AMÉRICAS

Argentina publica archivos nazis y provoca profundas reflexiones históricas

El gobierno de Argentina ha puesto documentos desclasificados sobre actividades nazis en un sitio web público. Los archivos revelan inteligencia de hace décadas sobre figuras como Adolf Eichmann y Josef Mengele. La acción ha provocado una nueva revisión del pasado del país durante la guerra y sus acuerdos diplomáticos secretos.


Apertura de los archivos al público

En un anuncio realizado el lunes, la administración del presidente Javier Milei reveló que el Archivo General de la Nación había subido casi 1.850 documentos y 1.300 decretos —antes ultrasecretos— relacionados con la llegada y el accionar de figuras nazis tras la Segunda Guerra Mundial. Según un comunicado oficial visto por EFE, estos materiales, desclasificados en 1992 pero previamente accesibles solo mediante solicitud presencial, ahora están disponibles en línea para su consulta sin restricciones.

Entre los documentos destacan referencias a conocidos oficiales nazis como Adolf Eichmann y Josef Mengele. Los investigadores ya sabían que estos hombres encontraron refugio en Argentina a mediados del siglo XX, pero los detalles sobre sus paraderos diarios y las redes locales que los ayudaron seguían siendo imprecisos. Los archivos recién revelados incluyen informes de inteligencia de la División de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y la Gendarmería, recopilados entre las décadas de 1950 y 1980.

Funcionarios afirman que el proyecto refleja esfuerzos más amplios para arrojar luz sobre los enredos de Argentina en la posguerra, una época en la que el país se convirtió silenciosamente en refugio de nazis fugitivos. “No estamos reescribiendo la historia”, explicó a EFE un integrante del gobierno de Milei. “Pero permitir que los ciudadanos vean estos documentos fomenta la responsabilidad y estimula una investigación histórica más profunda”.


Rastreando la huella nazi

Durante muchos años, se discutió cómo importantes figuras nazis ingresaron a Argentina. Se hablaba de organizaciones clandestinas. Argentinos o alemanes que vivían en el extranjero habrían creado rutas a través del Atlántico. Historiadores afirman que el gobierno de Juan Domingo Perón toleró o incluso facilitó algunas llegadas, ya sea por conveniencia estratégica o simplemente por mirar hacia otro lado en medio del caos de la posguerra.

Los investigadores destacan la importancia de estos expedientes de inteligencia ahora digitalizados: detallan la vigilancia policial sobre Eichmann y otros exoficiales, trazando su desplazamiento desde ciudades portuarias europeas hasta pequeños pueblos argentinos. Algunos documentos mencionan telegramas codificados desde contactos en Berlín, mientras otros registran la confusión o pasividad de las autoridades locales. Hombres como Eichmann, al parecer, vivieron bajo identidades falsas, trabajando en fábricas y mezclándose en barrios comunes. Aunque Eichmann fue capturado en 1960 y trasladado a Israel para ser juzgado, siguen las dudas sobre qué sabían realmente las autoridades antes de su arresto.

La historiadora argentina Julieta Llerena, especialista en inmigración judía en Buenos Aires, dijo a EFE que estos archivos podrían cambiar el entendimiento sobre el rol del Estado. “Siempre sospechamos que burócratas de nivel medio, si no altos funcionarios, toleraron la presencia de estos criminales”, comentó. “Ahora podríamos tener los eslabones perdidos que confirmen hasta dónde llegaba la complicidad o si fue, en parte, producto de la inercia burocrática”.


En busca de transparencia

Además del material relacionado con los nazis, el gobierno también divulgó un conjunto de unos 1.300 decretos presidenciales que fueron clasificados en su momento. Fechados entre 1957 y 2005, revelan decisiones encubiertas de política exterior, medidas de seguridad interna y otros asuntos delicados. Algunos fueron desclasificados por primera vez en 2012 bajo el mandato de Cristina Fernández, pero solo ahora están disponibles en formato digital para el público.

“Esto es más que revolver papeles polvorientos”, dijo un vocero de la Vicejefatura de Gabinete. “Lo vemos como un acto de apertura institucional, de correr el telón sobre un capítulo oculto del gobierno nacional”. Observadores sostienen que la medida se alinea con una tendencia más amplia: en la última década, Argentina ha adoptado políticas para enfrentar su pasado político, incluyendo juicios por crímenes de la dictadura y la publicación parcial de documentos secretos de inteligencia.

Sin embargo, surge una pregunta: ¿cómo responderá el ciudadano común? Mientras que algunos historiadores y genealogistas celebran la medida, otros podrían sentirse indiferentes o incómodos. Un funcionario dijo a EFE que “toda democracia robusta debe enfrentar sus esqueletos”, aunque otros advierten sobre la desinformación que puede surgir cuando se publican notas de inteligencia sin contexto. “Necesitamos historiadores que guíen estas revelaciones”, advirtió Llerena, quien agregó que “leer archivos de espionaje puede ser confuso”.

Aun así, organizaciones como el Centro Simon Wiesenthal, que investiga atrocidades del nazismo, aplauden la digitalización. Aunque ya habían accedido a versiones anteriores, señalan que la disponibilidad en línea puede estimular investigaciones internacionales. “Podemos construir cronologías más consistentes”, afirmó un representante del centro. “La tecnología moderna ayuda a unificar fragmentos dispersos del conocimiento”.


Una misión más profunda

Detrás de estas divulgaciones públicas hay una misión más profunda: asegurar que la responsabilidad histórica sobreviva a los vaivenes políticos. Muchos recuerdan cómo el secuestro de Eichmann en Buenos Aires en 1960 provocó tensiones diplomáticas entre Argentina e Israel. Ahora, seis décadas después, los archivos recién revelados podrían arrojar nueva luz sobre cómo los servicios de inteligencia rastrearon —o perdieron de vista— a Eichmann. Algunos documentos podrían incluso aclarar los supuestos avistamientos de Mengele, el infame médico de los campos de concentración.

Mientras el país examina estos documentos explosivos, la conversación trasciende a cualquier figura individual. Críticos se preguntan si habrá más revelaciones: ¿abrirá el gobierno materiales adicionales sobre las llamadas “líneas de ratas”, las rutas clandestinas usadas por nazis para llegar a Sudamérica, o sobre colaboradores menores y menos conocidos? Por ahora, la postura de la administración Milei indica una disposición a abrir completamente los archivos.

Algunos críticos sugieren que esta medida busca distraer la atención de los problemas económicos o internos. Funcionarios lo niegan. Afirman que la publicación forma parte de una “estrategia de transparencia a largo plazo”. Los historiadores prometen examinar cada página. Esperan una investigación detallada. Los archivistas tendrán que separar información creíble de teorías conspirativas.

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Para la población argentina, la publicación digital de documentos relacionados con el nazismo es relevante. Permite que los jóvenes, quizás ajenos a los complejos vínculos del país tras la guerra, comprendan las problemáticas de neutralidad, involucramiento o aprobación tácita que moldearon hechos pasados. Los documentos revelan un valor fundamental: una sociedad avanza con honestidad, incluso cuando eso implica incomodidad, al pasar del secreto al escrutinio.

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