La candidatura de Lula da Silva demuestra que la izquierda brasileña no se pudo renovar.
¿Será Lula, el Biden del Trópico, el necesario para ganar al Trump del trópico? Solo el tiempo y los brasileños lo dirán. Foto: LatinAmerican Post
LatinAmerican Post | Santiago Gómez Hernández
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Luego de muchos intentos fallidos, el principal candidato de la izquierda de Brasil parece ser el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. El gran Lula, quien fuese el encargado de llevar a Brasil a la categoría de potencia emergente, el encargado de sacar de la pobreza a 30 millones de brasileños, el que fuese la cara más poderosa de la izquierda, por encima de Chávez, Kirchner, Ortega, y hasta Castro; y quién fuese capaz de unir a la región sin importar su inclinación política de los dirigentes.
Pero también es el mismo Lula que estuvo preso por serios vínculos con la corrupción; el mismo político que tiene tanta popularidad como impopularidad. Y es que sorprende que a pesar de las acusaciones de corrupción, de su período en la cárcel y de sus vínculos con el caso de Odebrecht, el escándalo de corrupción más grande en la historia de Latinoamérica.
Parece haber sido ayer que Luiz Ignacio Lula Da Silva se elegía presidente de Brasil. Pero esto fue en el 2003, hace casi 20 años. Y dentro de estos 20 años, no ha aparecido otro candidato posible para el Partido de los Trabajadores. 20 años que han demostrado solo la incapacidad de la izquierda brasileña en renovarse.
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Pero el no renovarse no solo tiene el riesgo de no trascender, de no encontrar líderes que surjan luego de da Silva. No, también es el riesgo de que la izquierda de hace 20 años no es la misma izquierda de hoy, en un mundo donde el medio ambiente y la inclusión de minorías raciales, sexuales y sociales son prioridad.
Pues la duda está en saber si un hombre mestizo (o blanco) puede ser la solución en un país donde la mayoría de los ciudadanos no se identifican como blancos y con una historia de racismo estructural bastante marcada. Hace 20 años lo fue, pero el Brasil de hoy no es el mismo y la sociedad de hoy tampoco.
Esto demuestra que el socialismo y la izquierda brasileña no se ha podido reinventar. No es posible que la única esperanza para vencer a un populista con ínfulas autoritarias sea un político de 76 años, con graves escándalos de corrupción y que no pudo dejar camino preparado para los jóvenes.
Además, fue el mismo Lula, el principal responsable de dejar que una figura como la de Bolsonaro llegara al poder. Fue el escándalo en el que él mismo que resultó implicado en el caso Lava Jato, que terminó siendo un duro golpe, no solo para su sucesora, Dilma Rousseff, sino para todo el partido. Si es verdad que fue puesto en libertad al no haber llegado a tercera instancia, Lula igual sigue siendo investigado por 9 casos más por corrupción, tráfico de influencias y lavado de dinero. Aunque sea encontrado inocente, no es descabellado pensar que puede volver a sufrir una jugada como la de hace 4 años, y resultar preso en medio de la contienda electoral.
Ya se había intentado la renovación cuando el expresidente fue a prisión por el caso Lava Jato. A pesar de que resultó ser una renovación frustrada ante la incapacidad de competir del exmandatario, el Partido de los Trabajadores tuvo la oportunidad para lanzar a la presidencia al que fuese la fórmula vicepresidencial de Lula: Fernando Haddad.
Haddad, quién había sido alcalde de la ciudad de San Pablo (la más poblada) y ministro de Educación en la presidencia de Dilma Rousseff. El economista paulista compitió contra Bolsonaro y resultó derrotado en segunda vuelta con el 44,87% de los votos, mientras que el actual presidente del país logró 55,13%. Pero es que Haddad nunca tuvo el carisma que se necesitaba y no despertaba el entusiasmo que llegó a imprimir Lula. Ahora, si vemos caras de las anteriores elecciones, incluso la fórmula vicepresidencial de Haddad podría resultar una figura más cercana a las juventudes:
Otra opción más favorable para el Partido de los Trabajadores hubiese sido Fátima Bezerra, la única mujer gobernadora hoy en día. Bezerra, una experimentada política y pedagoga nacida en Nova Palmeira, pero que es la gobernadora de Río Grande del Norte, uno de los fortines electorales del PT. Fátima ya ha ejercido como diputada y senadora
Pero bueno, en un país profundamente cristiano, 88,23% entre católicos y protestantes. Tal vez es mucho pedir. A lo mejor, hoy en día, sacar a Bolsonaro de Palo Alto es la prioridad número 1. Ya que con él en el poder, sigue perpetuando una sociedad machista, racista, de extrema derecha y que en cualquier momento termina con un golpe de Estado y el fin de la democracia. Momentos desesperados, requieren de medidas desesperadas y utilizar la querida imagen de Lula es la opción más segura que tiene la izquierda en Brasil.
Pero también será importante recordarle a los máximos dirigentes políticos socialistas del gigante de Sudamérica la máxima feminista: "la revolución será feminista o no será". Recordemos que ya desde el 2008, el entonces presidente brasileño, ya había manifestado que no estaba a favor personalmente. También su cercanía con el voto evangélico crea dudas en qué tan progresista será su nuevo Gobierno.
Una periodista le desarmó el discurso a @LulaOficial cuando éste trataba de justificar la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua
Lula: “Por qué Ángela Merkel y Felipe González pudieron quedarse 16 y 14 años en el poder?”
P:“Porque ellos no metían a sus opositores en la cárcel” pic.twitter.com/Gas9B49D4x
— Hugo Portillo (@HugoPortilloPY) November 23, 2021
¿Será Lula, el Biden del Trópico, el necesario para ganar al Trump del trópico? Solo el tiempo y los brasileños lo dirán.