La historia no contada detrás del accidente aéreo más mortal de América Latina
El 17 de julio de 2007, el vuelo 3054 de TAM Airlines se estrelló en el aeropuerto Congonhas de São Paulo después de salirse de la pista, matando a 199 personas. A medida que se revelaron los detalles del accidente, se hizo evidente que una serie de errores críticos habían causado el peor desastre aéreo de América Latina.
Una tormenta perfecta
En 2007, la aviación brasileña estaba bajo una inmensa presión. La demanda de viajes aéreos se estaba disparando a un ritmo del 15% anual, y cuando la aerolínea más grande de Brasil, Varig, cesó sus operaciones, aerolíneas como TAM Airlines se apresuraron a llenar el vacío. Sin embargo, la rápida expansión superó la infraestructura de aviación del país. Los aeropuertos estaban congestionados, los controladores de tráfico aéreo estaban sobrecargados de trabajo y los retrasos en los vuelos eran rampantes.
En el centro de este sistema tenso se encontraba el aeropuerto Congonhas de São Paulo, el más transitado de Brasil, conocido por sus pistas notoriamente cortas y su ubicación urbana. Los pilotos habían considerado el aeropuerto como un riesgo durante mucho tiempo, especialmente cuando el clima empeoró. Su pista principal, la 35L, tenía solo 1.945 metros de largo, demasiado corta para el tráfico que manejaba. Para empeorar las cosas, la repavimentación de la pista en junio de 2007 se había completado sin ranuras adecuadas, lo que permitió que el agua de lluvia se acumulara y la volviera peligrosamente resbaladiza.
En julio, más de la mitad de todos los vuelos en Brasil se retrasaron, lo que aumentó el estrés de las tripulaciones de las aerolíneas. Los pilotos del vuelo 3054 de TAM no fueron la excepción. Esa fatídica noche, después de un corto vuelo de Porto Alegre a São Paulo, enfrentaron una presión creciente mientras se preparaban para aterrizar en una pista mojada y resbaladiza con uno de los inversores de empuje del avión inoperativo.
El avión era un Airbus A320-233, un avión confiable, pero como muchos otros en la flota en rápida expansión de TAM, había estado en servicio durante varios años y no estaba en perfectas condiciones. Los pilotos habían operado la aeronave ese mismo día y sabían que el inversor de empuje funcionaba mal, lo que reduce la velocidad de la aeronave al aterrizar invirtiendo el empuje del motor. Si bien se permite aterrizar con un inversor, complica la situación en una pista mojada y corta como la de Congonhas.
Lo que siguió fue una trágica combinación de falta de comunicación, estrés y error humano que conduciría a uno de los días más oscuros en la historia de la aviación latinoamericana.
En la cabina: una decisión mortal
La cabina del vuelo 3054 contaba con dos pilotos experimentados, ambos capitanes. El piloto al mando tenía más de 13.600 horas de vuelo, incluidas más de 2.200 en el Airbus A320. Su colega, que ese día era el primer oficial, tenía incluso más horas de vuelo, pero una experiencia limitada con el A320, ya que solo había registrado 237 horas en esa aeronave. La inusual combinación de dos capitanes fue el resultado de los problemas de programación de TAM, que se habían vuelto cada vez más comunes durante su rápida expansión.
A medida que el vuelo se acercaba a São Paulo, el estrés dentro de la cabina comenzó a aumentar. Los pilotos sabían que estaban a punto de aterrizar en uno de los aeropuertos más desafiantes de Brasil en condiciones menos que ideales. Una lluvia ligera había dejado la pista mojada y la visibilidad era reducida. El inversor de empuje inoperante complicó aún más la situación y el capitán, consciente de la pista resbaladiza y de los incidentes anteriores, probablemente se sintió presionado a ejecutar un aterrizaje impecable.
Sin embargo, durante la aproximación, el capitán tomó una decisión fatídica. En lugar de seguir el procedimiento actualizado para aterrizar con un inversor de empuje inoperante, que había estado en vigor desde enero de 2007, confió en un procedimiento más antiguo con el que estaba más familiarizado. El procedimiento anterior requería que el piloto pusiera solo una palanca de empuje en reversa, dejando la otra en posición neutra. Este método ha causado múltiples accidentes en el pasado. El procedimiento más nuevo, diseñado para evitar estos errores, instruía a los pilotos a manejar las palancas de empuje al unísono, reduciendo el riesgo de dejar accidentalmente un motor en empuje hacia adelante.
