Litio: ¿qué representa el llamado ‘oro blanco’ para Latinoamérica?
LatinAmerican Post hizo un breve análisis de la importancia del litio en la economía, sociedad y medioambiente de la región, teniendo en cuenta que tan solo Sudamérica cuenta con el 56 % de las reservas mundiales de este preciado elemento..
Foto: Reuters – Iván Alvarado
LatinAmerican Post | Christopher Ramírez
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“Oro blanco”, así es como el mundo define al litio, un elemento químico considerado como el metal y elemento sólido más ligero de toda la naturaleza. Sin embargo, esto no dice mucho en relación de sus funciones e importancia para el mundo.
De acuerdo con la compañía minera ‘Soluciones para el desarrollo humano’ (SQM), cuya actividad tiene como sede el norte de Chile, el litio tiene varias aplicaciones a nivel industrial, siendo el metal más utilizado en los últimos años en la creación de “baterías, vidrio cerámico, grasas lubricantes, aire acondicionado”, entre otros productos ya arraigados en la cultura popular del mundo.
“Debido a su densidad de energía y la falta de «efecto memoria», las baterías recargables de iones de litio y de polímero de litio son la fuente de energía más eficiente para teléfonos celulares, computadores portátiles y otros dispositivos electrónicos portátiles. Las baterías para los nuevos modelos de vehículos eléctricos (EV, HEV) también se basan en compuestos de litio”, explica SQM por medio de un comunicado.
Así, el litio se puede considerar como el elemento más importante en la evolución hacia una energía mucho más limpia y renovable; y que en el caso de Latinoamérica, no solo representa un paso hacía la limpieza energética sino una opción de mejora en su economía.
La región es, según confirmaciones de los gobiernos de países como Chile, Argentina y Bolivia, la más importante del mundo en cuando a reservas de litio, pues se cree que al menos el 56 % del total de este elemento en el planeta se encuentra en Sudamérica. Esto, por supuesto, se ha vislumbrado como una oportunidad de crecimiento económico e industrial en esta parte del mundo, pues tan solo en los últimos 12 meses su precio aumentó de 9 mil a 75 mil dólares por tonelada, lo que representa un incremento del 833 % en el último año.
¿La salvación de Latinoamérica?
La COVID-19 generó una pandemia que no solo afectó la salud de las personas, sino también el normal funcionamiento de las industrias en general, y la del litio no fue la excepción. Durante la crisis derivada de la propagación de esta enfermedad, los números de extracción del preciado metal blando se redujeron considerablemente, mientras que su demanda aumentaba a gran escala.
Esto ha hecho que, tan solo en el área de los vehículos eléctricos, el costo de las baterías de litio se vislumbre como uno de los de mayor crecimiento en toda la industria automotriz. Según la firma de investigación E Source, entre 2023 y 2026, las baterías para los EV (vehículos eléctricos) podrían tener un incremento en su precio del 22 %, es decir, de 128 dólares por kilovatio/hora a 138 dólares kw/h.
Esto representa, por supuesto, una esperanza para la golpeada economía latinoamericana que ve con buenos ojos la extracción de litio como una forma de ser potencia, no solo en el continente sino en el mundo. Además, la actual demanda obliga a las industrias a contratar y capacitar a nueva mano de obra para saciar las necesidades mundiales, en plena revolución energética sostenible, lo que significa también un fortalecimiento en el número de empleos, especialmente en el cono sur americano.
Pensando en esto, hace algunos días se hizo oficial la creación de la llamada Cámara Latinoamericana de Litio con la cual se busca “fomentar, desarrollar y optimizar los procesos de industrialización del mineral litio y sus derivados”, así como “impulsar y apoyar iniciativas regionales y comunitarias para la industrialización” de dicho elemento.
En pocas palabras, la idea de esta nueva organización es poder crear una relación beneficiosa con la extracción del litio, con base en el “cumplimiento de las leyes, normas y condiciones para la prospección, exploración, explotación, comercialización e industrialización del mineral y sus derivados”.
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¿Bendición o maldición?
No obstante, en medio de la bonanza económica y social, lo cierto es que alrededor de la misma se gestan dos grandes amenazas: una política y otra medioambiental.
En cuanto a lo primero, aún es un tema de debate la forma en la cual se debería ver la extracción del litio en la región. Mientras que Bolivia y México defienden a toda costa que los procesos de extracción deberían ser dominados solamente por el Estado, acusando que el preciado metal es una utilidad pública, otros países como Chile y Argentina ven en la participación privada una gran estrategia que, por supuesto, trae también enormes ganancias para particulares. Sin embargo, esto es algo que la Cámara Latinoamericana de Litio quiere ayudar a regular.
Ahora bien, el componente medioambiental puede ser tal vez el inconveniente más importante en medio de la extracción de litio, ya que se requiere de muchas cantidades de agua para poder separar el metal de las arcillas a las que se encuentra sedimentado.
El caso más reciente y que tiene relación directa con este asunto es el de Sonora, en México, donde la empresa Bacanora Lithium está desarrollando un megaproyecto de unas 100 mil hectáreas en las que se intenta extraer unas 243 millones de toneladas de litio que se encuentran ubicadas en la llamada Sierra Madre Occidental.
Sin embargo, según varios estudios, entre los que se encuentra el de Mining Technology, estos procesos de extracción en la considerada como la mina más grande del mundo, no durarán más de 20 años, aunque los efectos medioambientales no tienen un tope en el tiempo.
“Para hacer los filtrados y la extracción de las arcillas se va a ocupar una cantidad de agua importante”, explicó Daniel García, investigador de la Universidad Estatal de Sonora, en conversación con la agencia EFE.
Por supuesto, esto a su vez también trae graves consecuencias para la fauna y flora de la región en extracción. Además, también podría afectar la salud humana, pues solo 15 miligramos de litio pueden ser tóxicos para una persona.
“Si hay contaminación por litio en los mantos acuíferos o en los ríos, ese litio puede llegar a las comunidades y si llega vamos a tener problemas de toxicología y salud ambiental”, concluyó el experto.