ANÁLISIS

Sombras sobre la democracia: el control del crimen organizado en las elecciones mexicanas

A medida que el crimen organizado se infiltra en las elecciones municipales de México, la intimidación de los votantes y la manipulación electoral profundizan la crisis de la democracia, lo que afecta no sólo la gobernanza local sino que tiene eco en toda América Latina.

El preocupante nexo entre el crimen organizado y los procesos políticos en México se ha convertido cada vez más en un punto focal para los observadores locales e internacionales. El informe titulado “La democracia comprometida: el crimen organizado en las elecciones y la administración pública en México”, presentado por Data Cívica, México Evalúa y Animal Político, arroja luz sobre este grave problema a medida que el país se acerca a unas elecciones importantes.

Influencia creciente del crimen organizado

El crimen organizado no sólo ha atacado a figuras políticas sino que ha logrado controlar de manera alarmante los resultados electorales a nivel municipal. Esta influencia se refleja claramente en los datos recopilados desde 2018, que documentan ataques a figuras públicas por parte de grupos criminales. Entre 2018 y 2023, un abrumador 77% de las víctimas eran candidatos o funcionarios a nivel municipal. Estos datos subrayan una tendencia inquietante: los gobiernos locales, cruciales para los servicios públicos inmediatos, son los más susceptibles al control criminal.

El enfoque de los criminales organizados en objetivos municipales no es arbitrario. Es un esfuerzo calculado para construir un dominio territorial, una localidad a la vez, afirmando así el control sobre regiones enteras. A pesar de las estrategias nacionales para combatir el crimen organizado encabezadas por el gobierno federal, la verdadera batalla se desarrolla en los pueblos y ciudades de México.

Sandra Ley, coordinadora del programa de seguridad de México Evalúa, enfatizó la naturaleza creciente de este proceso. La intención, señaló, es clara: influir cada vez más en la política local con el tiempo. Esta tendencia se ha manifestado en un marcado aumento de la violencia: los ataques a candidatos y funcionarios electos casi se han triplicado en los últimos cinco años en comparación con el período de 2006 a 2012.

Impacto en el proceso democrático

Esta creciente ola de violencia arroja una larga sombra sobre el proceso democrático. La percepción de seguridad de los votantes altera drásticamente su disposición a participar en las elecciones. Esto se desprende del análisis de las elecciones de 2018 y 2021, donde los ataques políticos se correlacionaron con una caída significativa en la participación electoral. Por cada ataque oficial, la participación de los votantes supuestamente cayó tres puntos porcentuales. El asesinato de un candidato por sí solo provocó una disminución de 1,3 puntos porcentuales en la participación electoral y un aumento de casi el 1% en los problemas de personal el día de las elecciones.

. En regiones sin violencia visible, los grupos criminales aún pueden manipular silenciosamente los resultados de las elecciones, influyendo o incluso determinando los resultados. Ernesto Núñez, de Animal Político, destacó esta forma de interferencia menos notoria pero igualmente destructiva, que puede conducir a patrones de votación atípicos y manipulación en los colegios electorales.

Estos hallazgos tienen profundas implicaciones para México y resuenan en toda América Latina, donde patrones similares de criminalidad e interferencia política pueden desestabilizar las democracias regionales. Lo que está en juego no podría ser mayor mientras México se prepara para las elecciones más importantes de su historia, con más de 97 millones de personas llamadas a renovar aproximadamente 200.000 cargos públicos.

Necesidad urgente de acción

El informe concluye con un llamado a medidas urgentes para prevenir y abordar esta violencia electoral. Sin embargo, la respuesta actual de las autoridades, incluido un protocolo de seguridad para candidatos emitido recientemente por el Instituto Nacional Electoral, debe ponerse al día. En particular, pasa por alto a la mayoría de los que están en riesgo: los candidatos municipales.

Mientras México y otros países latinoamericanos luchan contra el arraigo del crimen organizado dentro de su tejido político, las implicaciones más amplias para la democracia son claras. Sin esfuerzos concertados para proteger a los candidatos, garantizar la seguridad de los votantes y limpiar el proceso político de influencia criminal, la democracia misma sigue en riesgo.

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Este preocupante escenario requiere atención y acción no sólo a nivel nacional sino también internacional. Abordar la amenaza del crimen organizado ya no se trata sólo de hacer cumplir la ley sino de salvaguardar los principios democráticos fundamentales que respaldan unas elecciones justas y libres. La observación de los acontecimientos que se desarrollan en México nos sirve como un conmovedor recordatorio de la fragilidad de la democracia y la necesidad apremiante de fortalecerla contra todas las formas de subversión.

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