ECONOMÍA

Argentina: La Desregulación de Milei Influencia las Ideas Económicas de Trump y Musk

La audaz reforma regulatoria de Argentina bajo el presidente Javier Milei ha captado la atención global, recibiendo elogios de figuras como Elon Musk y el expresidente Donald Trump. A pesar de las preocupaciones persistentes, los recortes de Milei a la burocracia y sus reformas de mercado plantean interrogantes sobre el éxito a largo plazo en la lucha del país contra la recesión.

Un Ministerio en el Corazón de la Reforma de la “Motosierra”

En el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado en Buenos Aires, dos pilas de documentos legales esperan ser recortadas o derogadas por completo. Descansan sobre un sencillo escritorio de madera junto a una figura del presidente libertario Javier Milei sosteniendo su icónica motosierra. Una biografía de Elon Musk yace cerca, insinuando la sinergia transnacional entre las reformas de Argentina y el movimiento estadounidense por un gobierno más reducido.

“Es un centro neurálgico”, explicó el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, de 59 años, en una extensa entrevista con Reuters. “Nos vemos a nosotros mismos como el catalizador de los recortes de gasto y la eliminación de regulaciones para liberar la economía.”

El equipo de Sturzenegger es pequeño pero tiene el poder de revisar y eliminar antiguas normativas mediante decretos, gracias a un mandato de emergencia de un año otorgado por el Congreso. En su oficina, un reloj digital en cuenta regresiva marca los días restantes bajo este marco legal.

Según Reuters, Sturzenegger es ampliamente reconocido como el arquitecto del enfoque de la “motosierra” de Milei: un compromiso inquebrantable de reducir drásticamente la burocracia estatal. Bajo esta política, Argentina ha reducido a la mitad el número de ministerios, pasando de dieciséis a ocho, lo que ha llevado a la fusión o degradación de áreas como educación, cultura, trabajo, género y diversidad, y desarrollo social. La nómina estatal ha disminuido un 10%, con la eliminación de aproximadamente 40,000 empleos en el sector público. El gobierno ha impuesto una congelación de contrataciones y ha implementado pruebas de “idoneidad” para los empleados actuales, con una tasa de aprobación del 96%.

“Tendremos una economía más próspera cuanto más pequeño sea el tamaño del Estado”, dijo Sturzenegger a Reuters. Añadió que el proceso busca “sacar al Estado del camino”, describiendo la burocracia como el principal obstáculo para el crecimiento argentino. “Ahora es el momento de traer la motosierra profunda”, afirmó. “Si una oficina o departamento está en la lista de los que dijimos ‘no’, esa área debe cerrarse. Cerrarse.”

Si bien el experimento argentino difiere en alcance de las políticas de EE.UU., los defensores de la desregulación ven paralelismos con el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) de Elon Musk, una iniciativa en Washington que ha reducido empleos federales a un ritmo sin precedentes. “Hablaron mucho antes de la elección de Trump”, recordó Sturzenegger sobre las conversaciones entre Milei y Musk, asegurando a Reuters que el presidente argentino “podría haber influenciado el pensamiento de Musk” sobre cómo reducir la administración pública.

De la Crisis a Medidas Drásticas

El giro de Argentina hacia la desregulación surgió en un contexto de crisis económica crónica: recesiones recurrentes, una deuda pública en alza, controles cambiarios y una inflación de tres dígitos. Aunque el país ha comenzado a salir de su última recesión, la pobreza sigue siendo elevada, aunque disminuyó levemente desde más del 50% registrado el año pasado. La administración de Milei atribuye parte de esta mejora a las transferencias directas dirigidas a los ciudadanos más pobres.

Mientras tanto, el gobierno ha recortado presupuestos para programas sociales como comedores comunitarios e iniciativas de diversidad, argumentando que las organizaciones benéficas privadas y los grupos cívicos pueden gestionar estas tareas de manera más eficiente.

Según Reuters, el propio Elon Musk ha elogiado el plan de austeridad de Milei. “Esto es increíble”, publicó Musk en línea el 25 de enero, enlazando un video en el que Sturzenegger explicaba los profundos recortes de Argentina. De hecho, algunos atribuyen a estas políticas un aumento en la confianza de los inversores en las exportaciones agrícolas del país y en su incipiente sector energético. Sin embargo, los críticos advierten que este enfoque podría desmantelar la red de protección social.

