Entiendiendo las fuertes medidas económicas de Donald Trump
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¿Si pierden los programas sociales, gana el país?
Donald Trump ha llevado el razonamiento empresarial a la política. Desde los ochentas, el magnate estadounidense se ha hecho notar como uno de los grandes exponentes de la finca raíz en Nueva York al acumular la cifra de 3.5 billones de dólares en medio de diversas estrategias legales, económicas y tributarias que beneficiaron un único objetivo: la consecución de más dinero.
La aplicación de una feroz doctrina empresarial a la política norteamericana ha causado una ruptura con las tradicionales medidas de bienestar económico al ser reemplazadas por mecánicas pro-eficiencia que, según el presidente, con el fin de atender las necesidades de quienes pagan impuestos.
La nueva política económica del país norteamericano quedó concertada en el documento: “A New Foundation For American Greatness”, en español: una nueva fundación para la grandeza americana. En este documento, el presidente de la potencia deja una premisa clara: nadie tendrá una vida gratis en Estados Unidos a menos que trabaje o perciba rentas.
Según el documento, los sectores que recibirán mayor capacidad económica serán el departamento de defensa, con un presupuesto a 10 años de 6.88 trillones de dólares y 27.4 billones más para los próximos 10 años, y las iniciativas propias del presidente, enfocadas en infraestructura (200 billones) y fondos para seguridad rural que aumentaron en 821.2%.
Los mayores recortes se dieron en Medicaid (medicina social) por 627 billones, estampas de comida por 194 billones, institutos nacionales de salud que caen 87 billones, operaciones nacionales por 45 billones, los programas de refugiados por 28 billones, los centros de control y prevención, 18 billones y las inspecciones de comida y seguridad que se reducen en 2 billones. Los recortes totales pasan el trillón de dólares, cerca de dos veces el PIB argentino.
Este planteamiento de desarrollo responde a la teoría del economista británico John Maynard Keynes, quien pasó a la historia por dar la receta que sacó a los Estados Unidos de la gran recesión de 1929; según él, cuando un gobierno se encuentra en crisis, lo mejor que puede hacer es gastar enormes cantidades de dinero.
Para generar movilidad en la economía, un tomador de decisiones puede optar por ejecutar una obra pública, como construir un puente. De esta forma, el estado deberá pagar al contratista, quien debe pagar materia prima, impuestos, seguros y a los trabajadores; estos pagarán sus deudas, el colegio de sus hijos y la alimentación. El ciclo se repite consistentemente hasta que todo el dinero vuelve al banco, donde ahora estará disponible para ser prestado a alguien más expandiendo el alcance de la inversión estatal inicial.
Es posible evidenciar que el gasto público tiene un efecto multiplicador en la economía pues moviliza los pagos. Al final, el gobierno tendrá un nuevo puente que ayudará a mejorar la movilidad en la región más una economía donde más individuos toman parte. Todo lo contrario ocurre con los fondos dedicados al asistencialismo, pues estas no presentarán retornos y su factor multiplicador será menor.
Un factor adicional a considerar es que el gobierno de Estados Unidos planea deportar a aproximadamente 8 millones de individuos, lo que hace que el PIB per cápita se distribuya entre menos personas. Es decir, que cada residente tenga una renta personal mayor. Esta medida de corte populista que ha sido bien recibida entre las mayorías locales.
Las políticas estatales de Donald Trump son completamente diferentes a lo que Estados Unido ha promulgado por décadas; sin embargo es una contracción natural del ciclo. La deuda nacional del país norteamericano asciende a 19 trillones de dólares y, aunque se deben tomar medidas, no es clara la línea en la cual la persecución de este objetivo puede afectar severamente a personas inocentes.
Latin American Post | David Eduardo Rodríguez Acevedo
Copy edited by Susana Cicchetto
