La financiación del fútbol femenino todavía está en pañales
Después de la polémica en el Fútbol Club Barcelona, nos preguntamos cómo es la situación de las jugadoras profesionales de fútbol en otros países
El mes pasado, el Fútbol Club Barcelona promovió la primera gira conjunta por EE.UU. a la que asistían sus equipos tanto masculino como femenino. Esto podría verse como un paso hacia la equidad de género en el deporte; sin embrago, no fue el caso.
Read in english: Football and women: how is women's teams financing in Latin America?
El viaje inmediatamente generó polémica, pues el equipo masculino viajaba en categoría business mientras que el conjunto femenino lo hacía en clase turista. Aún más preocupante resultó que frente a este tema, la 11 del equipo femenino, Alexia Putellas, señaló que "es un viaje largo, pero ojalá viajáramos siempre en estas condiciones", pues según el diario El Español, hasta hace poco, las jugadoras debían realizar largos viajes en autobús para poder asistir a sus partidos.
¿Cómo es la situación de las jugadoras de fútbol en otros países?
En Brasil
De acuerdo con el portal DW, en Brasil, donde el fútbol es una actividad cultural importante, uno de los principales problemas del mundo del deporte es la falta de apoyo económico para el fútbol femenino.
Lee también: Estos son los 6 fichajes más polémicos del fútbol sudamericano
Caitlin Fisher, ex jugadora del Santos FC, afirma que "lo único que tenemos en común con el equipo masculino es el escudo. Tuvimos que usar las camisetas de los jugadores de hace ocho años”. Después de retirarse del fútbol, Fisher empezó a trabajar para el sindicato mundial de jugadores FIFPro que estableció su primer comité para el fútbol femenino a finales de 2014.
La exjugadora asegura que "en cuanto al fútbol femenino, en FIFPro estamos aún en pañales. Pero construir solidaridad y una voz colectiva para proteger los derechos de las jugadoras es nuestra meta principal.”
En Colombia
En la nación cafetera, de acuerdo con la Federación Colombiana de Fútbol, se invierten más de 14.000 millones de pesos en todas las 12 selecciones nacionales (entre ellas las divisiones sub 17, sub 20 y fútbol playa). Sin embargo, de esos 14 mil millones, un 72 por ciento es destinado a la selección masculina, dejando los 3900 millones de pesos restantes para repartir entre los demás equipos.
En Argentina
Por su parte, el diario La Izquierda afirma que en Argentina, país donde el fútbol es casi una religión, las jugadoras no son apoyadas económicamente por los clubes y sólo cuentan con el presupuesto anual otorgado por la FIFA para los entrenamientos y las diferentes competiciones.
Este diario también afirma que “las jugadoras no cobran sueldos ni viáticos y además son relegadas a entrenarse de manera nocturna, algunas lo hacen en la medianoche, ya que no cuentan con un lugar adecuado en horarios centrales, acordes a la realidad nacional, en la cual han aumentado los casos de desapariciones y femicidios”.
También te puede interesar: Pink Tax: El impuesto oculto que las mujeres deben pagar
En el resto del mundo
El panorama fuera de Latinoamérica no es muy distIGNORE INTO, hace dos años las jugadoras Hope Solo, Carli Lloyd, Becky Sauerbrunn, Megan Rapinoe y Alex Morgan presentaron ante la Comisión de Igualdad en Oportunidad de Empleo una demanda contra la selección nacional de EEUU por discriminación. Las jugadoras alegaban que ganaban el 40% de los que ganan los jugadores masculinos. Igualmente denunciaban que no se les pagaban bonos ni primas por participación.
Según The New York Times, “un jugador hombre recibe 5 mil dólares por un partido perdido en un encuentro amistoso y hasta 17 mil 625 dólares por una victoria contra un oponente grande. En contraste, una jugadora recibe 1,350 billetes verdes por un partido similar, pero sólo si ganan; la selección femenil no recibe bonos por pérdidas o empates.”
Igualmente, según DW, el año pasado se conoció que en Irlanda los equipos de fútbol femenino no les era permitido usar las canchas de entrenamiento ni los buses del equipo.
LatinAmerican Post | Sofía Carreño
Copy edited by Marcela Peñaloza