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Ana Estrada: La primera persona de Perú en acceder a la eutanasia

Ana Estrada, a sus 47 años, se convirtió en la primera persona en Perú en someterse legalmente a la eutanasia después de una prolongada batalla legal, sentando un precedente innovador para el derecho a una muerte digna en su país.

Ana Estrada, que padecía los efectos debilitantes de la polimiositis desde los doce años, se ha convertido en un símbolo de la lucha por el derecho a morir dignamente en el Perú. Su largo y doloroso viaje culminó con convertirse en la primera persona en la nación en someterse legalmente a la eutanasia, marcando un momento monumental en la historia de los derechos civiles peruanos.

La lucha de Ana Estrada por el derecho a la eutanasia

La polimiositis es una enfermedad progresiva y degenerativa que debilita los músculos y ha dejado a Estrada dependiente de un ventilador durante muchos años. Su condición y su campaña a favor de la eutanasia la llevaron a la atención nacional, convirtiéndola en una figura fundamental en el debate sobre la eutanasia en el Perú.

La batalla legal por el derecho de Estrada a la eutanasia comenzó en serio en 2019. A pesar de su deteriorada condición física, Estrada, psicóloga de profesión, luchó incansablemente por su derecho a elegir un final pacífico y digno. Sus esfuerzos tuvieron como objetivo garantizar sus derechos y sentar un precedente para otros en situaciones similares en todo Perú y América Latina.

En un fallo histórico del 23 de febrero de 2021, que luego la Corte Suprema confirmó el 14 y 27 de julio de 2022, Estrada ganó el derecho a la eutanasia. Esta decisión histórica fue ejecutada de acuerdo con un Plan y Protocolo de Muerte Digna creado específicamente para ella por EsSalud, el seguro social estatal.

Josefina Miró Quesada, abogada de Estrada, destacó en entrevista con Canal N que Estrada luchó por el reconocimiento de que la muerte digna no es sólo su derecho sino un derecho de todos. “Ana murió en sus términos, de acuerdo con su idea de dignidad y en pleno control de su autonomía hasta el final”, afirmó Miró Quesada, subrayando las profundas implicaciones personales y sociales de la victoria de Estrada.

El procedimiento se desarrolló en silencio, con Estrada rodeada de quienes la apoyaron durante toda su lucha. Su familia emitió un comunicado expresando gratitud hacia los funcionarios públicos, miembros de la Defensoría del Pueblo y la comunidad en general que apoyaron la causa de Estrada. “Ana nos dejó agradecida con todos aquellos que hicieron eco de su voz, la acompañaron en su lucha y apoyaron su decisión con amor y empatía”, compartió la familia.

El caso de Estrada ha tenido un efecto dominó, aumentando la conciencia y la sensibilidad sobre la importancia de defender el derecho a una muerte digna entre miles de personas en Perú. También ha provocado debates más allá de las fronteras nacionales, contribuyendo a un diálogo más amplio sobre los derechos de la eutanasia en la región latinoamericana.

En enero de 2024, poco antes de su muerte, Estrada expresó su satisfacción con los arreglos finales, incluida la elección del médico que la ayudaría en el proceso de eutanasia. Este derecho a elegir era algo en lo que ella había insistido como esencial para garantizar su tranquilidad durante sus últimos días. “Así es exactamente como lo imaginé desde el principio… Sabía que esto era una garantía para mi vida. Necesitaba esta luz verde para poder vivir plenamente esta última etapa, sin dolor ni ansiedad por lo que sucedería después. “, explicó Estrada.

Un efecto dominó: impacto más allá de las fronteras

El caso de Estrada no es sólo una historia personal sino un hito importante en el debate actual en América Latina sobre los derechos humanos y la ética médica. Plantea cuestiones críticas sobre la autonomía, el papel del gobierno en las decisiones personales de salud y las barreras culturales y legales a tales derechos.

Siguiendo los pasos de Estrada, otros como María Benito, que padece esclerosis lateral amiotrófica, esperan que se respeten derechos similares. Actualmente Benito se encuentra a la espera de la implementación de la sentencia judicial de 2021 que autorizó la eutanasia en Perú, esperando que la seguridad social cumpla con la decisión judicial.

El legado de Ana Estrada es multifacético. Abarca su coraje al enfrentar una enfermedad dolorosa, su determinación de luchar por sus derechos y los precedentes legales y éticos que ha sentado. Su historia es un poderoso recordatorio de la necesidad de compasión y respeto en los sistemas médicos y legales, para garantizar que otros que deseen morir con dignidad puedan hacerlo.

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Mientras Perú y otros países latinoamericanos continúan lidiando con estos complejos temas, el impacto de la vida y la lucha de Ana Estrada sin duda influirán en las discusiones y políticas sobre la eutanasia en los años venideros. Su viaje subraya un movimiento creciente hacia un trato más humano y respetuoso al final de la vida, un testimonio del poder de la determinación de un individuo para lograr cambios en la sociedad.

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