Irán y Arabia Saudí restablecen relaciones: ¿fin del terrorismo en la región?
Con la mediación de China, sauditas e iraníes alcanzaron un acuerdo para restablecer sus relaciones diplomáticas rotas desde 2016, ¿qué dimensión alcanzará este acuerdo entre Irán y Arabia Saudí?
Foto: DPA
LatinAmerican Post | Luis Angel Hernández Liborio
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Dos países con rivalidades políticas, sociales y religiosas de siglos han logrado llegar a un acuerdo para restablecer sus relaciones diplomáticas. Arabia Saudita e Irán reabrirán sus respectivas embajadas y con ello darán una nueva oportunidad a la relación rota desde 2016. La seguridad en la región es uno de los temas más relevantes, el alcance del restablecimiento de relaciones es una de las incógnitas, ¿alcanzará para lograr una paz duradera?
¿Paz entre suníes y chiíes en el horizonte?
Oriente Medio es una región diversa que tiene en común el pasado colonial y el profundo arraigo religioso ligado al Islam. La gran división dentro del Islam, entre sunitas y chiitas, se resume a la rivalidad entre Arabia Saudita e Irán, defensores radicales de cada una de las posturas de la religión. Por un lado, están los sunitas, quienes consideran haber seguido la línea directa y conservadora de las enseñanzas de Mahoma, y, por otro, los chiitas, que defienden la línea heredada por el yerno del profeta. Así, los sunitas, liderados por Arabia Saudita, y los chiitas, liderados por Irán, han sido protagonistas de enfrentamientos no solo teológicos, sino que han pasado al terreno de la violencia.
Los grandes grupos terroristas de la región se enmarcan en alguna de las dos corrientes, así que entre ambos países y sus aliados ha existido la sospecha mutua sobre espionaje, financiamiento de grupos armados, apoyo de estallidos sociales y atentados. El acercamiento actual entre Arabia e Irán atiende a un tema estratégico más que a la conciliación entre sunitas y chiitas, por lo que el problema religioso que motiva a los grupos terroristas seguirá estando en el tintero. Incluso, el acercamiento entre ambos Estados podría radicalizar a grupos que rechazan absolutamente cualquier relación con sus enemigos. La fragilidad de las relaciones entre Arabia e Irán podría fácilmente provocar una nueva ruptura, los problemas de fondo (religiosos) siguen latentes.
¿Se reconfigura el Medio Oriente?
La región está en una era de definiciones, por un lado, a nivel económico, los países islámicos que dependen de los recursos energéticos buscan diversificar sus economías para depender menos de ellos y, sobre todo, pensando en una época pospetróleo. La estabilización de las relaciones entre Arabia e Irán podría crear armonía, o al menos reducir las tensiones, entre los países de la región. El beneficio económico podría notarse en áreas como el turismo e inversiones vitales para ampliar sus posibilidades económicas.
A nivel geopolítico, el restablecimiento de relaciones permitirá un manejo más discreto y cuidadoso de los temas de la agenda regional y global. Podría impulsar una mejor relación entre Irán y Estados Unidos a través de la mediación saudí. Los principales problemas del Medio Oriente podrían ser tratados directamente entre ambas potencias regionales, aunque dejando en claro que hay temas hasta ahora irreconciliables y que los dividen, como lo son el caso de Siria o la relación con Israel.
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Israel en la ecuación
Israel es un tema tabú entre los países árabes e Irán, la lucha palestina sigue pesando sobre cualquier intento de siquiera plantear el estatus del Estado judío ante ellos. Reiterando el interés de países como Arabia y los Emiratos Árabes Unidos de diversificar su economía, no pueden ignorar el peso de Israel en esa área. Tímidamente, estos países han comenzado el deshielo de sus relaciones con Israel, aún no son del más alto nivel, pero la ruta parece ir hacia la normalización. En cambio, Irán y Qatar aún se resisten a relacionarse con el Estado judío. Esta complicada red de alianzas y enemistades es la principal complicación en la diplomacia de la región.
Mientras Arabia es aliada de Estados Unidos, mantiene una relación estratégica con Rusia y recién reinicia la que tiene con Irán. Los iraníes tienen una tensa relación con Estados Unidos, pero cercana a Rusia. Para iraníes y sauditas, la relación con Israel guarda aún un estatus incierto, pese a la mediación estadounidense. El delicado equilibrio con el que cada país debe dar cada paso es lo que rompe con cualquier proyección. La guerra en Ucrania es una muestra clara de esta peligrosa danza entre tan complicados actores. La forma en la que Rusia, Irán, Arabia, Estados Unidos e Israel han realizado sus movimientos en Oriente Medio son dignos de ajedrez o de un rompecabezas.
El factor China
Si el escenario ya es complicado, faltan dos actores por considerar. Por un lado, la Unión Europea, aliada estratégica de Israel y de Arabia Saudita y por otro China. Los asiáticos han hecho gala de su poder al sentar en la mesa (con ayuda de Irak y Omán) a árabes e iraníes para alcanzar un acuerdo histórico. La influencia estadounidense sobre Irán e Israel parecía ser la más importante en la región, sin embargo, han sido los chinos quienes han dado un paso crucial.
En plena lucha por el liderazgo global, el gigante asiático ha mostrado a los Estados Unidos su capacidad en diplomacia mostrando autoridad, una que parece perder el país norteamericano. Si la normalización de las relaciones israelíes con países árabes se diera en los próximos años, la influencia estadounidense se vería seriamente reducida, mientras que China puede aportar las ansiadas inversiones que Oriente Medio espera.