Histórica Excavación en Chile Despierta Esperanza para las Víctimas de la Dictadura

En un paso trascendental hacia el esclarecimiento de las verdades del doloroso pasado de Chile, expertos forenses han comenzado excavaciones en Cerro Chena, un recinto militar de la dictadura de Augusto Pinochet. Su misión: encontrar los restos de detenidos desaparecidos que aún se encuentran desaparecidos, medio siglo después.
Una Búsqueda Histórica por Respuestas
En una fresca mañana de lunes, peritos forenses del Servicio Médico Legal (SML) de Chile llegaron a Cerro Chena, en las afueras de Santiago. El lugar, que funcionó como cuartel militar durante el régimen del general Augusto Pinochet (1973–1990), es ahora el centro de una excavación sin precedentes, con el objetivo de encontrar rastros de algunas de las miles de personas que desaparecieron bajo la dictadura. A pesar de su oscura historia, Cerro Chena no fue investigado formalmente hasta hace menos de dos años.
Poco después del amanecer, los investigadores delimitaron una cuadrícula en una pequeña zona seleccionada con precisión. En menos de una hora, comenzaron las excavaciones, un evento presenciado por un corresponsal de EFE. El terreno es notoriamente difícil, lleno de piedras y extremadamente seco debido al clima andino. Es un proceso laborioso: cada puñado de tierra removida debe ser cuidadosamente tamizado para identificar fragmentos óseos u otras evidencias físicas que puedan ofrecer pistas sobre los desaparecidos.
De pie al borde del sitio de excavación recién marcado, Mónica Monsalves, presidenta de la Corporación Memorial Cerro Chena, habló con EFE con determinación solemne y esperanza cautelosa. “Este es el procedimiento más importante de todos los que se han realizado hasta ahora”, afirmó. “Estamos excavando por fin en el corazón de un cuartel militar que sigue operativo hasta el día de hoy, y lo hacemos junto a sobrevivientes, familias, profesionales del derecho y expertos. Es un momento histórico por el que hemos luchado durante muchos años”.
Según Monsalves, el objetivo es simple pero profundo: encontrar cualquier evidencia restante y confirmar sospechas de entierros clandestinos o bien descartarlo. “Nuestras expectativas son realistas”, dijo a EFE, “pero es vital que no dejemos piedra sin remover. Incluso si no encontramos nada, sabremos que hicimos todo lo posible en este lugar”.
Descubriendo Evidencias Ocultas
El equipo de excavación de Cerro Chena está compuesto por arqueólogos, antropólogos y personal forense especializado. Aunque las palas y picotas son imprescindibles, también utilizan una pequeña retroexcavadora para atravesar las capas de suelo más compactas. Cada grano de tierra extraído pasa por un filtro donde los integrantes del equipo examinan minuciosamente el material antes de continuar.
Esta operación es el resultado de un extenso trabajo preliminar realizado a comienzos del año. En febrero, se emplearon dispositivos de georradar para escanear diversas secciones de Cerro Chena a profundidades de hasta cuatro metros, revelando anomalías consistentes con posibles sitios de entierro. Cinco puntos prioritarios fueron seleccionados para confirmar si estos lugares fueron utilizados como cementerios clandestinos, como sugieren múltiples testimonios.
EFE conversó con la jueza Marianela Cifuentes, quien supervisa el caso a raíz de una denuncia penal por el entierro y exhumación ilegal del trabajador agrícola Manuel Silva Carreño. No obstante, la investigación abarca las desapariciones de más de una docena de personas vistas por última vez en Cerro Chena. “Esperamos completar los trabajos en la parte trasera de una antigua escuela rural y en una de sus habitaciones interiores, zonas donde se detectaron anomalías”, dijo Cifuentes. “Luego pasaremos al sector del Parque Metropolitano e investigaremos bajo los cimientos de una casa que, según informes, funcionó como centro de detención”.
