su carrera por cinco años.  

En la misma carta cuestionó a los líderes de la industria por aceptar la participación de personas que tienen denuncias públicas y condenas por abuso en grandes eventos como el Festival de Cannes. Un ejemplo es el de Roman Polanski, quien se refugia en Europa desde 1978 después de ser condenado por la violación de una niña de 13 años en Estados Unidos. Desde Francia ha continuado su trabajo, con estrenos habituales en Cannes y múltiples premios Cesar, que incluyen mejor director en 2020, ceremonia que Haenel abandonó en forma de protesta.

El presidente del Festival de Cannes, Thierry Frémaux, acusó de “falsos” los comentarios de la actriz y señaló que sus denuncias eran hipócritas, puesto que Haenel participó en dos ediciones recientes con películas en la selección oficial. Frémaux abordó también la polémica por elegir “Jeanne du Barry”, cinta protagonizada por Johnny Depp, para abrir el festival. El estreno marca una ruta de regreso para el actor a las altas esferas de la industria después del veredicto a su favor en la demanda por difamación contra su exesposa Amber Heard, quien describió dinámicas de abuso durante su relación en una columna de opinión publicada en 2018 en The Washington Post. Frémaux dice que desconoce la imagen de Depp en Estados Unidos, que lo considera extraordinario en la película y que su interés es su trabajo como actor.

Estas declaraciones ponen de frente el panorama de una industria que hace cinco años fue sacudida por la oleada de denuncias que expusieron un sistema de abuso y encubrimiento rutinario, brechas de género en los roles creativos y ejecutivos, y llevaron a promesas de cambios radicales. A pesar de los avances, aún parecen muy distantes.

¿Quién debe pronunciarse? El dilema del lugar de enunciación

Tan solo en el primer día del Festival de Cannes, ocurrió otro momento de controversia. La actriz Brie Larson hace parte del jurado de esta edición y es miembro de la organización “Times Up” que surgió para apoyar las denuncias del 2017. Ha propendido por cambios en la representación dentro de la industria y por eso es objeto de críticas y burlas. Algunos han llegado a pedir su retiro del personaje de Capitana Marvel. Durante la conferencia de prensa, un reportero de Variety le preguntó sobre su opinión con la elección de la película de apertura. Larson cuestionó el hecho de que le hubieran hecho la pregunta exclusivamente a ella y finalizó con que para opinar tendría que ver la película.

Esta interacción pone en evidencia uno de los principales obstáculos para abordar la problemática estructural del abuso y la discriminación en la industria del cine: limitar el pronunciamiento a las mujeres. El objetivo de estos movimientos es que finalmente se escuchen las experiencias de las mujeres con el propósito de establecer un diálogo que pueda concretar alternativas, pero el discurso mediático lo ha llevado al punto en el que parece ser que solo las mujeres pueden pronunciarse y por eso mismo ser cuestionadas por sus posturas.

La filósofa brasileña Djamila Ribeiro propone entender este fenómeno con el concepto del lugar de enunciación. Su propuesta consiste en que los debates sociales no pueden ser limitados a una dicotomía en la que a las mujeres les corresponde hablar únicamente de temas relacionados con el género, dado que es una realidad construida en conjunto por la sociedad. El cambio está en reconocer el lugar desde el que se habla para con ello dar paso a las personas en desventaja en estos contextos y complementar el relato desde experiencias diversas. 

Por eso corresponde cuestionar a las figuras de poder, usualmente hombres, y llevar el debate a que es un problema común y que no solo corresponde dar solución a las mujeres que denuncian. Es una perspectiva que también evita que personas como Frémaux se desentiendan del problema desde el discurso del arte, que reconozca su posición de poder y cómo eso puede posibilitar o truncar los debates sociales inherentes y relevantes para el festival.

Lee también: Así estará representada América Latina en el Festival de Cannes 2023

Representación y paridad ¿Una tendencia?

Un aspecto destacable de esta edición es que por primera vez un tercio de las películas en competencia son dirigidas por mujeres, que contrasta con el dato de 14 entre las 51 películas anunciadas inicialmente para el Festival de Cannes. Estos son avances graduales que responden al llamado por paridad de oportunidades, pero que tomarán mucho tiempo en consolidarse en un sistema que por más de un siglo ignoró esas brechas.  

Las críticas comunes corresponden a que se trata de cuotas que dejan por fuera el criterio artístico, pero eso solo demuestra que aún no hay suficientes oportunidades para que no se tenga que ver el género del director como un factor. Eso invita a cuestionar la descripción como “tendencia” de las victorias de las mujeres en los festivales clase A y el punto está en que se deje de presentar principalmente como un logro de equidad para dar prioridad al mérito y excelencia de sus trabajos.

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