Existen múltiples prejuicios y estereotipos relacionados con envejecer. Sin embargo, es un proceso natural sobre el que urge cambiar la mirada.
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LatinAmerican Post | María Fernanda Ramírez Ramos
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Sí, soy joven, me estoy acercando a los 30 años. Sin embargo, desde muy pequeña he estado rodeada de mensajes que me señalan que debo evitar envejecer. Muchos de los procedimientos estéticos o productos cosméticos están enfocados en ocultar las arrugas, tapar las canas o mantener firme el cuerpo. ¡Los nombres de muchas cremas llevan el título "anti envejecimiento"! En un mundo obsesionado con la juventud, es difícil escapar de la constante presión de parecer más joven. Los anuncios publicitarios nos bombardean con imágenes de personas jóvenes y sin arrugas, creando la ilusión de que el envejecimiento es algo que debe evitarse a toda costa, especialmente en las mujeres. Pero, ¿es realmente necesario ocultar la edad y luchar contra el paso natural del tiempo?
Para 2030, se prevé que el número de personas de 60 años o más supere en número a las personas jóvenes del mundo. Muchas regiones ya tienen una tendencia al envejecimiento de sus poblaciones y esto está planteando desafíos en temas de pensiones, condiciones laborales, sistemas de salud y productividad económica. Sin embargo, también existen otra serie de desafíos relacionados con el bienestar. Envejecer es un proceso natural e inevitable. No obstante, parece que vivimos en un mundo obsesionado con la eterna juventud y la productividad económica.
El edadismo es la discriminación basada en la edad, que se manifiesta en estereotipos, prejuicios y tratos desfavorables hacia las personas mayores (aunque también puede ser hacia la juventud). Es un problema real sobre el que los organismos internacionales y diversas instituciones están trabajando. Muchas personas ancianas hoy viven sin los cuidados adecuados, sufren de soledad o son menospreciados. En este sentido, es fundamental reconocer y combatir el edadismo para construir una sociedad inclusiva y respetuosa con todas las etapas de la vida.
El edadismo limita nuestras percepciones sobre la belleza, las capacidades y la valía de las personas en función de su edad, perpetuando la idea de que ser joven es superior y deseable. Además, es un problema estrechamente relacionado con el género. Tanto así que el tema del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez de 2023, establecido por Naciones Unidas y sus agencias, es "Abordar la violencia de género en la vejez: políticas, leyes y respuestas de base empírica".
Un informe liderado por la OMS señala que el edaismo es un problema grave en el mundo. De hecho, no hay mucha consciencia social sobre este. Sin embargo, según la OMS, "se calcula que una de cada dos personas en el mundo tiene actitudes edadistas, lo que empobrece la salud física y mental de las personas mayores, además de reducir su calidad de vida, y cuesta cada año miles de millones de dólares a la sociedad". Asimismo, se estima que alrededor de 6,3 millones de casos de depresión se atribuyen al edaismo y que tiene un impacto en la autoestima, las financias y la salud física y mental.
Esta forma de discriminación se refleja en múltiples ámbitos, incluida la publicidad, donde se perpetúan los ideales de belleza juvenil y se excluye a las personas mayores de una representación positiva. Aunque los imaginarios sociales son solo la punta del iceberg, es fundamental que reflexionemos sobre ellos.
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¡Quiero envejecer tranquila!
La presión de mantener una apariencia juvenil a toda costa puede ser agotadora y perjudicial para nuestra salud mental y emocional. Al perseguir la juventud eterna, corremos el riesgo de descuidar aspectos fundamentales de nuestro bienestar integral. Quiero envejecer tranquila, sin la preocupación constante por las arrugas, las canas o cualquier otro signo natural del paso del tiempo. En cambio, deseo concentrarme en cultivar relaciones significativas, en nutrir mi espíritu y en vivir una vida plena.
La vejez no debería ser vista como una etapa negativa, sino como una oportunidad para redescubrirnos, para disfrutar de los placeres simples y para dedicar tiempo a lo que realmente importa. Eso es lo que desearía para mi abuela, madre, tías…. Gracias a las conquistas en la equidad de género, hoy podemos desafiar todos los prejuicios que se han cargado por generaciones.
La diversidad generacional es una riqueza invaluable que a menudo pasa desapercibida en nuestra sociedad. Sin embargo, es esencial reconocer el potencial transformador de los diálogos intergeneracionales. Quiero animarte a entablar conversaciones significativas con personas de diferentes edades y experiencias de vida. Al abrirnos a estas interacciones, nos abrimos a un mundo de aprendizaje, comprensión y crecimiento mutuo. Los jóvenes pueden beneficiarse de la sabiduría y perspectiva de los mayores, mientras que estos últimos pueden ser inspirados y revitalizados por la energía y la pasión de las generaciones más jóvenes. Al romper las barreras generacionales y compartir nuestras historias, conocimientos y sueños, nos enriquecemos mutuamente y construimos puentes de comprensión que trascienden las diferencias. Aprovechemos la oportunidad de conectarnos, escucharnos y aprender unos de otros, para crear una sociedad más inclusiva, respetuosa y vibrante para todas las edades.