El ejercicio, el mejor aliado contra el COVID prolongado
Un estudio reciente asegura que el ejercicio puede ayudar a reducir los efectos de la COVID-19 de larga duración, uno de los misterios de la pandemia.
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LatinAmerican Post | Luis Ángel Hernández Liborio
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El virus SARS-CoV-2 y la enfermedad que produce tienen poco más de dos años conviviendo con nosotros. Sin embargo, aún no sabemos lo suficiente para estar tranquilos y cada día se presenta algún hallazgo. Uno de los misterios que la COVID-19 aún guarda es el referente al llamado COVID de larga duración, no se sabe a ciencia cierta qué lo produce, ni tampoco se tiene una cura. No obstante, por ahora, el ejercicio podría ser el mejor tratamiento disponible para tratar la enfermedad, de acuerdo con un reciente estudio del Centro de Investigación Biomédica de Pennington.
¿Qué es el COVID de larga duración?
Para entender la importancia del estudio, es fundamental comprender a qué se denomina COVID de larga duración, COVID prolongado o incluso Síndrome Post COVID. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, esta enfermedad se produce aproximadamente tres meses después de la infección original, independientemente de si se trató de una enfermedad leve o con complicaciones. Los síntomas van desde la sensación de fatiga y dificultad para respirar hasta afectaciones en los sistemas respiratorios, cardiovascular, nervioso e incluso a nivel psicológico, según información del organismo de la ONU. Se trata de efectos a largo plazo. Destacan también entre los síntomas dolor muscular y problemas cognitivos que pueden durar meses.
Es relevante pues trastorna casi por completo la vida del enfermo. No obstante, el diagnóstico es aún impreciso y poco concluyente por carecer de una prueba específica más allá del padecimiento original por COVID-19. De acuerdo con el Centro de Investigación Biomédica Pennington, entre 30 y 40% de las personas que tuvieron COVID-19 presentaron ansiedad y depresión, es decir, una de cada tres personas. La calidad de vida disminuye notablemente, ya que le impide realizar sus actividades cotidianas, especialmente las de tipo laboral, además del efecto psicológico que la enfermedad ha tenido. La depresión y el estrés son posiblemente los efectos adversos más comunes por el COVID prolongado. Asimismo, hacen propenso al enfermo a desarrollar diabetes, entre otros padecimientos. Por último, a nivel económico y social resulta costoso el tratamiento prolongado para los pacientes y los servicios de salud.
El ejercicio, el mejor tratamiento disponible
El estudio en cuestión fue realizado en el Centro de Investigación Biomédica de Pennington localizado en Baton Rouge, Louisiana. Fue liderado por la doctora Candida Rebello y lleva por título: “El ejercicio como moderador de síntomas neuroendocrinos persistentes de COVID-19”. En él, se destaca a la actividad física como el mejor tratamiento del que se dispone en este momento para tratar el COVID de larga duración para prevenir enfermedades como la depresión y la diabetes. El ejercicio ayuda a regular los niveles de glucosa en la sangre y produce endorfinas, que son esenciales para contrarrestar la depresión, ansiedad y estrés.
La diabetes como resultado de haber padecido la COVID-19 es una realidad, la doctora Rebello afirma que es una enfermedad silenciosa que puede manifestarse hasta 6 meses después de haber padecido COVID, aún si los síntomas fueron leves. Por ello, para regular los niveles de glucosa se recomienda realizar actividad física. La doctora Rebello recomienda los 30 minutos esperados comúnmente de ejercicio, pero, según la especialista, se pueden dividir en dos sesiones cortas diarias, lo importante asegura es hacer actividad física. Además, los efectos antiinflamatorios que vienen con la realización del ejercicio ayudarían a nivel pulmonar, sobre todo para detener la sensación de falta de aire y fatiga.
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¿Cómo se diagnostica el COVID prolongado?
Pese a la importancia del estudio, aún sigue haciendo falta literatura médica que profundice en la comprensión del COVID prolongado. Hasta ahora sigue siendo una enfermedad en la que el paciente tiene dudas sobre su condición porque no existe una prueba que lo determine con precisión. Entonces depende de su médico y su diagnóstico profesional.
Es relevante considerar que existen factores de riesgo que predisponen a las personas a padecer este tipo de COVID prolongado, estos son: padecer diabetes o tener antecedentes familiares, así como la reactivación de una infección pasada por virus Epstein-Barr (Conocido también como “enfermedad del beso”). Estos factores de riesgo se pueden tratar con el ejercicio a modo de prevención y como tratamiento después de haber padecido los efectos del COVID-19. Los beneficios del ejercicio por sí mismos son variados, entre ellos la salud cardiovascular, mejora en el estado de ánimo, motivación, salud pulmonar y del sistema nervioso. Finalmente, la vacunación disminuye también las posibilidades de desarrollar COVID de larga duración, otra razón más para acudir a vacunarse, además claro de la actividad física de acuerdo a nuestra edad.