¿Por qué se talan algunos árboles en los parques naturales?
Imaginemos que ingresamos en un parque nacional, donde no se nos permite cortar ni siquiera una hoja, y descubrimos gente con motosierras, talando árboles.
Erradicar ciertas especies puede proteger o restaurar un ambiente degradado. / Foto: Pexels – Imagen de referencia
LatinamericanPost| Jorge Guasp
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Corte de árboles foráneos en el Parque Nacional Los Alerces
La situación descrita tuvo lugar en el Parque Nacional Los Alerces, muchos años antes de que fuese declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Mientras los visitantes se detenían en la entrada para pagar su boleto de ingreso, veían a través de las ventanillas de los vehículos los cortes que las motosierras les infligían a los árboles. En respuesta a algunas consultas, los guardaparques les explicaban a los turistas que el área había sido colonizada por pinos (oriundos del Hemisferio Norte), y que éstos debían extraerse para que resurgiera la vegetación autóctona. Otros visitantes, en cambio, no se atrevían a preguntar, y se marchaban furiosos, sin entender cómo era posible que en un parque nacional se derribaran árboles.
Extracción de árboles en una isla que recibe turistas a diario
La Isla Victoria se encuentra en el lago Nahuel Huapi, dentro del Parque Nacional homónimo, y es uno de los destinos turísticos más frecuentados por los visitantes, como paso intermedio en la excursión al Parque Nacional Los Arrayanes, ubicado cerca de Villa La Angostura (en la margen del lago opuesta a la que ocupa Bariloche).
“En el Norte de la Patagonia Andina, la introducción de coníferas arbóreas se inició entre 1910 y 1940 en la Isla Victoria, pero adquirió relevancia a partir de la década del ‘70 con la implantación de macizos forestales con fines productivos. Hasta el momento hay aproximadamente entre 70.000 y 80.000 hectareas de forestaciones distribuidas en Neuquén, Río Negro y Chubut, principalmente de pino ponderosa y en menor proporción de pino oregón y pino murrayana”, sostienen Mauro Sarasola y Tomás Schlichter, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Estación Experimental Agropecuaria Bariloche), en su trabajo (de 2009) Invasión de Pinos en Patagonia: ¿mito o realidad?
En 2018, el Senado de la Nación Argentina declaró De Interés el Proyecto de la Administración de Parques Nacionales Restauración ecosistémica de 74 hectáreas en punta sur de Península Quetrihue, Parque Nacional los Arrayanes y 4 hectáreas en Puerto Pampa – Isla Victoria, como modelo de intervención a aplicar en áreas degradadas por fuego y/o invasiones biológicas en el Parque Nacional Nahuel Huapi. En sus fundamentos, la declaración argumenta que el proyecto es un “modelo de intervención a aplicar en áreas degradadas por fuego y/o invasiones biológicas en el Parque Nacional Nahuel Huapi ” (Proyecto de Declaración S-2138/18). “Su objetivo general es recuperar plenamente las 1830 hectáreas de Península de Quetrihue, protegiendo las especies y sitios de valores especiales del Parque Nacional Los Arrayanes. En particular se apunta a Península Quetrihue (restaurar activamente 74 has en Punta Sur, con una directriz de manejo asociada de control y erradicación de una invasión biológica, Arce Blanco, en un horizonte a 10 años), e Isla Victoria (aumentar en 4 has la superficie de restauración de Puerto Pampa y Manzanito)”.
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Varios años antes, en 2003, el Parque Nacional Nahuel Huapi había iniciado un programa de manejo forestal en la Isla Victoria, que no solo involucra la restauración ambiental mencionada, es decir, la plantación de especies nativas, sino también el manejo de las plantaciones existentes. Estos bosques implantados necesitan raleos y podas; muchos árboles se han desmoronado naturalmente por el paso del tiempo y el exceso de ejemplares, y esto genera riesgos para los visitantes que recorren la zona.
Restauración de ecosistemas para recuperar el equilibrio
Erradicar especies exóticas invasivas resulta clave para restaurar ambientes degradados. Sin embargo, comunicar el objetivo de esas tareas también es importante. Muchos visitantes ignoran con qué objetivo se plantaron especies exóticas, y no comprenden cómo es posible que una misma institución, en este caso Parques Nacionales, se dedique a extraer las plantas que sus propios funcionarios establecieron hace decenios.
En las últimas décadas, los modelos de gestión ambiental han cambiado. El valor estético de la naturaleza ha cedido su lugar a una visión sistémica, que no solo tiene en cuenta el paisaje sino también las necesidades funcionales de un ecosistema. Y aunque resulta muy difícil restaurar un ambiente y llevarlo a su estado original, cualquier intento de revertir el daño provocado por el hombre representa un paso importante hacia un mundo más equilibrado.