Sin saber la importancia de este cambio, el capitán optó por el procedimiento antiguo. Cuando el vuelo 3054 aterrizó en la pista mojada, el capitán puso la palanca de empuje izquierda en ralentí y en reversa, pero por error dejó la palanca derecha en el tope de ascenso, lo que provocó que el motor derecho continuara produciendo empuje hacia adelante. Esto creó una asimetría mortal en la potencia del avión, lo que lo hizo casi imposible de controlar.
Una receta para el desastre
El aeropuerto de Congonhas ha sido durante mucho tiempo un motivo de preocupación en la industria de la aviación de Brasil. Ubicado en el corazón de São Paulo, está rodeado de un denso desarrollo urbano, que no deja espacio para la expansión o los amortiguadores de seguridad. Sus pistas cortas, combinadas con la falta de áreas de seguridad en los extremos de las pistas (RESA), hacen de Congonhas uno de los aeropuertos más peligrosos de Brasil, especialmente en clima húmedo.
La decisión de reabrir la pista en junio de 2007 sin ranuras, que ayudan a dispersar el agua y mejorar la tracción, resultó fatal. En las semanas previas al accidente, varios incidentes en el aeropuerto involucraron aviones que se salieron de la pista debido a la superficie resbaladiza. Los pilotos eran conscientes de los riesgos, y muchos creían que era sólo cuestión de tiempo antes de que ocurriera un accidente importante.
El 16 de julio, justo un día antes del accidente de TAM, un ATR 42 se salió de la pista en Congonhas, chocando contra un poste de luz y una caja de hormigón. El accidente causó graves daños a la aeronave, aunque afortunadamente no hubo pérdidas humanas. Sin embargo, el incidente debería haber sido una señal de alerta, advirtiendo de un peligro inminente. En cambio, los vuelos continuaron como de costumbre y no se tomaron precauciones adicionales.
Cuando el vuelo 3054 se aproximaba a Congonhas esa tarde, las condiciones meteorológicas se estaban deteriorando. Una ligera lluvia hizo que la pista estuviera resbaladiza y los pilotos sabían que el aterrizaje sería difícil. El capitán, que ya estaba bajo estrés, probablemente estaba aún más ansioso debido a la infame reputación de la pista.
El accidente: se desarrolla la tragedia
A las 6:54 p. m., hora local, el vuelo 3054 de TAM Airlines aterrizó en la pista 35L del aeropuerto de Congonhas. El avión aterrizó dentro de la zona de aterrizaje a 142 nudos, pero la situación rápidamente se salió de control. El avión no pudo reducir la velocidad con el motor derecho aún produciendo empuje hacia adelante y los alerones de tierra no se desplegaban.
Los alerones de tierra, cruciales para reducir la sustentación y ayudar al avión a asentarse sobre sus ruedas, no se desplegaron porque la palanca de empuje derecha no estaba inactiva. Sin los alerones, el avión continuó “volando” por la pista y los frenos, ya menos efectivos en la superficie mojada, se volvieron casi inútiles.
Mientras el avión aceleraba por la pista, el empuje asimétrico hizo que virara hacia la izquierda. El capitán aplicó desesperadamente el freno manual y el timón derecho para contrarrestar la deriva, pero era demasiado tarde. El avión viajaba a más de 100 nudos cuando se salió de la pista, cruzó una zona de césped y se elevó brevemente al sobrevolar un terraplén.
Segundos después, el avión se estrelló contra un almacén de TAM Express y una gasolinera Shell justo al otro lado de la pista. El impacto fue catastrófico y el incendio resultante, alimentado por los tanques de combustible rotos del avión, envolvió los restos en llamas. Los 187 pasajeros y tripulantes a bordo murieron, junto con 12 personas en tierra. El incendio ardió durante horas, lo que hizo casi imposibles las labores de rescate.
Investigaciones y rendición de cuentas
El accidente del vuelo 3054 de TAM conmocionó a Brasil y al mundo. En los días y semanas siguientes, los investigadores de la Autoridad de Aviación Civil de Brasil (ANAC) y de organizaciones de aviación internacionales trabajaron para reconstruir lo que había salido mal. El informe final de la investigación destacó los factores críticos que contribuyeron al desastre.