Silvina Batakis, exministra durante un gobierno de izquierda y actual ministra de Vivienda en la provincia de Buenos Aires, afirmó a Reuters que su comunidad está “sufriendo bajo la amenaza de recortes permanentes”. “Creo en el equilibrio fiscal y en un Estado más eficiente, pero esto no debería lograrse quitando medicamentos a pacientes con cáncer o destruyendo las jubilaciones. La prioridad de cualquier gobierno deben ser las personas”, enfatizó.

A pesar de estas críticas, la popularidad del presidente Milei se mantiene estable. Una encuesta de Atlas Intel realizada en enero y citada por Reuters mostró que su índice de aprobación alcanzó el 47%, un aumento respecto al 43% de julio pasado y equiparándose con su popularidad de un año antes. Para muchos argentinos, el populismo libertario de Milei resuena en un país históricamente atrapado en la burocracia. Defensor de la idea de “incendiar” el Estado, inicialmente propuso medidas radicales como eliminar el banco central o adoptar el dólar estadounidense como moneda de curso legal. No obstante, ha concentrado sus esfuerzos en reformas viables dentro de su frágil apoyo legislativo.

El “catálogo de leyes a derogar o revisar” del Ministerio de Desregulación evidencia la complejidad del entramado normativo argentino. Muchas de estas regulaciones son remanentes de décadas de políticas populistas o proteccionistas que complicaron el comercio, restringieron la competencia y no lograron frenar la inflación. “Queremos liberar a las personas de estas restricciones arbitrarias”, declaró Sturzenegger a Reuters. “¿Por qué imponer un tipo específico de embalaje para las sandías si esto duplica los costos de exportación?”

Aliados Globales y Críticos Locales

Aunque la ola libertaria en Argentina resuena entre admiradores extranjeros como Musk y Trump, el gobierno de Milei no goza de un apoyo unánime dentro del país. Legisladores opositores, muchos de ellos de origen peronista o de izquierda, acusan a la administración de eliminar protecciones laborales esenciales o de ignorar a comunidades históricamente marginadas. El cierre abrupto de algunas agencias ha generado controversias internas sobre las implicaciones morales de dejar a familias sin recursos, aunque el gobierno ha compensado algunas pérdidas con transferencias directas de dinero.

Como referencia, la desregulación en EE.UU., impulsada por el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) de Musk, puede parecer aún más drástica, con planes para eliminar tres cuartas partes de los empleos federales. En comparación, la administración de Milei ha reducido el empleo público en un 10%. Aun así, el programa argentino es significativo: los servicios del Ministerio de Desarrollo Social, antes considerados intocables, han sido fusionados o minimizados, redirigiendo fondos principalmente a subsidios directos para los más pobres.

“No se pueden elegir programas sociales como si fueran platos en un menú”, replicó Batakis en su entrevista con Reuters. “Algunos pueden estar desactualizados, pero no puedes eliminarlos todos de golpe esperando que el mercado lo resuelva.”

Los defensores de Milei argumentan que muchos programas estaban plagados de corrupción o ineficiencia. “No estamos eliminando todas las redes de seguridad”, insistió Sturzenegger, señalando que el gobierno aumentó los pagos directos a los necesitados, lo que ayudó a calmar las protestas masivas. Añadió que, si bien algunos críticos liberales temen la erosión de avances progresistas, el nuevo enfoque ha acelerado el crecimiento económico tras la recesión del año pasado. Sin embargo, la gran incógnita es si estos beneficios se mantendrán una vez que el rebote económico de corto plazo se estabilice.

El libertarismo socialmente conservador de Milei—pro-mercado pero escéptico del liberalismo cultural—ha resultado en recortes particularmente duros para agencias dedicadas a derechos de género o diversidad. “No queremos alimentar una burocracia gigantesca en torno a la política de identidad”, declaró el presidente en un mitin el otoño pasado, según Reuters. La tensión radica en que una parte significativa de la juventud argentina ha defendido causas progresistas como los derechos LGBTQ+ o el empoderamiento femenino. Algunos de estos jóvenes se sienten divididos: apoyan la liberalización económica, pero rechazan la eliminación de oficinas de diversidad.

El Camino por Delante en la Audaz Apuesta de Argentina

Argentina ocupa posiciones bajas en los índices de clima empresarial y regulación, y ha estado históricamente “atascada” por un exceso de normativas. En 2020, el ranking de Facilidad para Hacer Negocios del Banco Mundial situó a Argentina en el puesto 126, apenas por delante de Irán. Otro índice del Instituto Fraser la ubicó entre los países con mayor carga regulatoria. Los partidarios de Milei interpretan estos datos como evidencia de que los recortes drásticos tienen sentido.

