Arabia Saudí gasta millones en fútbol mientras sus trabajadores viven en pobreza
En LatinAmerican Post hicimos un análisis sobre la dicotomía entre el "derroche" de los clubes de fútbol de Arabia Saudita, la realidad social y económica de los habitantes en ese país.
Foto: Wikimedia, Kylian Mbappé
LatinAmerican Post | Christopher Ramírez Hernández
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En el escenario del fútbol, Arabia Saudí se destaca en los últimos años por sus deslumbrantes compras de jugadores con sumas exorbitantes. Grandes clubes son protagonistas de traspasos millonarios, posicionando al país en el mapa del mercado internacional de fichajes.
Uno de los más sonados es el caso de Cristiano Ronaldo. El futbolista portugués, considerado por varios expertos como uno de los mejores de la historia, llegó a Al-Nassr con un contrato que le asegura 200 millones de euros por año (unos 500 millones hasta mediados del 2025).
Sin embargo, aun con esta escandalosa cifra en el radar del mundo, hay una todavía más polémica: en medio de los vaivenes que protagonizó Kylian Mbappé con su actual club, el PSG, se filtró el posible interés del Al-Hilal, un importante club saudí que estaría dispuesto a pagar unos 300 millones de euros solo por el fichaje del futbolista francés.
Por supuesto, como sucede en la mayoría de ocasiones que se conocen estas noticias, las quejas no se hicieron esperar, incluso por personas afines al mundo del balompié. Uno de ellos fue el periodista deportivo David Faitelson, quien mostró toda su indignación con el posible traspaso de Mbappé al fútbol de Arabia Saudí.
“Lo que le pagarían a Mbappé en Arabia Saudita sería indigno para un futbolista. Lo debería ganar un gran cirujano que salva vidas, un científico que busca la cura del cáncer y podría, de paso, alimentar a millones de niños en el mundo que se van a la cama sin probar bocado”, fue el mensaje que dejó el periodista mexicano nacido en Israel en Twitter.
¿Hay pobreza extrema en Araba Saudí?
Esta es una pregunta que se lee frecuentemente en redes sociales, por usuarios sorprendidos por la cantidad de dinero “derrochado” en futbolistas durante los últimos años y los contrastes que se pueden ver en algunos países en los que suceden situaciones similares. Sin embargo, en el caso de la sociedad saudí, la respuesta es “NO”; o al menos así lo indican las cifras oficiales.
De acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano (IDH) desarrollado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Arabia Saudí ocupó el puesto número 35 en 2021, con un 0,875 (lo cual se puede considerar como un desarrollo muy alto).
Además, cuenta con un PIB per cápita (producto interno bruto por persona) de 30.436 dólares, según datos del Banco Mundial y archivos de datos de cuentas nacionales de la OCDE. Esto es mayor que lo registrado en países como España y China, mismos que cuentan con una población mucho más grande que la saudí.
De hecho, en comparación con Estados Unidos, que cuenta con un PIB per cápita de 76.398 dólares y una población de 331,9 millones de personas, Arabia Saudí no está tan mal, teniendo en cuenta que su población es solo una décima parte de la estadounidense (35,4 millones de habitantes).
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La realidad de los inmigrantes en Arabia Saudí
Sin embargo, detrás de estas cifras positivas que, en teoría, podrían avalar los espectaculares movimientos financieros, existe una realidad poco visible y preocupante que afecta a miles de inmigrantes que viven en condiciones de pobreza extrema y con vulneraciones a sus derechos humanos. Mientras que futbolistas estelares han sido seducidos por ofertas que difícilmente rechazarían, prometiendo una vida de lujos y comodidades, hay una cara oculta que es necesario visibilizar.
Arabia Saudí, como muchos países del Golfo Pérsico, depende en gran medida de la mano de obra extranjera para mantener su crecimiento económico. Los inmigrantes, en su mayoría provenientes de países con situaciones socioeconómicas precarias, como Nepal, India, Bangladesh, Uganda, Kenia, Filipinas, buscan oportunidades laborales en el reino. Sin embargo, muchos se encuentran con una realidad abrumadora de explotación laboral, salarios bajos y condiciones inhumanas de trabajo y vida.
De acuerdo con investigaciones como “Los esclavos del hombre-petróleo”, de los periodistas independientes Sébastien Castelier y Quentin Müller, la pobreza extrema y las violaciones a los derechos humanos que sufren los inmigrantes en Arabia Saudí contrastan drásticamente con los estratosféricos montos que se desembolsan para adquirir futbolistas de renombre. Mientras los clubes invierten fortunas en nuevas estrellas para sus planteles, miles de trabajadores migrantes se enfrentan diariamente a la falta de protección y a una vida en la periferia de la sociedad saudí.
Según una entrevista realizada por Guy Zurkinden a Müller, los inmigrantes en la Península Arábiga se acobijan a este tipo de tratos, por lo que él considera es una “necesidad vital (…) Estos trabajadores proceden de países muy pobres (…) Sin el salario que envían a sus casas cada mes desde los Estados del Golfo, sus familias no podrían comer todos los días y sus hijos no podrían ir a la escuela. Por eso soportan años de abusos en la región del Golfo”.
“Trabajar día y noche, palizas, violaciones, torturas. El maltrato que sufren las trabajadoras domésticas está por encima de todos los demás. Por una razón: el infierno que soportan tiene lugar en la intimidad del hogar. Es ahí donde se revela la verdadera cara de estas ricas familias saudíes, cataríes, emiratíes o bahreiníes, que cuentan con una impunidad casi total”, añade Müller.
En el caso de lo deportivo, ponen como ejemplo también el uso de una “esclavitud moderna”, por ejemplo, para la construcción de estadios de fútbol en la región, tal como lo que se vivió en la organización del Mundial de Catar 2022. Según The Guardian, fueron unos 6.750 trabajadores los que murieron en las obras de la Copa del Mundo.
En conclusión, aunque la compra millonaria de futbolistas es una decisión empresarial y deportiva que puede representar un crecimiento para la sociedad saudí, también es importante cuestionar el papel que esta industria juega en la perpetuación de desigualdades sociales. Además, es fundamental abogar por una protección efectiva de los derechos humanos de los inmigrantes, brindándoles condiciones laborales dignas y acceso a una vida con oportunidades y respeto a su dignidad.