La causa principal del accidente fue un error del piloto, específicamente, la decisión del capitán de utilizar el procedimiento obsoleto y su falta de ralentí de la palanca de empuje derecha. Este error impidió que se desplegaran los spoilers de tierra y permitió que el motor derecho continuara produciendo empuje hacia adelante, lo que hizo imposible detener la aeronave.
Sin embargo, la investigación también señaló una falla sistémica más amplia. La falta de medidas de seguridad adecuadas del aeropuerto de Congonhas, incluida la ausencia de surcos en la pista y RESA, jugó un papel importante en el accidente. La superficie resbaladiza de la pista y la corta distancia disponible para detenerse crearon una situación en la que incluso un error menor podría tener consecuencias catastróficas.
TAM Airlines también fue criticada por su capacitación inadecuada para los pilotos. La investigación reveló que la aerolínea había apresurado a muchos pilotos a realizar programas de entrenamiento, particularmente porque se expandió rápidamente después del colapso de Varig. El capitán del vuelo 3054, aunque experimentado, no había recibido la capacitación adecuada sobre los procedimientos actualizados de Airbus para manejar inversores de empuje inoperativos, procedimientos que podrían haber evitado el accidente.
La ANAC fue criticada por no regular y supervisar adecuadamente el aeropuerto de Congonhas. A pesar de las preocupaciones de seguridad conocidas, reabrir la pista sin ranuras fue un paso en falso crítico. La investigación concluyó que si las ranuras hubieran estado en su lugar, el avión podría haber sido capaz de detenerse antes de salirse de la pista.
Lecciones del vuelo 3054
El desastre del vuelo 3054 de TAM dejó una marca indeleble en la industria de la aviación de Brasil. Después del accidente, se implementaron reformas significativas para mejorar la seguridad en el aeropuerto de Congonhas y en todo el país.
Uno de los cambios más significativos fue la instalación de sistemas de detención de materiales mejorados (EMAS) en ambos extremos de las pistas 35L y 17R en Congonhas. EMAS consiste en materiales aplastables diseñados para detener una aeronave que se sale de la pista. Se ha demostrado que este sistema reduce la gravedad de las salidas de pista y desde entonces se ha convertido en una característica de seguridad estándar en muchos aeropuertos en todo el mundo.
Recordando a las víctimas
A medida que han pasado los años desde los trágicos eventos del 17 de julio de 2007, el recuerdo de las víctimas del vuelo 3054 sigue siendo una poderosa fuerza para el cambio. Se han erigido monumentos en São Paulo y Porto Alegre para honrar las vidas perdidas, y cada aniversario del accidente reúne a familias, amigos y profesionales de la aviación para reflexionar sobre las lecciones aprendidas y el trabajo que aún queda por hacer.
Para las familias de las víctimas, el dolor de su pérdida es un recordatorio constante del costo humano de los desastres de aviación. Su defensa de mejores medidas de seguridad, regulaciones más estrictas y responsabilidad corporativa ha sido fundamental para impulsar las reformas que siguieron al desastre. En muchos sentidos, su perseverancia ha asegurado que las vidas perdidas en el vuelo 3054 no hayan sido en vano.
El accidente del vuelo 3054 de TAM Airlines sigue siendo el peor desastre aéreo en la historia de América Latina. Aun así, también sirve como un estudio de caso de cómo los sistemas complejos (líneas aéreas, aeropuertos, organismos reguladores y pilotos) pueden fallar. Es un duro recordatorio de que en la aviación, como en todas las industrias, la complacencia es el enemigo de la seguridad. Las reformas implementadas después del desastre sin duda han mejorado la seguridad de la aviación en Brasil y América Latina. Aun así, deben evaluarse, actualizarse y aplicarse continuamente para evitar que la historia se repita.
Mientras recordamos a las víctimas del vuelo 3054, también debemos permanecer vigilantes para garantizar que las lecciones aprendidas de esta tragedia sigan informando el futuro de la aviación. El legado de este desastre no es solo de pérdida, sino de progreso y cambio, impulsado por la voluntad colectiva de hacer que los cielos sean más seguros para todos.