ANÁLISISDEPORTES

El caso de Dani Alves demuestra que el fútbol masculino necesita de feminismo

Parece ya cotidiano encontrar noticias de futbolistas acusados de maltrato, acoso o violación. Esto demuestra que hace falta formar a los futbolistas, no solo en fútbol, sino en feminismo.

Dani Alves

Foto: LatinAmerican Post

LatinAmerican Post | Santiago Gómez Hernández

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No importa la nacionalidad o el nivel de competencia o de liga, los diarios deportivos e informativos se llenan día a día de futbolistas con denuncias de acoso, maltrato, violencia y violaciones.

El caso de alto perfil más reciente es el de la ex figura del Barcelona y la selección de Brasil Dani Alves. El brasileño es acusado de agredir y violar a una mujer de 23 años. Ahora, Alves está detenido en el Centro Penitenciario Brians 2. Debido a esto, el club PUMAS de México, donde jugaba últimamente el múltiple campeón, decidió terminar el contrato del deportista por incumplimiento de las normas de conducta y ética.

Hoy es Dani Alves, pero antes han sido personajes desde la talla de Cristiano Ronaldo, NeymarDiego Maradona, y muchos otros han sido denunciados, y hasta condenados. Son casos de agresiones sexuales hasta feminicidios. Lo que demuestra un problema sistémico y no puntual. De diferentes nacionalidades, culturas, religiones, edades, etc. Cualquiera podría ser el siguiente. Pero en vez de sentarnos a esperar la próxima agresión, el mundo del fútbol debería tomar medidas y educar tanto a hinchas, como dueños, directivos y jugadores.

Lo que llama la atención en estos casos es que el fútbol, en vez de ser una herramienta de cambio social, termina siendo un centro de ideales machistas y misóginos. Hace un tiempo, el presidente y dueño de un club colombiano, Gabriel Camargo (Deportes Tolima) dijo de forma despectiva que el fútbol femenino es “un caldo de cultivo del lesbianismo”. Afirmación machista que se hizo viral en el país, pero que representa el pensar de muchos partícipes del deporte del balón.

Es que, precisamente, otra muestra de esto es el poco apoyo al fútbol femenino. La idea de posicionar el fútbol de mujeres a la par del de hombres sigue siendo una meta lejana en varios países. Más allá de llegar a pagar sueldos astronómicos como los de los jugadores masculinos, ni si quiera se ha llegado a acuerdos para tener ligas profesionales y competitivas con el apoyo de los clubes en varios países latinos.

O los cantos homofóbicos y machistas dentro de los estadios. Todos estos son evidencias de lo impregnado que está el fútbol y que en vez de servir como herramienta para erradicar estos males, es un “caldo de cultivo” del machismo y la misoginia. Basta con entrar a chats deportivos y mensajes de este tipo abundan. Incluso, esto también afecta a jugadores homosexuales. Muchos deportistas han dado a entender que dentro del fútbol hay un tabú para salir del closet. Patrice Evra, Santiago Cañizares, Óscar Ruggeri, entre otros, han evidenciado cómo no se habla de estos temas dentro de los equipos por miedo al rechazo y la homofobia.

Entonces, con todos estos problemas estructurales, es necesario y urgente feminismo dentro del fútbol. Que, en primera medida, los jugadores no solo reciban entrenamiento deportivo, táctica, capacitación en nutrición o asesoría psicológica, también es urgente capacitarlos en protección a la mujer.

Es verdad que muchos jugadores vienen de realidades sociales difíciles. Rodeados de violencia o familias disfuncionales. Muchos encuentran en el fútbol, la salida a este tipo de contextos. Pero eso no significa que deban repetir este tipo de acciones. Debe ser el fútbol, las escuelas deportivas, los cursos de formación de los clubes profesionales, las federaciones nacionales, las encargadas de capacitar a sus futuras promesas. Que cada joven que vea en el fútbol un camino a cumplir sus sueños, también tengan una camino a cambiar conductas y romper ciclos de violencia.

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Esto no solo traerá beneficios sociales, sino económicos para clubes y federaciones. Si los clubes tienen asesoría psicológica y capacitaciones para deconstruir conductas machistas y violentas, evitarán en el futuro tener que lidiar con estrellas del fútbol con denuncias legales.

Un ejemplo de esto es Mason Greenwood. Aquella joven promesa de Inglaterra que deslumbraba en el Manchester United y en la selección juvenil. Quien prometía ser la próxima joya británica, terminó preso por violencia doméstica y violación a su pareja. El joven tenía menos de 20 años cuando ocurrieron los hechos, y seguramente hoy, el éxito deportivo y económico que pudieron tener el United y la Federación Inglesa, se esfumó. Si el fútbol educara a todas sus jóvenes promesas y a todo aquel jugador que llega, tendrían mejores sets humanos y menos riesgos de violencia de género.

Prepararlos y educarlos en sexo consensuado, en género, en respeto a la diversidad sexual, en lucha contra la homofobia o prevención de la violencia de género. Que entiendan que por más de que una chica se les lance en la discoteca, no significa que ya tiene que terminar en sexo, en que el consentimiento se debe reiterar constantemente y que tener relaciones con una persona inconsciente también es violación, por más de que ella o él los hubiese “buscado”.

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