El éxito a largo plazo requiere más que recortes presupuestarios. Argentina necesita generar confianza en los inversionistas, contener la inflación y gestionar su deuda con planificación meticulosa. Con un historial de préstamos impagos, crisis monetarias y disturbios sociales, el país avanza con pasos pequeños pero precisos. Un exceso de desregulación podría provocar una reacción adversa del público y los sindicatos, especialmente si los servicios esenciales se ven afectados.

Los economistas están divididos sobre la rapidez y el alcance de la reducción del Estado. En conversación con Reuters, Sturzenegger afirmó que quedan “161 días” bajo un régimen especial otorgado por el Congreso, que permite la aprobación de desregulaciones por decreto. Cuando expire ese plazo, cualquier cambio estructural requerirá negociaciones legislativas. Esto podría dificultar las propuestas más radicales, como el cierre de ministerios completos o la privatización de empresas estatales como el correo o la aerolínea nacional.

Para complicar más el panorama, Milei no cuenta con una base legislativa sólida y depende de aliados conservadores. Si las elecciones futuras alteran la composición del Congreso, sus planes más ambiciosos podrían quedar bloqueados. Algunos analistas advierten que la fase inicial de apoyo, impulsada por la percepción de que “al fin alguien está haciendo algo”, podría disiparse cuando resurgan problemas estructurales más profundos.

Aun así, por ahora, la administración se mantiene firme. “Las repetidas muestras de apoyo de Musk amplifican nuestro mensaje”, dijo Sturzenegger a Reuters, mientras que la admiración de Trump refuerza la dimensión internacional del fenómeno. “Estados Unidos está prestando atención a lo que hacemos”, agregó el ministro, “pero nuestras complejidades son distintas. No somos EE.UU. Estamos saliendo de una crisis profunda.” Esta diferencia podría volverse aún más relevante si la economía global se desacelera y la demanda externa de las materias primas argentinas cae.

Según Reuters, la estrategia de Milei ya ha cambiado parte del discurso político. Partidos tradicionales que antes defendían el empleo público han comenzado a hablar de un “Estado más eficiente”, aunque sin llegar a los extremos de Milei. Mientras tanto, la gente sigue lidiando con la inestabilidad monetaria, recurriendo al mercado informal para obtener dólares, lo que impulsa el apoyo a candidatos que proponen un cambio sistémico.

Sin embargo, hay precedentes de fracaso. En los años 90, Argentina intentó vincular su peso al dólar, lo que llevó al colapso financiero de 2001. La promesa inicial de Milei de dolarizar la economía o “incendiar el Banco Central” no se ha concretado, aunque no ha descartado del todo la idea. El gobierno sigue buscando reformas profundas, pero enfrenta restricciones políticas. Por el momento, Milei y su coalición de derecha han logrado solo ajustes parciales, y una transformación total requeriría mayor respaldo parlamentario.

A corto plazo, la administración se enfoca en medidas más específicas de desregulación, como el ajuste de impuestos a las importaciones agrícolas, la eliminación de restricciones al alquiler y el impulso a la venta de vehículos eléctricos. Sus defensores argumentan que estas políticas fomentan el crecimiento y la libertad de mercado, mientras que los críticos advierten sobre el debilitamiento de las protecciones ambientales y sociales.

En su conversación con Reuters, Sturzenegger concluyó con una nota optimista: “Si me preguntan: ‘¿El gobierno debería existir?’, yo respondo: Necesitamos algo de gobierno. Pero no el que teníamos. Debemos liberarnos del yugo que nos ha asfixiado por décadas.” Con estas palabras, resume la misión del gobierno de Milei: no desmantelar completamente el Estado, sino eliminar suficientes barreras para permitir que la economía respire.

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La sostenibilidad de este enfoque aún está por verse. Para sus seguidores, Milei es el disruptor que Argentina necesitaba para romper con su ciclo de crisis. Para sus detractores, la “motosierra” es una herramienta peligrosa que puede causar más daño que beneficio. A medida que Milei se acerca al ecuador de su mandato, hay consenso en al menos un punto: su ola radical está obligando a Argentina, y por extensión a la región, a cuestionar profundamente el papel del Estado en la economía. El veredicto final dependerá de si sus reformas logran aliviar de manera duradera a los argentinos, quienes siguen enfrentando inflación, inestabilidad monetaria y años de promesas incumplidas.

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