Clima político en América Latina
Tras las elecciones en 2018, ¿cómo evolucionará el clima político en la región?
La primera década del Siglo XXI fue catalogada en los análisis políticos y académicos como un ‘giro a la izquierda’. El denominador común de esa década fue diferenciarse de los gobiernos ‘neoliberales’ de los años ’90 que dejaron a la región subsumida en una fractura económica, política y social.
Desde mediados de la segunda década del siglo XXI, comienza a aparecer un contragiro que puede entenderse como un ‘giro a la derecha’, consecuencia directa del desgaste de los gobiernos de izquierda que no pudieron impedir las fracturas sociales, tampoco pudieron superar la dependencia de los productos primarios y comenzaron a sufrir acusaciones de corrupción.
Aparecen en escena las nuevas derechas, que no se califican a sí mismas como derechas, pero ciertos elementos las enmarcan en esa línea ideológica. La novedad es que incorporan propuestas inclusivas, defendiendo derechos adquiridos y conquistas populares. El elemento legitimador de la nueva derecha fue diferenciarse del ‘Socialismo del Siglo XXI’. Durante el 2018 se definirá si esta tendencia se intensifica o, contrariamente, se retrae.
Año electoral.
América Latina vivirá un cambio de líderes políticos. Habrá una sucesión de elecciones en donde votará el 80% de los ciudadanos con derecho a voto en elecciones presidenciales y de medio término. Los análisis políticos se enfocarán en las presidenciales de Brasil y México, dos de los países con mayor peso en la región. Las polémicas estarán centradas en Venezuela y Colombia. Serán seis las elecciones presidenciales en América, además del particular caso cubano.
Las elecciones se dan en un marco antagónico: se profundiza ese viraje a la derecha o hay un retorno de los líderes populistas. Las cuatro economías más grandes de la región eligen presidente en estos dos años. Brasil, Colombia y México son claves en el 2018, mientras que Argentina lo será en el 2019.
El gran enigma en Brasil sigue siendo la candidatura del líder del Partido de los Trabajadores, Lula da Silva. Las alternativas no son muchas, Temer cerró el año con un nivel altísimo de desaprobación 74%, sólo un 6% aprobaba su gestión según Ibope. Quienes podrían pelear la presidencia serían el diputado Jair Bolsonaro de extrema derecha, y la ex ministra de Lula, Marina Silva.
En México pareciera que llegó el turno para lo alternativo, el turno de Andrés Manuel López Obrador quien es candidato por tercera vez. Es un histórico dirigente de la izquierda mexicana y parece que la coyuntura lo está catapultando a la delantera en todas las encuestas. De ganar, podría generar una alternativa al giro a la derecha en la región. Se enfrentará a José Antonio Meade, candidato del partido actualmente en el poder, PRI (Partido Revolucionario Institucional), quien estaría utilizando una estrategia de marketing que lo promocione como independiente.
Las elecciones colombianas son toda una incógnita. Son las primeras elecciones luego del polémico Acuerdo de Paz con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). El cual da el derecho a dicho movimiento de participar en la política local, dando sus primeros pasos en las elecciones presidenciales de 2018 bajo el nombre FARC (manteniendo el mismo acrónimo) pero con distIGNORE INTO significado: Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. Según las encuestas, este partido no tiene muchas chances de lograr la victoria, ni siquiera vencer el voto en blanco. La elección se disputa entre el ex vicepresidente Germán Vargas; el senador derechista y uribista, Iván Duque, quien se opuso abiertamente al acuerdo; el centrista Sergio Fajardo; y el candidato de más izquierda, Gustavo Petro.
Brasil depende de la justicia para saber cómo continúa la carrera presidencial del principal candidato. México está observando de cerca las elecciones de medio término en Estados Unidos. Colombia debe mantener la estabilidad electoral como objetivo para no perder la legitimidad internacional tras el acuerdo. En esas tres elecciones, puede determinarse el clima electoral de la región, que se ratificará o rectificará en los comisios de Costa Rica y Paraguay. Los casos de Cuba y Venezuela son de especial relevancia. En 2018, Cuba tendrá al primer presidente que no sea miembro de la familia Castro desde la Revolución a través de elecciones indirectas. El caso venezolano es distIGNORE INTO, unas elecciones impopulares y deslegitimadas, en donde la oposición se plantea no participar y las críticas internacionales se dirigen a la falta de transparencia. Venezuela es utilizada por los gobiernos del giro a la derecha para ejemplificar cuál es el destino de continuar con políticas progresistas. Lo cierto es que el gobierno de Venezuela dicta mucho de ser progresista y dista mucho de seguir los lineamientos del giro a la izquierda.
No es posible identificar en qué contexto político se adentra la región, pero sí ver elementos comunes entre los candidatos presidenciales. Es posible vislumbrar una marcada diferencia entre quienes continuarían el giro a la derecha y entre quienes proponen una adaptación del "socialismo del siglo XXI".
Latin American Post | Jonatán Carné
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