Un edificio escolar rural deteriorado, de unos 50 metros de largo, aún se mantiene en pie en el lugar, con paredes marcadas por el tiempo. Testimonios afirman que, poco después del golpe de septiembre de 1973, el edificio fue centro de interrogatorios, torturas y posibles ejecuciones. Algunos relatos mencionan también que cuerpos fueron quemados y desechados en los alrededores a finales de ese mismo año.
Aunque las excavaciones iniciales están previstas para durar solo dos semanas, la jueza Cifuentes explicó que podrían programarse búsquedas adicionales en la segunda mitad del año, dependiendo de los hallazgos de esta primera fase. “Si no encontramos evidencia concluyente en los puntos iniciales, continuaremos examinando otras áreas de alta prioridad. Es un proceso lento, pero crucial”, subrayó.
Un Último Esfuerzo por la Verdad
Cerro Chena se ubica a unos 25 kilómetros al sur de Santiago. Es una loma verde que una vez tuvo una función siniestra en la historia del aparato represivo de Pinochet. Muchos chilenos creen que esta área fue un sitio de entierros clandestinos —parte de una red nacional de lugares ocultos utilizados por la inteligencia militar y otras ramas del régimen. Se cree que al menos veinte personas fueron vistas por última vez en Cerro Chena, entonces conocido como Cuartel N.º 2 de Inteligencia.
Sobrevivientes como Ricardo Klapp Santa Cruz recuerdan los intentos del régimen por borrar evidencia de sus crímenes, en lo que se conoció como la operación “Retiro de Televisores”. “Los cuerpos enterrados en fosas clandestinas fueron retirados para ocultar la verdad, especialmente después del hallazgo de restos en 1978”, dijo Klapp a EFE. “Pero todavía existe la posibilidad de que algo haya quedado. Por eso esta excavación es tan importante”.
Las familias que siguen buscando a sus seres queridos han vivido, en efecto, dos desapariciones. Primero, el secuestro inicial, dejando como única prueba el testimonio de sobrevivientes que vieron a los detenidos por última vez dentro del campamento. Luego, la exhumación y nuevo ocultamiento de los restos, lo que dejó aún menos huellas tangibles de su existencia.
El régimen de Pinochet controló Chile entre 1973 y 1990. Informes oficiales indican que causó más de 3,000 muertes y desapariciones. Han pasado muchos años desde el fin de ese gobierno opresivo. Los sobrevivientes y las familias han apoyado de forma constante la búsqueda de verdad y justicia. Su lucha continúa.
Cerro Chena sigue parcialmente activo bajo la Sección de Inteligencia del Ejército de Chile, lo cual ha dificultado por años las investigaciones. Solo gracias a la presión pública persistente y acciones legales se ha permitido ahora una indagación profunda del sitio. Cada palada de tierra, cada barrido de radar, representa otro paso hacia la transparencia que grupos de derechos humanos han exigido por décadas.
De pie junto al área acordonada, Monsalves observaba cómo los investigadores tamizaban meticulosamente la tierra. Habló del dolor que ha pesado sobre las familias por generaciones y la esperanza de que cada golpe de pala las acerque al cierre definitivo. “Han pasado más de cincuenta años desde el golpe, pero nunca hemos dejado de buscar”, dijo a EFE. “Lo hacemos para que la próxima generación no tenga que cargar con estas mismas preguntas sin respuesta”.
Ya sea que los esfuerzos de excavación de esta semana resulten en hallazgos concretos o no, quienes lideran la búsqueda afirman que al fin están recibiendo un reconocimiento. En palabras de Monsalves, la mayor recompensa es saber que no se dejó ninguna vía sin explorar. Ella afirmó: “Si no se descubre evidencia, al menos podremos estar en paz, sabiendo que luchamos hasta el último momento”.
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En Cerro Chena, familias, sobrevivientes y defensores de los derechos humanos se han reunido. La excavación es prueba del compromiso cambiante de Chile con el esclarecimiento de su historia. Aunque el proceso puede tardar meses —y quizá más que las dos semanas programadas— cada día de excavación reafirma el derecho de las familias a saber el destino de quienes desaparecieron bajo la dictadura. Con cada capa de tierra removida con cuidado, renace la esperanza de que la verdad, largamente enterrada, por fin vea la luz.